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Los programas respectivos tienen que ir orientados, fundamentalmente,
a niños y jóvenes, plantearon expertos en el Foro
Internacional sobre Políticas de Regulación del Consumo
de Drogas
Para obtener resultados efectivos y no pasivos,
los programas de prevención de consumo de estupefacientes deben
ir dirigidos, fundamentalmente, a niños y jóvenes, pues
ello representa beneficios económicos y de salud pública,
externaron expertos en el Foro Internacional sobre Políticas
de Regulación del Consumo de Drogas.
Como objetivo primordial para inhibir el
crecimiento del consumo destaca que, después de la primera
experimentación –alrededor de los 12 años de edad-,
debe impedirse el uso habitual de las drogas, expuso José García
del Castillo Rodríguez, en la mesa Prevención de las
adicciones.
El director del Instituto de Investigaciones
de Drogodependencia de la Universidad Miguel Hernández de Elche,
de España, dijo que si bien no se puede detener el primer contacto
y el consumo repetido, se debe demorar al máximo. “Todo
lo que se aleje a los 15 años traerá como beneficio
que la patología disminuya, de lo contrario, se duplicarán
los efectos negativos”.
Por su parte, Eunice Rendón, coordinadora
del Seminario de Derecho y Ciencia, del Instituto Tecnológico
Autónomo de México (ITAM), refirió que las políticas
de prevención constituyen el elemento más importante
en salud pública. Por cada dólar que se invierte en
prevención, se ahorran 10 en tratamiento, refirió.
En su turno, Eric Manheimer, director médico
en el Departamento de Medicina del Centro Médico Langone de
la Universidad de Nueva York, expuso que la lucha contra el consumo
será exitosa si las campañas preventivas se dirigen
de mejor manera a jóvenes y niños, si los padres tienen
un mejor monitoreo de sus hijos y ejercen su autoridad, y si se cuenta
con verdaderos especialistas.
La mesa fue moderada por Héctor Fernández
Varela, director de Servicios Médicos de la UNAM, quien aseguró
que la prevención es la mejor forma de atacar un proceso patológico.
Diagnóstico y tratamiento
En la mesa Diagnóstico y tratamiento
de las adicciones, André van Gageldonk, ex investigador
principal del Instituto Trimbos, e integrante de la Sociedad Holandesa
de Salud Pública y Atención Médica, sostuvo que
en este ámbito los objetivos deben ser modestos: no debe abandonarse
a la abstinencia como un fin, pero tampoco debe ser la única
meta.
“Una reducción en el uso puede
crear ventajas para la salud pública”. El especialista
mencionó nuevos tratamientos experimentales en Holanda, con
resultados prometedores, como la estimulación magnética
transcraneal y la estimulación cerebral profunda.
Jesús del Bosque Garza, director del
área de Psiquiatría Infantil del Hospital Infantil de
México Federico Gómez, señaló
que según diversos análisis epidemiológicos internacionales,
que coinciden con los nacionales, alrededor de 76 por ciento de los
varones, y 65 de las mujeres que reunían criterios para el
diagnóstico de un trastorno por abuso o dependencia, tuvieron
por lo menos uno adicional, como los trastornos fóbicos, depresión
mayor, o abuso y dependencia del alcohol.
También, se ha visto que alrededor
del 50 por ciento de los enfermos que acuden a tratamiento por un
trastorno psiquiátrico presentan alguna adicción, añadió.
La socio-posdoctorante en el Centro de Investigación
sobre Adicciones del Departamento de Farmacología y Toxicología
de la Universidad de Texas, en el área médica, Noelle
Catherine Anastasio, recordó que la adicción es una
enfermedad cerebral que comienza con un consumo y avanza hasta la
compulsividad, y si no se trata, puede durar toda la vida. Empero,
en Estados Unidos sólo el uno por ciento de la gente que requiere
tratamiento –que debe ser hecho a la medida de cada paciente–,
lo recibe.
Amaya Ordorika Imaz, estudiante de la Facultad
de Psicología de la UNAM, e integrante del capítulo
México de la Asociación Students for Sensible Drug Policy
y ReverdeSer Colectivo, expuso la necesidad de una nueva política
de salud pública que facilite el diagnóstico y tratamiento
de adicciones, basada en dos ejes fundamentales: la necesidad de incluir
una perspectiva de juventud, la ampliación de las libertades
y el incremento de las responsabilidad en los ámbitos individual
y colectivo.
La mesa fue coordinada por el director de
la Facultad de Medicina, Enrique Graue Wiechers, quien indicó
que las ganancias que implica la distribución y consumo son
de tal magnitud, que obligan al Estado a gastar grandes cantidades
de dinero en su combate y, paradójicamente, se ha dejado de
invertir en salud.
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