• Han pasado más
años en laboratorios y aulas que en sus hogares como madres
y abuelas, y han canjeado viajes de vacaciones por otros de trabajo
para presentar en congresos sus resultados de estudio
Además de ser madres y esposas, ellas
han dedicado la mayor parte de sus vidas a investigar el cáncer
cérvico-uterino, la diferenciación sexual a nivel genético,
el ciclo de la cisticercosis y el sistema virus-célula expresado
en padecimientos como la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica
(EPOC).
Han pasado más años en laboratorios
y aulas de la UNAM que en sus hogares como madres y abuelas, y han
canjeado viajes de vacaciones por otros de trabajo para presentar
en congresos sus resultados de estudio ante colegas de todo el mundo.
Cada una regala una amplia sonrisa, muchas
anécdotas y la satisfacción de quien cumple con una
pasión académica a prueba de esfuerzo, disciplina y
barreras de género.
Son Patricia Alonso Viveros (patóloga),
Susana Kofman Epstein (pediatra y genetista), Ana Flisser Steinbruch
(bióloga), y Beatriz Gómez García (química),
todas investigadoras de la Facultad de Medicina (FM) de esta casa
de estudios, que se reunieron para compartir experiencias.
En el auditorio Alberto Guevara Rojas de
la FM, Lena Ruiz Azuara (química), quien preside el grupo Mujer-Ciencia
desde su fundación, hace seis años, dijo que a sus cuatro
colegas las une la tenacidad, el amor por lo que hacen, la responsabilidad
y la calidad.
Diagnóstico para cáncer cervical
Alonso Viveros está vinculada a la
Universidad desde sus estudios de preparatoria en el Antiguo Colegio
de San Ildefonso, y de licenciatura en el Palacio de la Escuela de
Medicina, donde cursó la carrera de Médico Cirujano
y la especialidad en gastroenterología.
Discípula de Ruy Pérez Tamayo,
su camino de investigación dio un giro hacia la patología,
para dedicarse a la citología para detección del cáncer
cérvico-uterino, el que más muertes femeninas causa
en México pese a ser prevenible. “La patología
me interesó para hacer pruebas, identificar subtipos y relacionar
estudios del virus del papiloma humano (VPH) con el cáncer
cérvico-uterino”, relató.
En una enfermedad como el cáncer cervical,
donde la detección temprana hace la diferencia entre la vida
y la muerte, se ha centrado en el desarrollo de diagnósticos
a partir de la citología, es decir, de los cambios en la estructura
y funcionamiento de las células.
Becada por la Agencia JICA de Japón,
fundó en el Hospital General de México el Laboratorio
de Citopatología en el Departamento de esa especialidad, por
lo que esa institución la reconoció como investigadora
emérita. En la FM es profesora de Anatomía Patológica
y jefa del Laboratorio de Citopatología.
“No alcanza la vida para todo lo que
quiero investigar, pero una de las más grandes satisfacciones
es que los alumnos superen a la maestra”, comentó.
Genes y diferenciación sexual
Kofman Epstein nació en Argentina,
donde estudió la carrera de Médico Cirujano en la Universidad
de Buenos Aires. Cursó especialidades en Pediatría y
Genética Médica en Italia, Francia, Escocia y Estados
Unidos.
Un día, en la capital francesa asistió
a la Casa de México en París, donde convivían
científicos e intelectuales. “Aquello era una fiesta”,
recordó sobre el sitio donde conoció a Guillermo Alfaro,
el mexicano con el que se casó y por quien llegó a esta
tierra para continuar su carrera académica en la UNAM.
Interesada en la meiosis celular, durante
décadas ha profundizado en el estudio de la diferenciación
sexual, y ha abordado las vías de regulación del desarrollo
gonadal y la identificación de genes.
Primero desde la endocrinología, y
luego desde la genética, estudia los mecanismos regulares de
la diferenciación y también ciertas patologías,
como el hermafroditismo biológico y las anormalidades gonadales,
que en México afectan a uno de cada 20 mil recién nacidos
con genitales, a la vez, femeninos y masculinos.
En el Hospital General de México fundó
el Laboratorio de Genética, que hoy es un centro de referencia
nacional para alteraciones de diferenciación sexual.
“En la tercera edad seguimos con el
trabajo. No perdamos las mujeres lo que hemos ganado para decidir
lo que queremos hacer con nuestra vida y nuestro cuerpo”, recomendó.
Cisticercosis, insalubridad y pobreza
“He dedicado toda mi vida a la cisticercosis,
es un círculo que abrí y cerré”, sintetizó
Flisser Steinbruch, bióloga y doctora en inmunología,
investigadora del Departamento de Inmunología y Parasitología
de la FM.
Su frase se refería a que, desde que
conoció esa enfermedad ligada a la insalubridad –pues
se transmite si en muchas regiones rurales del país alimentan
a cerdos para engorda con excremento humano contaminado—, ha
desarrollado métodos diagnósticos, campañas de
prevención y proyectos de vacunación porcina para detener
el ciclo de infección de Taenia solium, un microorganismo
que forma cisticercos que causan graves daños, especialmente
si se enquistan en el cerebro.
Aunque por su origen no consume carne de
ese animal y siempre ha vivido en la ciudad, Flisser mantiene su preocupación
social que la ha llevado a estudiar un padecimiento ligado a la insalubridad
y la pobreza, y ha hecho un profundo trabajo de campo en zonas rurales
carentes de condiciones mínimas, como baños o letrinas.
“Lo más importante es la educación
para la salud”, sostuvo la universitaria, que presidirá
este año el 13 Congreso Internacional de Parasitología
en la Ciudad de México.
Sobre los costos que ha pagado para alcanzar
los más altos niveles como mujer de ciencia –entre ellos
el nivel tres del Sistema Nacional de Investigadores y el PRIDE D
de la UNAM—, señaló que éstos se resumen
en el reclamo de una de sus hijas en su niñez: “Mamá,
tu mente no nos deja estar contigo, me dijo. Pero no hay que dejar
nunca la pasión por la ciencia”.
El complejo sistema virus-célula
Gómez García se instruyó
en química “porque era lo que estudiaban las mujeres
en tiempos en que yo era joven, allá en Nuevo León”,
rememoró.
Pero esa inicial arbitrariedad fue menor
que su interés por aprender, y en el momento que terminó
la licenciatura cursó un doctorado en Alemania, en el Instituto
Max Planck, para luego iniciar su vida profesional en 1964, en Estados
Unidos.
Interesada en la virología, regresó
a México en 1971 e ingresó a la Facultad de Medicina,
donde continúa en activo, dedicada al complejo sistema virus-célula,
cuna de toda infección viral.
“Hace más de 50 años
se descubrió que el ARN también podía ser infectivo,
y que al cambiar una base se podía hacer un mutante”,
indicó.
Así que se dedicó a indagar
el control de expresión génica en el sistema virus-célula,
y la persistencia viral, a la que describió como “el
arte de encontrar lo oculto”.
Entre las aplicaciones de su estudio se encuentran
las rutas del Virus Sincitial Respiratorio (VSR), el principal agente
causante de neumonías en el mundo y de bronquitis en niños
menos de un año, así como recientes estudios sobre el
desarrollo de la EPOC, característica de los fumadores.
“Dedicarse a la ciencia es muy divertido,
porque es un constante reto intelectual”, finalizó.
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