• Realizarán el inventario de biodiversidad de ese
sitio por medio de un código de barras genético
• El Laboratorio de Biología Molecular y Biotecnología
en el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA)
No. 22, es impulsado por un equipo de 30 destacados investigadores
de México y Estados Unidos, encabezado por Valeria Souza
Saldívar, del IE de la UNAM
• Durante el Congreso de Bioquímica y Biología
Molecular de Bacterias, a efectuarse en ese municipio el próximo
año, los chicos presentarán sus primeros resultados
en un simposio especial
Cuatro Ciénegas, Coahuila, es un “mundo
perdido” donde las comunidades marinas del Precámbrico
subsistieron aunque el mar se retiró hace 35 millones de años.
El inventario de biodiversidad de ese sitio por medio de un “código
de barras genético”, a cargo de estudiantes de bachillerato,
pretende no sólo describir el lugar, sino entender por qué
es único en el mundo y resaltar la necesidad de conservación.
Para ello, se inauguró el Laboratorio
de Biología Molecular y Biotecnología en el Centro de
Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA) No. 22 Venustiano
Carranza Garza, con sede en ese municipio coahuilense.
El proyecto es impulsado por un equipo científico
de 30 investigadores de México y Estados Unidos, encabezado
por Valeria Souza Saldívar, integrante del Instituto de Ecología
(IE) de la UNAM, quien explicó que con educación y ciencia
se puede transformar la economía de la población de
ese valle.
“Esto es imperativo, pues los microbios
que sobrevivieron por miles de millones de años no pueden existir
sin agua, y el bombeo profundo del acuífero para irrigar sembradíos
de alfalfa los mata en la actualidad”.
La universitaria explicó que Cuatro
Ciénegas es una “máquina del tiempo” extraordinaria,
y probablemente el lugar más diverso de la Tierra. Es el único
“donde las criaturas que transformaron a este planeta se quedaron
para siempre, y debe ser conservado”.
Sin embargo, es un sitio con extrema pobreza,
en la mitad de la “nada”, en el desierto, con 10 mil personas
que necesitan sobrevivir, y donde se entró en el falso paradigma
de la conservación contra el desarrollo. Y es falso, aclaró,
porque sólo a través de la preservación del ambiente
puede haber un verdadero crecimiento.
Para que así sea, acotó, se
requiere transformar la economía del sitio y la manera en que
la población, y sobre todo los niños, aprecian el agua.
Para ello, desde 2007, y con el apoyo de la Fundación Lala,
se trabaja con los pequeños de jardín de niños
y hasta sexto de primaria, en talleres de educación ambiental
a través del arte.
Aún antes, desde 2004, la universitaria
labora con los chicos de bachillerato, en pequeños experimentos.
Incluso, destinó el monto del Premio Volkswagen “Por
amor al planeta”, que obtuvo hace dos años, al otorgamiento
de becas. Con ello, los beneficiarios ya han ingresado a la universidad.
Pero “necesitamos ir más allá”,
dijo Souza. Por eso, en 2012 se conjuntaron los apoyos de la UNAM,
las fundaciones Lala y Carlos Slim, y el interés de la Dirección
General de Bachilleratos Técnicos (de la SEP) y el CBTA No.22,
para la creación del laboratorio.
Esa dirección autorizó y costeó
la remodelación de un aula abandonada para albergar ese espacio;
la Fundación Lala donó un vehículo (para trasladar
a los estudiantes al sitio de pozas) y equipo, y la Carlos Slim más
instrumentos y 50 becas para los alumnos. Así, hace unas cuantas
semanas el nuevo espacio abrió sus puertas.
Ahí, los jóvenes bachilleres
van a hacer biología molecular “porque necesitamos que
tengan el sentido de descubrimiento, de posesión del sitio,
para que al apropiárselo lo protejan”.
