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Elaboran universitarios biblioteca de referencia de ‘códigos
de barras genéticos’ para este grupo de plantas suculentas
• En un futuro permitirá monitorear el estado de poblaciones
sujetas a tráfico ilegal
• Este tipo de estudios puede sustentar una reconfiguración
del ‘concepto de especie’ en biología
Saber cuántas especies biológicas
hay en la Tierra es clave para su sobrevivencia, pues contar con una
base taxonómica amplia para hacer estimaciones, en particular
de las que están en peligro de extinción, permitirá
establecer mejores políticas de conservación, advirtió
Francisco Vergara Silva, investigador del Instituto de Biología
(IB) de esta casa de estudios.
Junto con Jerónimo Reyes y Omar González,
de la misma entidad, Vergara trabaja en la elaboración de una
biblioteca de referencia de códigos de barras de ADN de crasuláceas
de México. En esta investigación colabora María
Kuzmina y otros científicos de la Universidad de Guelph (Canadá),
institución que promueve este tema a nivel internacional.
Para la primera etapa de la generación
de esta biblioteca bioinformática, se seleccionaron muestras
de 90 especies definidas con criterios taxonómicos tradicionales,
pertenecientes a cinco géneros (Echeveria, Pachyphytum
y Thompsonella, entre ellos) de la Colección Nacional
de Crasuláceas del Jardín Botánico de esta casa
de estudios.
En este material se analizaron dos regiones
codificantes del genoma del cloroplasto (denominadas rbcL
y matK), así como un segmento adicional del genoma
nuclear (el ITS2).
“El gen rbcL es la región más
empleada para hacer sistemática molecular en plantas, pero
su variación en crasuláceas ha resultado ser baja. En
cambio, matK e ITS2 poseen mayor información”,
indicó el taxónomo universitario.
La fase concluida de esta biblioteca (que
no sólo contendrá datos moleculares, sino también
información morfológica y biogeográfica de los
especímenes) ya permite a usuarios de todo el mundo la identificación
molecular de varias especies de crasuláceas mexicanas, a través
del portal de Internet Barcode of Life Database (BOLD).
El hecho de que el Jardín Botánico
del IB tenga una base de datos moleculares para la familia Crassulaceae
y otros grupos taxonómicos con altos índices de diversidad
en México, permitirá monitorear el estado de poblaciones
o especies saqueadas, así como identificar rápidamente,
por ejemplo, materiales que fueron confiscados.
Nuevas especies, nuevos ‘conceptos
de especie’
Al impartir el seminario De los fósiles
vivientes a las suculentas útiles: conservación, códigos
de barras y taxonomía integrativa en cycadas y crasuláceas
de México, Vergara constató el hallazgo de una
especie nueva de Pachyphytum, en proceso de descripción
formal desde la UNAM.
El investigador comentó que la evidencia
molecular que sustenta esta propuesta taxonómica corrobora
algunos caracteres morfológicos previamente registrados por
Jerónimo Reyes. Asimismo, advirtió que este empleo conjunto
de diversas fuentes de datos biológicos para el descubrimiento
de nuevas especies es compatible con la noción de ‘taxonomía
integrativa’ sugerida por Rob DeSalle y colegas del American
Museum of Natural History (Nueva York).
Mediante el uso del programa bioinformático
CAOS, empleado por DeSalle y su grupo, Vergara ha establecido los
códigos de barras genéticos de las crasuláceas
estudiadas. Esta herramienta ya había probado ser útil
en sus investigaciones previas con cycadas mexicanas (especialmente
del género Zamia), publicadas recientemente en
Cladistics, Mitochondrial DNA, y Revista Mexicana de Biodiversidad.
Al considerar el trabajo en ambos grupos
de plantas, sugiere que la investigación en códigos
de barras de ADN ligada a las ideas de taxonomía integrativa
“abren la posibilidad de desarrollar un nuevo concepto de especie”.
En este sentido, el universitario explora
el empleo de la epistemología formal para definir un concepto
‘coherentista’ de especies biológicas. Es un trabajo
de filosofía de la ciencia que, al basarse en descubrimientos
empíricos, puede contribuir a resolver una de las preguntas
más antiguas en la biología.
Cambio climático y el ‘impedimento
taxonómico’
En el auditorio del Jardín Botánico,
indicó también que las cycadas se pusieron recientemente
de moda en el ámbito internacional, pues –según
un estudio internacional– no son, como se pensaba, “fósiles
vivientes”.
Evidencias paleobotánicas indican
que estas plantas se originaron hace aproximadamente 270 millones
de años; sin embargo, pruebas de datación con base en
datos moleculares muestran que, a pesar de su origen en el Mesozoico,
las especies vivientes no son mucho más viejas que 12 millones
de años.
La relevancia de este estudio filogenético
en cycadas no es sólo la modificación de nuestra visión
de su evolución, sino que colabora en una nueva perspectiva
acerca de la manera en que procesos planetarios, como el cambio climático,
han afectado la biodiversidad.
Finalmente, se refirió a un problema
internacional ligado a la conservación biológica y al
peligro de extinción de especies: el impedimento taxonómico.
Cada vez, afirmó, hay menos taxónomos,
que son los especialistas en describir la diversidad biológica.
La disminución de estos expertos agudiza el problema de la
extinción de las especies, que es causada principalmente por
procesos antropogénicos de destrucción de ambientes
naturales. “Lamentablemente, estamos imposibilitados para documentar
con suficiente rapidez la biodiversidad que desaparece día
con día, porque cada vez hay menos personas preparadas para
ello”
Pese a su importancia científica,
la taxonomía es a veces despreciada. Esto es paradójico
“y debería cambiar. Si no se clasifican los organismos,
¿cómo podríamos comunicarnos sobre ellos entre
culturas, y cómo podríamos hacer estudios de evolución,
conservación y complejidad biológica?”, concluyó.
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