• Por su heterogeneidad, no
hay un solo estado, sino múltiples, que responden a factores
biológicos, sociales, culturales, políticos y económicos,
dijo Rosaura Avalos Pérez, de la ENTS de la UNAM
De acuerdo con datos de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en
1950 el porcentaje de envejecimiento entre la población mexicana
fue de 7.1 por ciento; en 1975 descendió a 5.7, en 2000 subió
a 6.9; en 2025 se incrementará a 13.9 por ciento, y en 2050,
a 26.5 por ciento.
Según el Instituto Nacional de Estadística
y Geografía (INEGI, 2000), se estima que en 2020 se vivirán,
en promedio, 78 años, y 81, en 2050; “es decir, para
entonces más de la cuarta parte de la población en México
será vieja”, afirmó Rosaura Avalos Pérez,
académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de
la UNAM.
Las proyecciones de vida son mayores para
las mujeres: en 2030 podrán vivir, en promedio, 80 años
o más; en tanto que ellos, sólo 76.6.
Actualmente, nueve por ciento de la población
total en México es adulta mayor (60 años o más);
de ésta, 9.7 por ciento son hombres y 12.6 mujeres (en el Distrito
Federal, el porcentaje es de 11 por ciento, aproximadamente).
“Dentro del mismo DF hay delegaciones
políticas con un porcentaje de envejecimiento de más
de 15, como la Benito Juárez, y en otras no llega a ocho por
ciento, como Milpa Alta, Tláhuac y Cuajimalpa”, refirió.
La vejez es una construcción social
y cultural que las sociedades y los individuos reconfiguran y asumen
de manera distinta a lo largo de las diversas épocas.
Por su heterogeneidad, no hay una sola vejez,
sino múltiples, que responden a diferentes factores: biológicos,
sociales, culturales, políticos y económicos, entre
otros. De este modo, implica no sólo considerar la edad, sino
también las relaciones personales y la interacción social,
así como la percepción que en el imaginario colectivo
se tiene de esa condición.
En ese mosaico, la vida en las urbes es diferente
a la de zonas rurales o de comunidades indígenas. Todos experimentan
distintos procesos.
Avalos Pérez realiza el proyecto “Calidad
de vida y ciudadanía en la población adulta mayor en
México”, un estudio de la política del gobierno
del DF hacia ese sector que vincula tres ejes: calidad o condiciones
de vida, envejecimiento y vejez, y ciudadanía.
“Quiero saber cómo se construye
la ciudadanía en la vejez, cómo se sienten y son vistos
y percibidos los viejos en la capital del país a partir de
la política social del gobierno, y si son sujetos de derecho
o de atención”, indicó.
Para ello, la académica busca respuestas
en tres grupos de discusión con características demográficas
y educativas diversas: uno comunitario de la delegación Tlalpan,
otro de jubilados y pensionados del ISSSTE, y uno más que cursó
un diplomado en educación para la vejez en el Centro de Educación
Continua de la ENTS.
Con una metodología cualitativa, la
universitaria se ha dedicado a escuchar la voz de los viejos del DF,
a partir de lo que ha surgido una serie de textos que contienen las
valoraciones, los sentimientos, juicios y percepciones de su proceso
y calidad de vida.
“La ciudadanía implica una relación
dinámica, participativa, en la que la persona tiene la capacidad
de ejercer sus derechos sociales (a la salud, a la educación,
a un trabajo digno y remunerado), y el Estado, la de ofrecer las condiciones
para ello”.
Más que un análisis minucioso
de los programas (de atención médica domiciliaria, de
prevención de la violencia y de difusión de los derechos
humanos), analiza a qué punto están perfilados y qué
tanto fomentan la ciudadanía y la calidad de vida.
Los textos en que se encuentran insertas
las voces de los tres grupos están en la fase de análisis,
por lo que aún no hay resultados de lo que piensan acerca de
qué tanto mejoran su calidad de vida los programas sociales.
Sin embargo, con base en una investigación
que realizó como parte de su maestría en 2003, mencionó
que al menos la pensión universal (alimentaria) genera un apuntalamiento
de la economía doméstica de algunos de los grupos de
adultos mayores.
“Para otros no significa prácticamente
ningún beneficio económico porque no lo necesitan; pero
en ambos casos, esas personas ejercieron su derecho de recibirla.
Quizá debido a las condiciones de la Ciudad de México
y a los programas mencionados, los adultos mayores que residen aquí
han experimentado una mejoría económica, pero no tienen
una elevada calidad de vida”.
Así, gran parte de la vida del grupo
comunitario de Tlalpan, que picó piedra para construir su colonia,
su escuela e iglesia, gira en torno a lo doméstico y a las
relaciones intergeneracionales y de género en la familia.
El de jubilados y pensionados del ISSSTE,
integrado por personas que dirigen grupos en distintas delegaciones,
es más gremial y se organiza para beneficio de sus miembros.
En cambio, el que cursó el diplomado
está más preocupado por compartir con otros adultos
mayores el conocimiento adquirido: primero con familiares, luego con
vecinos, pero también con personas de otros ámbitos
sociales.
“Este diplomado brinda elementos para
la reflexión y ayuda a adquirir mayores habilidades y actitudes
positivas para vivir esta etapa de la vida. Consta de 10 módulos
en los que se abordan temas de salud (física y metal), activación
física, alimentación y sexualidad, así como cuestiones
sociales y legales”, finalizó Avalos Pérez.
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