• Deforestación
y cambio climático aceleran el daño a esos ecosistemas,
en los que se extinguiría 70 por ciento de las especies endémicas
de vertebrados que allí viven, alertó Víctor
Hugo Reynoso Rosales, del IB de la UNAM
• Con su alumna doctoral Rocío Ponce Reyes, aplicó
un modelo biomatemático de predicción; los resultados
se publican en la revista Nature Climate Change
El 68 por ciento de los bosques de niebla,
ubicados en zonas altas del país, podrían desaparecer
hacia el año 2080 a consecuencia de la deforestación
y el cambio climático, alertó Víctor Hugo Reynoso
Rosales, investigador del Instituto de Biología (IB) de la
UNAM.
Junto con esos ecosistemas, también
llamados bosques mesófilos de montaña, podría
extinguirse el 70 por ciento de las especies endémicas de vertebrados
que allí viven, destacó el científico al comentar
algunos resultados del estudio que, durante los últimos cuatro
años, realizó con su alumna de doctorado Rocío
Ponce Reyes, actualmente académica de la Escuela de Ciencias
Biológicas de la Universidad de Queensland, Australia.
El trabajo, en el que también colaboraron
cinco expertos de las universidades australianas James Cook y Queensland,
así como de la Wildlife Conservation Society de Estados Unidos,
se publicó recientemente en la revista Nature Climate Change.
Gran endemismo
El bosque de niebla se distribuye en todo
México en las partes altas. Es la transición entre la
selva tropical y el bosque de encino y pino. Se trata de un ecosistema
muy dinámico, sin fronteras arbóreas definidas, como
las que generalmente distinguen a bosques y desiertos.
“Es uno de los más diversos
del país. Se distribuye en las laderas costeras, cerca de la
cumbre de las montañas, y genera un sistema de archipiélagos
(conjuntos de islas cercanas entre sí), donde no hay flujo
de animales entre una de esas porciones de tierra y la otra, lo que
deriva en mucho endemismo de reptiles, aves y mamíferos”,
detalló Reynoso en entrevista.
Heterogéneo y muy dinámico,
el bosque mesófilo incluye plantas y animales de selvas tropicales
en elevadas altitudes, y especies de ambientes fríos que migran
hacia las partes más bajas en la ladera costera. Es muy lluvioso
y frío.
Modelos de predicción
La indagación sobre los bosques de
niebla mexicanos contempla todos los nublados en varias regiones del
país, e incluye las especies de plantas y animales que viven
en ellos.
La metodología de este proyecto no
se fundamenta en trabajo de campo, donde los científicos indagan
a detalle una región específica del territorio, pues
esta vez el análisis fue global, basado en modelos de predicción,
bases de datos y mapas que combinan matemáticas con datos de
biología y climatología.
“En este tipo de estudios se generan
mapas de distribución del clima y, en función de ellos,
se sobrepone la diversidad. No requiere mucho trabajo de campo propio,
salvo para la verificación de información”, explicó.
Emplea variables climáticas muy amplias,
que se predicen en mapas muy grandes, y proveen una mirada panorámica,
en este caso, sobre los escenarios futuros de los bosques de niebla
mexicanos.
“Estos modelos mezclan el efecto que
va a tener el cambio climático solo, con ese fenómeno
sumado al cambio de uso de suelo de la zona, que inicia con la deforestación”,
precisó.
Asimismo, aplican una serie de algoritmos
matemáticos con datos climáticos de estaciones meteorológicas
del país, que comprimen información en pixeles.
Cada uno de estos últimos tiene asignado
un valor de temperatura, humedad, precipitación y otras variables;
de ahí se seleccionan las que son propias del bosque de niebla
y se diseñan los mapas específicos, que deben ser coincidentes
con lo que los sistemas forestales definen como bosques mesófilos.
A las cartas se les sobrepone información
sobre la distribución de especies faunísticas y, con
ello, se sabe cuáles son las más vulnerables a desaparecer
a futuro. “La tendencia sería que, con el cambio climático,
los pixeles en el mapa, propios de ese clima, se desplazan hacia la
punta de la montaña, en conjunto con animales y plantas endémicas”.
Reynoso explicó que si calienta el
planeta “los bosques mesófilos, que son fríos,
subirán en altitud por las montañas, donde las condiciones
atmosféricas sigan favorables, pero si el clima propicio supera
la altura de las montañas, ya no habrá más lugar
donde los bosque de niebla se puedan asentar. La tendencia sería
que los climas desérticos, del lado del altiplano, subirán
hacia las montañas, mientras que por el lado de las costas,
los mesófilos se estrangularán y las especies endémicas
desaparecerán”, destacó.
Deforestación y calor
Usualmente, estos entornos han sido de los
menos dañados por los seres humanos, porque se ubican en zonas
inaccesibles. “La tradición en el país es cortar
todos los árboles que se encuentren y tengan una función
maderable, o clarear para siembra o ganado. Eso se hace también
en los bosques de niebla, pero son los últimos en ser afectados
porque tienen pendientes de hasta 90 grados y menos accesibles que
los de pino, de encino y las selvas”, destacó.
También por esa inaccesibilidad hay
carencia de estudios biológicos. “Una vez supusimos que
tardaríamos cuatro horas en recorrer una distancia de cuatro
kilómetros, y tardamos 12”, recordó Reynoso.
A pesar de la dificultad para llegar a ellos,
muchos ya son talados y modificados en su uso del suelo. “Las
sierras de San Luis Potosí son muy explotadas para extracción
de concreto, lo que requiere tirar las montañas, además
de los árboles que contiene”, indicó.
Urgen áreas protegidas
En México solamente está protegido
el 12 por ciento de este tipo de ecosistemas, especialmente en Chiapas;
pero el 88 por ciento no cuenta con una protección que permita
impedir legalmente su creciente destrucción.
Por ello, Reynoso y Ponce proponen en su
artículo la necesidad de proteger permanentemente la Sierra
de Juárez, Oaxaca, un sitio con condiciones naturales semejantes
a las de Chiapas, pero que carece de resguardo legal.
La predicción indica que, en 2080,
quedarán 66 kilómetros cuadrados de bosque de niebla
en ese estado, donde actualmente hay cinco mil 160 kilómetros
cuadrados. Respecto a la pérdida de especies, se prevé
que, de 26, podrían sobrevivir solamente siete vertebrados;
entre las muchas que desaparecerían se encuentran las abronias,
lagartijas verdes que sólo viven en México y Guatemala.
Las áreas naturales protegidas no
concuerdan con los remanentes de bosque nublado hacia el 2080. Si
no se planifican bien esas zonas de acuerdo a nuestros hallazgos,
entonces no habrá seguridad en la preservación a futuro”,
advirtió.
La propuesta de Ponce y Reynoso es que, a
partir de estos modelos de predicción, se proyecten áreas
protegidas en sitios como Oaxaca. “Lo importante del artículo
es que son predicciones que hacemos 80 años antes. Hay tiempo
suficiente para tomar las medidas pertinentes para que no suceda.
Debemos detener la deforestación si no queremos que los bosques
de niebla desaparezcan en menos de 70 años”, concluyó
el universitario.
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