• La nucleoelectricidad
representa una opción económica, segura y con
posibilidades de ampliar su potencial en el largo plazo, dijo
Juan Luis François Lacouture, académico de la
Facultad de Ingeniería de la UNAM, en el marco del
Año Internacional de la Energía Sostenible para
Todos
La energía nuclear constituye una
alternativa sostenible porque representa una opción económica,
limpia y segura con beneficios para la sociedad y posibilidades de
ampliar su potencial en el largo plazo, aseguró Juan Luis François
Lacouture, académico de la Facultad de Ingeniería (FI)
de la UNAM.
En el marco del Año Internacional
de la Energía Sostenible para Todos, destacó que el
impulso a esta fuente responde a la preocupación de no privar
a generaciones futuras de satisfacer sus necesidades. “Tal es
el caso de los productos petroquímicos, limitados por el agotamiento
del petróleo”, ejemplificó.
Al considerar los niveles de utilización
actuales, las reservas convencionales reconocidas de uranio durarían
hasta 300 años. Por las nuevas tecnologías de reciclaje
y reprocesamiento, la nuclear podrá aprovecharse por milenios,
subrayó.
Actualmente, sólo el 19 por ciento
de la electricidad producida en México proviene de fuentes
limpias, de las cuales 3.5 por ciento se genera mediante núcleo
electricidad, el resto a partir de combustibles fósiles.
Frente a este escenario, la tecnología
nuclear tiene ventajas, como producir menos residuos y aprovechar
el recurso al máximo. El potencial energético de una
pastilla de uranio, que mide menos de un centímetro de diámetro
por uno de altura, equivale a 810 kilogramos de carbón, 565
litros de petróleo y 480 metros cúbicos de gas natural.
Al fisionarse, genera un millón de veces más energía
que durante el proceso de combustión, precisó.
El integrante del Departamento de Sistemas
Energéticos de la FI resaltó que la energía nuclear
es una opción competitiva, al comparar el costo de diversas
tecnologías utilizadas para generar electricidad, por cada
unidad de megawatt hora producida, de acuerdo con estudios de la Agencia
Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
Además, su factor de capacidad es del 90 por ciento.
El conocimiento generado a partir de su utilización
representa un “motor de descubrimientos” en áreas
como ingeniería, robótica e informática, además
de aprovecharse en aplicaciones para beneficio de las personas, por
ejemplo, en medicina, con el diagnóstico y tratamiento de enfermedades
como el cáncer y el mal funcionamiento de la tiroides.
Energía limpia
Para medir su impacto ambiental, es necesario
analizar el ciclo de vida de este tipo de tecnología, desde
la extracción de uranio y su conversión para generar
electricidad hasta el destino de los residuos radiactivos, explicó
el también presidente de la Red Mexicana de Educación,
Capacitación e Investigación Nuclear.
Según estudios internacionales, al
medir el volumen de emisiones de dióxido de carbono por unidad
de energía eléctrica generada, las fuentes alternativas
representan una opción menos contaminante que las fósiles,
refirió.
Los residuos de la industria nuclear se clasifican
en dos categorías: la primera es de baja y media actividad,
como los generados por aplicaciones médicas y mantenimiento
de centrales nucleares. Éstos tienen poca radiactividad y son
confinados en lugares especiales y aislados del medio ambiente, como
cualquier desecho tóxico.
La segunda, de alta actividad, atañe
al combustible gastado por los reactores. Estos desechos son enterrados
a más de 300 metros de profundidad o depositados en albercas
de manera temporal. En comparación con el volumen total de
los demás tóxicos producidos por la sociedad, los de
alta radiactividad constituyen un porcentaje mínimo, detalló.
Una alternativa segura
Desde los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki
en 1945, la energía nuclear genera temor. Por ejemplo, en su
trabajo más reciente, el cineasta Christopher Nolan recrea
la amenaza que se cierne sobre una ciudad por un reactor de fisión
utilizado como una bomba de tiempo, lo que es totalmente imposible.
Muchas veces la ficción utiliza este
miedo como recurso. Para tener una bomba atómica se requieren
núcleos de uranio 235 concentrados casi al 100 por ciento,
a fin de liberar energía en grandes proporciones en un tiempo
muy breve, lo que no es factible en un reactor nuclear, explicó.
El experto subrayó que a nivel global
existen mecanismos para vigilar que los materiales nucleares no sean
desviados para fabricar armamento. La industria relacionada se ocupa
de que todas las salvaguardias —exportaciones e importaciones
de materiales y tecnología nuclear— sean vigiladas por
el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El futuro
En 1987, una comisión internacional
dirigida por Gro Harlem Brundtland presentó a la Organización
de las Naciones Unidas (ONU) el documento Nuestro futuro común,
mejor conocido como Informe Brundtland, primera referencia
del término desarrollo sostenible, definido como aquel que
satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades
de las futuras generaciones.
En dos décadas, la población
mundial será de ocho mil millones de personas. Al ritmo del
crecimiento de la demanda y consumo de energía globales —calculado
en un dos por ciento anual—, la estructura de la oferta energética
actual, sustentada en los combustibles fósiles, será
rebasada.
En este contexto, las fuentes de energía
solar —en sus vertientes fototérmica y fotovoltaica—,
geotérmica, eólica, oceánica, nuclear y biomasa,
representan una alternativa en el ámbito social, económico
y ambiental, y constituyen una de las respuestas viables para contribuir
a la mitigación del cambio climático.
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