• Esta psicopatología
aparece en la adolescencia tardía y juventud, y por
lo regular la padecen hombres y mujeres en la misma proporción,
señaló Laura Hernández, académica
de la FP de la UNAM
En México, de 2.5 a tres por ciento
de los adolescentes presentan Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC);
esta psicopatología aparece en la adolescencia tardía
y la juventud, y a diferencia de otros trastornos de ansiedad que
suceden con mayor frecuencia en mujeres (dos por cada hombre), ésta
ocurre en ambos sexos en la misma proporción, afirmó
Laura Hernández Guzmán, jefa de la División de
Educación Continua de la Facultad de Psicología (FP)
de la UNAM.
El paciente diagnosticado con TOC manifiesta
obsesiones y/o compulsiones; las primeras son pensamientos intrusivos
y perturbadores que, en un momento dado, causarán angustia
al individuo. Por ejemplo, puede imaginar a la madre muerta o tener
alucinaciones auditivas, explicó.
En tanto, las segundas son conductas asociadas
con la idea de evitar un suceso terrible; entonces, los enfermos realizan
una serie de rituales con la creencia de que así impedirán
hechos indeseables para ellos o sus seres amados.
Generan ansiedad y, por lo general, quienes
las padecen tratan de evitarlas; no obstante, en la medida que lo
hacen ocurren con mayor fuerza y, en consecuencia, no se pueden eliminar,
subrayó la profesora de la FP.
Origen
Hay autores que atribuyen este mal a la genética,
suponen que es heredado, pero las teorías más avanzadas
señalan vulnerabilidades genéticas generalizadas que
se detonan sólo si se dan ciertas interacciones con el medio
ambiente.
En el TOC ocurren temores muy elaborados
que afectan de manera considerable la vida de las personas; “de
hecho, es precisamente en este momento en el que se diagnostican,
porque interfieren con el funcionamiento cotidiano del individuo”,
alertó la psicóloga.
Asimismo, existen compulsiones que obligan
al individuo a regresar a su casa varias veces para revisar que las
luces o los aparatos eléctricos estén apagados, y que
las llaves del gas estén cerradas; también, presenta
pensamientos más complicados que le impiden salir de nuevo,
pues “sienten” que hacerlo no le favorecerá, ejemplificó.
Tratamiento
“En este tipo de afecciones la familia
no ayuda mucho; por lo regular, lo que hace es funcionar con las compulsiones
para no verse obligada a enfrentar un conflicto con el paciente”,
indicó Hernández.
Para tratar el TOC existen fármacos,
pero al retirarlos se llegan a observar recaídas, porque no
se tiene la capacidad de mantener el cambio por un largo periodo de
tiempo.
Lo más efectivo es suministrar medicamentos,
junto con la terapia cognitivo conductual, con la que el afectado
aprende a entender esta forma de pensar. Aquí, el paciente
lleva a cabo experimentos conductuales, donde se expone a la obsesión
en situaciones controladas para comprobar que realmente no hay peligro
alguno. “Si logra disminuir las obsesiones y las compulsiones
puede volver a ser funcional en todos los ámbitos de su vida”,
concluyó.
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