• Buscan establecer
el alcance de las rutas de intercambio e interacción cultural
durante el periodo Preclásico
• Analizarán tres mil 750 piezas descubiertas en la
Tumba 1, que corresponden a la más antigua de su tipo hallada
hasta el momento en Mesoamérica
Para analizar y caracterizar el conjunto
de materiales arqueológicos foráneos recuperados en
el sitio Chiapa de Corzo, así como establecer el alcance de
las rutas de intercambio e interacción cultural durante el
periodo Preclásico, académicos de la UNAM realizan un
proyecto de investigación en el que también participan
especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH), de la Universidad de San Carlos en Guatemala, y de la Fundación
Arqueológica Nuevo Mundo de la Universidad Brigham Young, Utah,
Estados Unidos.
El trabajo Jade, ámbar, perlas
y pirita: rutas de intercambio e interacción cultural en Chiapa
de Corzo durante el periodo Preclásico, está financiado
por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación
Tecnológica (PAPIIT) de esta casa de estudios, y lo encabeza
Lynneth S. Lowe, coordinadora del Centro de Estudios Mayas del Instituto
de Investigaciones Filológicas (IIFL).
Se busca analizar los materiales descubiertos
en las excavaciones de la temporada 2010, principalmente los de la
Tumba 1, que corresponden a una época muy temprana, de hace
dos mil 700 años, que hasta el momento es la más antigua
de su tipo en Mesoamérica.
“Nos enfocamos en la ofrenda funeraria,
conformada por tres mil 750 piezas que incluyen más de dos
mil 700 cuentas de jade de diferentes formas y calidades, 45 de pirita
y cerca de 50 de ámbar, así como 900 perlas y varias
conchas marinas, dos espejos de pirita, una espina de raya, fragmentos
de máscaras con ojos de obsidiana, y una veintena de vasijas
importadas”, refirió Lowe.
Es una ofrenda muy variada, si se considera
su temporalidad, que se ubica en el Preclásico Medio, hacia
el año 700 a.C.; en ese momento se empezaron a manifestar en
Chiapa de Corzo los inicios de la diferenciación social, la
estratificación y las sociedades planificadas con una organización
bien establecida, indicó.
El hallazgo ocurrió en un complejo
de observación astronómica o Grupo tipo E, lo que evidencia
que ya estaba presente una primera manifestación del urbanismo
en la construcción de los primeros centros regionales.
“Ahora nos enfocamos en los aspectos
del intercambio temprano, y lo interesante es que tenemos piezas de
muchos lugares de Mesoamérica, como la obsidiana verde que
llega del altiplano central, los espejos de pirita que pudieron proceder
de Oaxaca, jade de diversas fuentes de Guatemala, y el ámbar,
cuyo registro de su uso es el más antiguo que se tiene hasta
el momento”.
Estos descubrimientos indican que, posiblemente,
Chiapa de Corzo constituyó un señorío que controlaba
desde épocas tempranas la explotación y el comercio
del ámbar del norte de Chiapas, y a cambio, obtenía
otros insumos, subrayó la especialista.
El estudio y caracterización de los
materiales arqueológicos serán analizados mediante una
aproximación multidisciplinaria, en la que colaboran investigadores
del Centro de Estudios Mayas, y del Instituto de Física de
la UNAM; del Museo del Templo Mayor y del Centro INAH-Chiapas, del
INAH; de la Universidad de San Carlos en Guatemala, y de la Fundación
Arqueológica Nuevo Mundo de Utah, Estados Unidos.
Se realizarán análisis arqueológicos,
de composición química, de identificación de
especies biológicas y estudios de procedencia. El proyecto
inició este año y se ha programado para un trienio.
“En primera instancia, se realizará la identificación
biológica de especies de moluscos, porque hay una gran diversidad
de conchas y caracoles”, explicó la también profesora
de la Facultad de Filosofía y Letras de esta casa de estudios.
Posteriormente, agregó, se llevará
a cabo el análisis estilístico y comparativo, se visitarán
los yacimientos para realizar identificaciones con materiales de Guatemala
y trazar cómo llegaban al centro de Chiapas, donde se ubica
Chiapa de Corzo. “Es importante aclarar que en este proyecto
no hablamos de mayas, sino de grupos de lengua zoque, que fueron antecesores
de aquéllos en diversos aspectos”, precisó.
La universitaria indicó que en el
sitio encontraron antecedentes de lo que más tarde sería
el gran auge de las civilizaciones del sur de Mesoamérica;
“de hecho, entre éstas se establecerán los inicios
de las relaciones de intercambio comercial”, destacó.
Además, acotó, estos hallazgos
han evidenciado con mayor detalle a la cultura zoque, que comparada
con los mayas, olmecas y zapotecas ha sido poco apreciada, “tal
vez porque su desarrollo fue más temprano; no obstante, fueron
grupos innovadores, los primeros en iniciar la complejidad social,
en tener ciudades planificadas en el centro de Chiapas”, aseveró.
Asimismo, con los descubrimientos se refuerza
la identidad cultural de los zoques, pues todo el occidente y norte
de Chiapas sigue habitado por esos grupos, así como otras zonas
aledañas al Istmo de Tehuantepec. “Entonces, aunque su
territorio se vio restringido debido al avance de los mayas y zapotecas,
han llegado a nuestros días con la conservación de su
lengua y muchos aspectos tradicionales de su cultura”, concluyó.
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