• Integrantes de
la Unidad de Bioprocesos del Instituto de Investigaciones
Biomédicas, desarrollan métodos altamente
productivos y benéficos para los mexicanos
Por medio de la preparación de fertilizantes
biológicos, integrantes de la Unidad de Bioprocesos (UBP) del
Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM,
desarrollan métodos altamente productivos y benéficos
para los mexicanos, en especial para el sector agrícola.
El proyecto, que hace en colaboración
con la empresa Biofábrica Siglo XXI, y con apoyo del Conacyt,
consiste en una formulación de medios de cultivo que permiten
el mejoramiento del producto de fermentación (incremento de
las poblaciones bacterianas) de Azospirillim brasilense, Rhizobium
etli y Sinorhizobium meliloti.
Asimismo, mantiene sus características
funcionales, fisiológicas y metabólicas, para establecer
una simbiosis eficiente con la planta y el crecimiento vegetal, lo
que permitirá mayor producción y la optimización
del suelo a menor costo.
Mauricio A. Trujillo Roldán, director
de la Unidad, explicó que esa instancia universitaria proporciona
servicios y apoyo para el desarrollo, innovación y optimización
de procesos biotecnológicos con el uso de biorreactores. “La
UBP tiene vasta experiencia en proyectos de estudio que involucran
el desarrollo y la optimización de procesos de fermentación,
separación y purificación de productos biotecnológicos”.
En ese espacio se realiza investigación
básica y aplicada para acercar a la industria. “Somos
un eslabón en la relación universidad-sector productivo,
porque hacemos los experimentos en tamaño piloto, para demostrar
la factibilidad de los procesos y su posible comercialización”,
dijo.
También, llevan a cabo pruebas de
artículos que ya se encuentran en el mercado, pero que requieren
ser estudiados. Para ello, cuentan con una serie de biorreactores
en los que desarrollan, por ejemplo, un biofertilizante a base de
microoganismos, en especial bacterias y hongos que viven asociados
o en simbiosis con las plantas, que contribuyen de forma natural a
la nutrición y crecimiento de estas últimas.
En la UBP los universitarios desarrollan
fertilizantes biológicos en escalas desde 10 hasta mil litros,
“las pruebas a mil litros son envasadas, y por medio de la empresa,
se llevan al campesino para que las aplique en siembras de maíz,
caña, cacahuate, sorgo y fríjol, entre otros”.
La empresa Biofábrica Siglo XXI proporciona
las bacterias específicas para estos plantíos, licenciadas
para su comercialización a nivel nacional por la UNAM, y ellos
las producen en volúmenes de hasta mil litros. Los cultivos
bacterianos ya formulados y envasados tienen hasta dos años
de vida útil a temperatura ambiente, pues mantienen a las bacterias
vivas durante ese lapso, “lo que no había sido posible
y, al parecer, ningún mercado del mundo lo ha logrado”.
Además, en colaboración con
esa firma, han realizado pruebas experimentales en caña de
azúcar, cuyos rendimientos se han duplicado. Con ello se estaría
en posibilidad de aumentar el promedio nacional de producción
de este insumo, que es del orden de 70 toneladas por hectárea.
Se trata de rendimientos considerables. En
términos generales, se puede decir que los biofertilizantes
tienen un costo para el productor de sólo 10 por ciento del
gasto de la fertilización química. Al aplicar 250 mililitros
del fertilizante biológico combinado con productos químicos
por hectárea, se invierte en promedio de 300 a 400 pesos, mientras
que el uso de químicos en una hectárea vale entre seis
mil y 10 mil pesos.
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