• Jorge Olvera Quintero, de la Facultad de Derecho de la
UNAM, señaló que en nuestro país 300 familias
detentan 80 por ciento de la inversión productiva y financiera
La situación de las cooperativas en
México es ambivalente. Existen casos exitosos y, otros, donde
el control de la directiva la tiene una sola familia desde hace décadas.
“El cooperativismo es una visión
más radical que el sindicalismo por cuanto evita los efectos
nocivos de la extrema acumulación del capital. México
es un paradigma a nivel mundial de concentración de riqueza;
en los últimos 25 años no pasan de 300 familias que
tienen el 80 por ciento de la inversión productiva y financiera”,
refirió Jorge Olvera Quintero, de la Facultad de Derecho de
la UNAM, al impartir la conferencia Los efectos socio-económicos
y jurídico-financieros en las sociedades cooperativas, en
el auditorio Benito Juárez.
Al tiempo de señalar que estas organizaciones
están contempladas en los artículos 25, 27 y 28 de la
Constitución, indicó que no han sido estudiadas como
una corriente paralela, cercana a la acción colectiva de los
trabajadores, que permita analizar y defender mejor sus intereses,
como se reconoce en la legislación.
Hay cooperativas de producción, de
servicios, de ahorro, préstamo y consumo. En los años
20 del siglo pasado, en México se dio gran impulso y aparecieron
cientos; sin embargo, desde entonces ha presentado una evolución
errática.
Hay casos que pueden ser ejemplo para resolver
problemas en el entorno social, asentó el catedrático.
Está una refresquera bien administrada, exitosa y que incrementa
su prestigio a través de la marca.
Fórmula eficaz
El catedrático está convencido
de que el cooperativismo es una fórmula eficaz para resolver
problemas sociales, pero opina que deben detectarse focos rojos para
evitar que cundan los malos ejemplos, e insistió en que en
este ámbito hay lacras que deben ser denunciadas y combatidas.
Además, ejemplificó que si
en las pesqueras sus socios están en malas condiciones, se
debe a que los intermediarios se aprovechan de su trabajo, al comprar
los productos a bajos precios y después colocarlos caros en
el mercado.
“Los cooperativistas, como trabajadores,
necesitan conocer sus derechos, pues son esencialmente núcleos
democráticos en los que la asamblea es el órgano máximo”.
En las de producción, aseguró,
los socios aportan trabajo e inversión, y como asalariados
disfrutan de seguridad social. “Por ley debe existir un apartado
o fondo de reserva de previsión social para pensiones y jubilaciones,
medicinas, guarderías y otros rubros”.
Tras el desastre económico en Argentina,
igual en dimensiones a muchas situaciones en México, los sudamericanos
salieron adelante, en gran parte debido a la fórmula del cooperativismo.
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