• En su estudio
deben considerarse tanto datos ambientales como características
de las especies y sus abundancias, expuso David U. Hernández
Becerril, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología
de la UNAM
Las mareas rojas son fenómenos naturales
impredecibles y aunque su presencia se asocia a cuestiones perjudiciales,
no todas resultan nocivas o tóxicas, explicó David U.
Hernández Becerril, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología
(ICMyL) de la UNAM.
Son resultado de la proliferación
de ciertos grupos de microalgas, principalmente de dinoflagelados,
que pueden tener elevadas concentraciones de toxinas. Es posible que
su composición cambie en cuestión de horas y su presencia
dure desde días hasta semanas o incluso meses. Se manifiestan
lo mismo en el Golfo que en el Caribe o Pacífico mexicanos.
Aunque se trata de un fenómeno conocido
desde tiempos bíblicos, ha mostrado un pronunciado incremento
a partir del siglo XX, como consecuencia de dos factores, explicó
el investigador.
“Uno importante es la contaminación
de la zona costera por cuestiones no naturales, como el uso de fertilizantes
y desechos industriales y humanos, por un lado, y la presencia de
navíos y buques de carga, por el otro. Estos últimos,
al hacer intercambio de aguas para nivelar el peso, pueden arrojar
células especializadas no originarias del lugar que, al hallar
ambientes favorables, se vuelvan especies invasoras”.
Este incremento está relacionado con
el desarrollo de la industria pesquera y el turismo; sin embargo,
su aparición es impredecible. Se pueden anticipar periodos
de aparición, pero no su especie, toxicidad y abundancia, características
todavía bajo análisis.
“No sólo hay marea roja, cuyo
color va del intenso al tipo sangre, también se han identificado
cafés e incluso verdes”.
Cruceros
La Sociedad Mexicana de Planctología
y la Sociedad Mexicana para el Estudio de los Florecimientos Algales
Nocivos han resultado ser agrupaciones de gran ayuda. Los integrantes
de estos colectivos celebran foros en los que presentan trabajos y
avances de sus estudios en Ensenada, Mazatlán, Mérida
y otras ciudades del país.
Sus investigaciones se abocan a la oceanografía,
hidrología, composición de especies y cambios en el
tiempo; incluso han hecho modelados, refirió Hernández.
Los cruceros realizados en el buque oceanográfico
El Puma, con sede en Mazatlán, forman parte de un
proyecto interdisciplinario en el que participan alumnos y profesores
de diferentes institutos de la UNAM y de distintos centros de estudios
del país.
Integrada por tripulaciones de 20 individuos,
cada uno tiene una duración promedio de entre 10 y 12 días.
Algunos análisis se llevan a cabo in situ y otros
en laboratorios de Manzanillo u otras plazas de la República
mexicana.
En la travesía más reciente,
de abril de 2012, se detectaron grandes manchas de marea roja en una
vasta extensión que comprende desde Cabo Corrientes, en Jalisco,
hasta Acapulco, Guerrero.
El tamaño, forma, extensión
y tiempo de este fenómeno no puede ser determinado. “Así
como no hay patrones, las dimensiones varían de unos metros
a kilómetros, y aparecen como cordones o manchas redondas”.
La acumulación de células puede
deberse a efectos del viento, ondas internas en el mar o movimientos
de celdas de Langmuir, y año con año varían.
Por ejemplo, en 2011, particularmente caluroso, no aparecieron mareas
rojas durante el crucero, recordó David Hernández.
Adscrito a la Unidad de Ecología y
Biodiversidad Acuática del ICMyL, el investigador señaló
que en estas travesías colaboran oceanólogos, biólogos
e incluso geólogos, que aportan sus conocimientos en beneficio
de este proyecto interdisciplinario e interinstitucional.
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