• Conforman el 10 por ciento de la población total
del DF, pero en los próximos años se incrementará
el número de manera importante: Mayra Niño Zúñiga,
de la ENTS de la UNAM
• El envejecimiento es una situación totalmente diferenciada
entre hombres y mujeres, sostuvo
En la actualidad, se estima que alrededor
del 10 por ciento de la población total del Distrito Federal
está constituida por adultos mayores, y en los próximos
años, habrá un incremento importante en su número.
No obstante, la ciudad no está preparada para ello, ni en el
ámbito de urbanidad, de servicios de salud o de las familias,
aseguró Mayra Guadalupe Niño Zúñiga.
La estudiante del Programa de Maestría
en Trabajo Social, de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS)
de la UNAM, advirtió que por el momento “no hay política
social que tenga la cobertura para atender esta situación,
porque el envejecimiento es una condición totalmente diferenciada
entre hombres y mujeres”.
Si México no atiende este sector en
los próximos años, enfrentará una circunstancia
difícil de empobrecimiento, porque hablar de vejez también
implica referirse a la marginación. “Seríamos
un país de escaso desarrollo, con pocas oportunidades para
nuestras generaciones de adultos mayores, y una mínima respuesta
hacia el concepto de desarrollo humano en el mundo”.
La egresada de la licenciatura en Trabajo
Social, que desarrolla la investigación “Género
en la vejez y el proceso de envejecimiento”, consideró
que el Estado carece de una respuesta a la situación de las
mujeres en esa condición. Si bien existe el Instituto Nacional
de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), su visión no las
considera de manera específica.
Por ello, Niño Zúñiga
refirió que esta indagación busca demostrar que ellas
atraviesan un proceso de choque, porque quizá sean de las últimas
generaciones que todavía abonan al cuidado familiar. Hay un
cambio en el rol, y no porque sea un grito de liberación, sino
porque la coyuntura económica ha convocado a ese sector a estar
en la parte productiva.
Además, la sociedad está acostumbrada
a que los hombres son quienes proveen, tienen un trabajo reconocido
y remunerado, pero en el momento que llega el proceso de jubilación
y no tienen qué hacer, enfrentan un choque en el entorno de
la familia.
Por lo general los varones adultos mayores
están ausentes de la familia. “Si ocurre el proceso de
la pensión o jubilación y regresan al cobijo o a la
calidez familiar, las mujeres, que siempre han estado ahí,
chocan, es como si tuvieran una nueva relación”.
La universitaria describió que comúnmente
en esos encontronazos se dan dos procesos poco conocidos y analizados:
separaciones y divorcios a esta edad, o síntomas de depresiones
muy fuertes, que afectan la salud de ambos géneros.
Las mujeres, por constitución biológica,
física y social, están más acostumbradas a la
parte activa, aunque no remunerada. Empero, los hombres, al no encontrar
este eco, caen en depresiones, que muchas veces los lleva a perder
el control de sí mismos.
Por ello, propuso un enfoque multidisciplinario.
Ante la modernidad y la globalización, es necesario abrir las
miradas para atender a grupos específicos en la población.
Desde el trabajo social consideramos de manera integral la salud,
la educación, cimentar el concepto de ciudadanía en
este sector, que sean sujetos de derechos, y construir comunidad.
Además, en este proceso se debe involucrar a otras generaciones:
jóvenes, niños, y quizá féminas de mediana
edad.
Niño Zúñiga mencionó
que la política social en la urbe está en un proceso
de calidad, pero no del todo; las políticas sociales que hay
son enunciativas. En específico, en el tema de las mujeres
son meramente de atención inmediata, pero sin transformación.
Las adultas mayores en la Ciudad de México
encuentran eco en que les den una tarjeta de apoyo y tengan cierta
calidad en la atención, pero eso no las hace vivir mejor, concluyó.
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