A la fecha, 10 profesores del plantel ya
recibieron capacitación en el Laboratorio Nacional de Genómica
y Biodiversidad del Cinvestav Irapuato, donde aprendieron a aislar
ADN e interpretar lo que “dice” una vez que se secuencia.
En el próximo ciclo escolar, los alumnos se instruirán
en lo mismo.
“Queremos que salgan al campo, que
se pregunten cómo se llama el organismo que encuentren, que
obtengan el ADN, lo secuencien, lo comparen con una base de datos
que contiene 10 millones de secuencias de “bichos” de
Cuarto Ciénegas, y que, en caso de tratarse del descubrimiento
de una nueva especie, le pongan su nombre”.
Hemos descubierto, dijo Souza Saldívar,
que en ese lugar existe la diversidad más grande conocida.
No se sabe cuántas especies hay, pero en cada lugar que se
explora con cuidado aparecen millones. Es muy probable que los jóvenes
encuentren muchas nuevas; todo el ADN que ellos amplifiquen y limpien
será secuenciado y agregado a la base de datos.
No sólo eso. El siguiente paso es
que los bioprocesos que realizan las bacterias, que todo ese metabolismo
ancestral que transformó al planeta para siempre, se ponga
a “trabajar” en favor de la gente del lugar. Para ello,
ya hay biotecnólogos en busca de bioprocesos patentables.
Por ejemplo, expertos trabajan en la búsqueda
de una bacteria que se “coma” a otra, que a su vez se
“come” los ductos de petróleo. También se
encuentran antibióticos nuevos y sustancias que limpian el
ambiente y que degradan lo que sea, refirió.
En un futuro, los jóvenes encontrarán
moléculas nuevas con alguna utilidad y las van a patentar.
“Queremos que Cuatro Ciénegas sea el centro de desarrollo
de biotecnología de México, responsable, al servicio
de la sociedad, donde no exista la avaricia de las grandes compañías.
Aquí sería hecha por la gente y para la gente”.
La meta a corto plazo es que los ejidatarios
cambien sus hectáreas de cultivo de alfalfa por invernaderos,
y producir las mejores hortalizas y frutas de la región, orgánicas,
en hidroponía y, sobre todo, conservar al máximo el
recurso más importante del planeta: el agua.
El Laboratorio, donde podrán laborar
de forma simultánea 14 alumnos y dos profesores, cuenta con
dos mesas de trabajo, clima, instalaciones eléctricas, de gas
y agua. Es un espacio sencillo, pero suficiente y competente.
Contará con todo lo necesario para
cultivar bacterias, aislar, limpiar y amplificar material genético,
por lo tanto, tendrá centrífugas, refrigeradores, congeladores
a menos 20 grados centígrados, tanques de nitrógeno
líquido, máquinas de amplificación de ADN llamadas
PCR, computadoras, cámaras y microscopios.
Las becas serán otorgadas a jóvenes
de escasos recursos, en su mayoría hijos de campesinos, quienes
después se convertirán en educadores de los habitantes
más pequeños de su comunidad. “Los chicos están
encantados, trabajan muy duro, y sienten como propio el sitio”.
En octubre del 2013, durante el Congreso
de Bioquímica y Biología Molecular de Bacterias a efectuarse
en ese municipio, y donde se reunirán los mejores científicos
del país en el área, los becarios presentarán
sus primeros resultados en un simposio especial. Algunos también
han publicado en revistas especializadas, al ser parte del equipo
de científicos como Souza. Por todo ello, el proyecto es único
en México y el mundo.
Cuatro Ciénegas no es sólo
una ventana al pasado, sino al futuro. La ciencia ha logrado una gran
transformación en ese lugar y le ha dado un valor agregado
al desierto que la gente no sabía que tenía. “Los
jóvenes tienen la fortuna no sólo de haber crecido en
el lugar más extraordinario del planeta, sino de tener a un
equipo científico maravilloso que trabaja para ellos”,
finalizó Valeria Souza.
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