Boletín UNAM-DGCS-288
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 5 de mayo de 2012
           


DISEÑAN MÉTODO PARA CONOCER SUBSUELO DE ESTRUCTURAS DE INTERÉS ARQUEOLÓGICO SIN EXCAVAR

 

• Está basado en la tomografía eléctrica en tres dimensiones (3D) y se ha aplicado con éxito
• Fue diseñado Andrés Tejero, profesor de la Facultad de Ingeniería, y adecuado por el Grupo de Exploración, conformado por René Chávez Segura, Gerardo Cifuentes Nava y Esteban Hernández Quintero, académicos del IGf de la UNAM

En México, la tomografía eléctrica de resistividad en tercera dimensión no ha sido explotada en todo su potencial por la arqueología, pese a que ha comprobado su eficacia en otros ámbitos.

Así lo afirmó un grupo de académicos universitarios, que actualmente colabora con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el proyecto de Pañhú, en Tecozautla, Hidalgo, con un método de su creación, que permite conocer el subsuelo por debajo de las estructuras arqueológicas, sin necesidad de excavar aleatoriamente para encontrar información del sitio.

Para su diseño, se aplicó la técnica de tomografía eléctrica tridimensional, que implica rodear la estructura o edificio de interés mediante una serie de electrodos (varillas de cobre de 60 centímetros de longitud, enterradas en el suelo 40 centímetros, aproximadamente), que conectados mediante un cable “inteligente” a una consola, envía corriente al subsuelo en una secuencia previamente programada para medir la resistividad del subsuelo.

Las profundidades alcanzadas varían de acuerdo con la separación entre electrodos y la longitud de las líneas geofísicas establecidas. En el caso de la pirámide principal del Pahñú, se obtuvieron datos a una profundidad de casi nueve metros. “Así podemos conocer las características donde se encuentran los edificios prehispánicos sin realizar excavaciones”, precisó René Chávez Segura, jefe del Departamento de Geomagnetismo y Exploración del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.

“Empezamos a colaborar en esa zona por invitación de un grupo de arqueólogos del INAH, dirigidos por Fernando López, pues requerían conocer las razones por las que la pirámide principal sufre una serie de agrietamientos que ha provocado una peligrosa inestabilidad del edificio en su parte norte, lo que pone en riesgo su integridad”, señaló.

Entonces, explicó, se tenían que conocer las características físicas del área que sostiene esa estructura. Para ello, se rodeó en un cuadrado formado por 44 electrodos separados tres metros. Se determinó la diferencia de potencial para obtener la resistividad del subsuelo, parámetro físico fuertemente relacionado con las características del medio.

Este método fue diseñado por Andrés Tejero, profesor de la Facultad de Ingeniería (FI), y ha sido adecuado y aplicado por el grupo de trabajo de Chávez Segura. También participan Gerardo Cifuentes Nava y Esteban Hernández Quintero, académicos del IGf.

Al respecto, Tejero mencionó que la tomografía eléctrica 3D se desarrolló hacia la segunda mitad del siglo pasado, “nosotros la modificamos y adecuamos para conocer las condiciones del subsuelo en zonas urbanas y arqueológicas, donde no se puede pasar por encima de las construcciones porque se perjudica la obra o se pierde evidencia de vestigios históricos”.

Así se obtiene información sobre los parámetros físicos, porque las características que lo forman varían, tanto de manera lateral, como a profundidad. Mediante el empleo de métodos matemáticos se puede dar sentido a la información que se obtiene, y así estimar un modelo de la estructura del subsuelo, refirió Cifuentes Nava, también secretario Técnico del IGf.

Por parámetros físicos se entiende la resistividad aparente y real, que reflejará las características de las estructuras que se encuentran a profundidad, indicó.

Con esta aplicación, prosiguió, se ofrece información a la autoridad competente, para que tome decisiones que podrían estar enfocadas a acciones de protección civil. En el caso de la arqueología, sirve para que los expertos sepan exactamente dónde tienen que excavar, y así evitar una búsqueda aleatoria.

En el caso del Pañhú, apuntó, “en un principio nos pidieron apoyo para dos pirámides que ya habían sido exploradas, por lo que los arqueólogos fueron capaces de indicar el lugar preciso para el estudio geofísico”. Ahora, en una segunda fase, la labor se enfocó a un cuerpo no examinado y los resultados indicarán los sitios a indagar y excavar.

Hernández Quintero, jefe del Servicio Magnético del IGf, expuso que con este método se han resuelto varios problemas, que van desde la parte de la arqueología, hasta la elaboración de mapas de fracturamientos y de subsidencia del subsuelo, sin necesidad de hacer pozos, y que indican las zonas de riesgo en áreas urbanas.

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Fotos


Esteban Hernández, René Chávez, Andrés Tejero y Gerardo Cifuentes.


Pirámide principal de Pañhú, en Tecozautla, Hidalgo.