• El conocimiento
de nuestras culturas originarias es esencial para entender nuestra
realidad como país, que es multicultural y multiétnico,
comentó la integrante del Centro de Estudios Mayas del IIFL
de la UNAM, que será investida como investigadora emérita
por esta casa de estudios
La maya es una de las más grandes
y brillantes culturas de la humanidad, por todas sus creaciones: arquitectura,
con ciudades extraordinarias; escultura, de las más refinadas
y bellas de toda Mesoamérica; pintura y conocimientos astronómicos
y matemáticos. Es una de nuestras culturas originarias, es
decir, se desarrolló sin influencia de otras civilizaciones
fuera del continente americano, estableció Mercedes de la Garza
Camino, del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL)
de la UNAM.
Aún existe mucho que no sabemos. A
pesar de sus grandes avances, la escritura no se ha descifrado en
su totalidad, por lo tanto, todavía se requiere de la interpretación.
El significado de algunos signos sigue sin comprenderse, pues es un
sistema muy complejo, entre alfabético, ideográfico
y fonético. Actualmente existen 28 lenguas mayas, con sonidos
difíciles de pronunciar, dijo la universitaria, que será
investida como investigadora emérita por esta casa de estudios.
El conocimiento de nuestras culturas originarias
es esencial para entender nuestra realidad como país, que es
multicultural y multiétnico. Hay que conocer su historia, estudiarla
a fondo, a través de las vías científicas, y
no dejarse llevar por invenciones que pretenden colocar a los mayas
como extraterrestres o profetas del fin del mundo.
La integrante del Centro de Estudios Mayas
del IIFL, compartió que sus indagaciones más recientes
están plasmadas en el libro Sueño y éxtasis.
Visión chamánica de los nahuas y los mayas, publicado
en conjunto por la UNAM y el Fondo de Cultura Económica. Tiene
como antecedente el texto Sueño y alucinación en
el mundo náhuatl y maya, traducido al francés.
Además, los libros en prensa El
legado escrito de los mayas, acerca de la literatura maya colonial,
y Palenque-Lakamha´, escrito en colaboración
con Guillermo Bernal, epigrafista de Filológicas, y Martha
Cuevas, arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología
e Historia (INAH).
Por otra parte, actualmente realiza un proyecto
sobre patrimonio cultural intangible, en el que trabaja con un equipo
para indagar acerca de ritos, tradiciones orales, festividades y costumbres
de los grupos indígenas actuales, con orígenes en la
época prehispánica.
La galardonada con el Premio Universidad
Nacional en Humanidades, en 1995, también prepara una publicación
colectiva, que recogerá los resultados del proyecto conjunto
Continuidad, cambios y rupturas en las tradiciones míticas
mayas.
Encuentro en Palenque
En 1968, después de cursar la licenciatura
en Letras Españolas, y durante sus estudios profesionales en
Historia, en la Facultad de Filosofía y Letras de esta casa
de estudios, De la Garza Camino descubrió en Palenque su vocación:
dedicar su vida a estudiar la cultura maya.
“Impresionada desde el recibimiento
de los saraguatos, subí al Templo de las Inscripciones, la
pirámide más alta de la zona arqueológica. Sentada
en la puerta del templo, en lo alto de la pirámide, decidí,
para el resto de mis días, investigar quiénes fueron
los creadores de esas maravillas”, recordó.
A su regreso, tomó el curso de Civilización
Maya, impartido por Alberto Ruz Lhuillier, descubridor de la tumba
de Pakal. Fue becaria en el Instituto de Investigaciones Históricas
(IIH), donde conoció a Miguel León-Portilla, durante
la realización de su tesis de licenciatura denominada La
conciencia histórica de los antiguos mayas. El investigador
emérito de la UNAM asesoraría a la universitaria en
sus tesis de maestría y doctorado.
La investigadora emérita del Sistema
Nacional de Investigadores (SNI), comenzó su carrera como académica
de esta casa de estudios en 1973, al impartir clases en la Facultad
de Filosofía y Letras e integrarse al Centro de Estudios Mayas
del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIF). Cuatro
años después, fue nombrada directora de dicho Centro,
cargo que desempeñó hasta 1990.
“Empecé como profesora adjunta
del curso de Civilización Maya. Al mismo tiempo, impartía
clases en el Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE). Unos
años después, asumí la dirección del Centro”.
A la par de esta responsabilidad, fue asesora
del posgrado Especialización en literaturas náhuatl
y maya, de la FFyL, implementado por ella de 1981 a 1993. Además,
también es creadora del programa de posgrado maestría
y doctorado en Estudios Mesoamericanos, que coordinó desde
su apertura en 1993, hasta 2001.
“Es un privilegio comunicar a los alumnos
las maravillas de nuestras grandes civilizaciones y lograr que se
interesen y fascinen con estas enseñanzas. Formar a jóvenes
en las disciplinas de investigación histórica es inigualable”,
comentó.
En 1997, asumió la dirección
del Museo Nacional de Antropología, cargo que desempeñó
por tres años y medio. “Estuve a cargo de la reestructuración
y actualización académica y museográfica de las
salas que lo integran, en la que participó Pedro Ramírez
Vázquez, su creador”.
Fue curadora de las exposiciones Vida
y muerte, arte funerario del Occidente de México, en España,
en 1998; I Maya, en Venecia, expuesta entre 1998 y 1999,
y Los Mayas, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en 1999.
“Nunca olvidaré el asombro de los italianos al presenciar
la travesía por el Gran Canal de Venecia de una góndola
con el Chac-mool de Chichén Itzá a bordo”.
Recientemente, se hizo cargo de la curaduría
de la exposición Stavenhagen, una pasión
por el humanismo prehispánico, que se montó en
el Centro Cultural Tlatelolco de la UNAM.
El 3 de diciembre de 2001, fue designada
directora del Instituto de Investigaciones Filológicas, cargo
que desempeñó hasta noviembre de 2009. “Por 32
años desempeñé cargos académico-administrativos
en mi alma máter”.
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