• La explotación
de arenas bituminosas y esquistos van en sentido contrario a las
renovables, explicó Arón Jazcilevich, investigador
del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM
La explotación de arenas bituminosas
y yacimientos de esquistos (shale) para extraer gas y petróleo,
van en contra de la reducción de la emisión de gases
de efecto invernadero, intención que se tenía con el
aprovechamiento de fuentes renovables, explicó Arón
Jazcilevich, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.
El empleo de las primeras no es nuevo. De
hecho, su origen se remonta a los años 20 del siglo pasado,
y en Canadá su uso recobró ímpetu ante la pronunciada
baja mundial en el suministro de petróleo convencional y su
correspondiente aumento de precio.
En estas arenas, también llamadas
aceiteras, persiste una combinación de arcilla, arena, agua
y bitumen que puede transformarse en crudo sintético. Su viscosidad
es reducida mediante vapor o solventes.
En el Valle de Athabasca, Alberta, está
el mayor depósito en el mundo, por eso, Canadá experimentó
un marcado incremento en las reservas probadas de hidrocarburos. Como
las explotaciones son a cielo abierto, provocan la contaminación
de aire, tierra y agua.
Esquistos
Otra de las fuentes no tradicionales para
extraer combustible son los esquistos, rocas empapadas en petróleo,
de consistencia arcillosa y con material orgánico e inorgánico
procedente tanto de la flora como de la fauna. En EU existen depósitos
en California, Utah y Dakota del Norte, señaló el académico.
Acceder a sus yacimientos requiere perforaciones
verticales que alcanzan los seis mil pies de profundidad. Una vez
encontrados se realizan horadaciones horizontales, que junto con la
fracturación hidráulica (fracking) han hecho
posible su explotación.
Para la extracción, explicó,
se inyectan compuestos líquidos que contienen diésel.
Los costos de inversión, explotación y comercialización
son elevados, aunque se justifican por los precios del petróleo.
Para obtener este recurso primero se hicieron
las perforaciones y luego se realizaron los estudios de impacto ambiental,
que detectaron benceno en el aire, entre otros componentes dañinos.
La explotación de yacimientos en aguas
profundas, como en el Golfo de México —donde ya han comenzado
las tareas de extracción— tiene complicaciones ecológicas.
Con base en información del Departamento
de Energía de Estados Unidos, la demanda por petróleo
continuará al alza; para el año 2035 aumentará
53 por ciento, mientras que las emisiones de gases de efecto invernadero
se incrementarán en 43 por ciento.
El mismo documento fechado en 2011, señala
que en 23 años el precio por barril será de 125 dólares
y, en tres décadas, la producción puede decrecer 70
por ciento.
Así, la explotación de veneros
de crudo y gas en aguas profundas, yacimientos esquistos y arenas
bituminosas, no es compatible con la reducción de emisiones
de gases de efecto invernadero, y presenta riesgos de contaminación
en agua, aire y suelos; sin embargo, representa un enorme potencial
para satisfacer las necesidades energéticas a escala global
y es estratégica para naciones como EU, Brasil, Argentina,
Rusia, Polonia y Turquía, entre otros.
Etanol en México
Por lo que hace a la producción de
etanol en el país, el investigador del CCA informó que
en la más reciente licitación de Pemex (correspondiente
a febrero del año en curso) se dan a conocer los nombres de
las dos compañías elegidas para proveer este combustible
obtenido de la caña de azúcar.
Éstas son Destilmex, que cuenta con
ingenios capaces de generar 11 millones de litros al año en
Chiapas, y Alcoholera Zapopan, con ingenios en Veracruz y capacidad
para dar salida a siete millones de litros anuales.
Lo que ambas ponen en el mercado representa
tan sólo el 10 por ciento del plan original y este volumen
será destinado a cubrir, parcialmente, la demanda de gasolina
tipo E6 tan sólo en Chiapas y Oaxaca.
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