• Elaborado con miel, jalea
real, polen, propóleo y larvas de abejas reinas o zánganos,
el preparado es una alternativa natural de reemplazo hormonal
probada con éxito en ratas de laboratorio por Patricia
Vergara Aragón, de la Facultad de Medicina de la UNAM
• Jorge García Macedo, investigador del Instituto
de Física; Gina Prado Prone, estudiante de maestría,
y Guadalupe Valverde Aguilar, investigadora del IPN, realizaron
el análisis por espectroscopia infrarroja
Una mezcla de miel, jalea real, polen, propóleos
y larvas de abejas (reinas o zánganos) reduce los efectos de
la menopausia y la andropausia, reveló un estudio experimental
realizado durante siete años por científicos de la Facultad
de Medicina (FM) de la UNAM.
El preparado apícola, ensayado por
Patricia Vergara Aragón, académica de la FM, es una
alternativa natural de reemplazo hormonal probada en varios ensayos
con ratas de laboratorio, que una y otra vez han dado muestra de los
beneficios en hembras y machos.
“Hace siete años me invitaron
a participar como jurado en un concurso de prototipos, organizado
por la Dirección General de Educación Técnica
Industrial de la Secretaría de Educación Pública.
Ahí conocí a Sarahí Meléndez Rosales,
una estudiante de preparatoria que desarrolló una mezcla interesante
con productos, pues sus padres son apicultores.
“Ellos pretendían comercializarla,
incluso exportarla si era posible, aunque su propuesta era tener un
producto para reducir el peso corporal; me preguntaron qué
podían hacer, pues les pedían experimentos en animales
o personas. Les ofrecí ayuda y pocos días después
la familia me visitó en las instalaciones de la UNAM”,
recordó.
En su laboratorio, la investigadora acordó
iniciar las investigaciones pertinentes para conocer las propiedades
de la mezcla. Para ello, solicitó su análisis físico-químico,
microbiológico, nutricional, toxicológico y cromatográfico,
además, un reporte sobre las características sensoriales,
granulométricas, pruebas de control de calidad, almacenamiento
y conservación (Facultad e Instituto de química). Simultáneamente,
realizó una búsqueda de información bibliográfica
relacionada con cada uno de los componentes.
Con el reporte químico y un resumen
bibliográfico, decidió probar los efectos en un modelo
de menopausia inducida en ratas.
“Empleamos hembras de la cepa Wistar,
de ocho meses de edad; les aplicamos pruebas de locomoción,
memoria de corto y largo plazo (MCP y MLP). Se determinaron los perfiles
hormonales antes y después de la menopausia inducida, que consiste
en extirpar quirúrgicamente los ovarios”, detalló.
El lote de animales se dividió aleatoriamente
en tres grupos: uno, control (placebo); dos, grupo con cirugía
sin tratamiento apícola, y tres, grupo con cirugía,
más tratamiento apícola.
“Al término, observamos que
el grupo con ovariectomia, que recibió el preparado, había
recuperado su actividad locomotora, el perfil hormonal no presentó
diferencias estadísticas con respecto al grupo control, y la
memoria no se alteró”, describió.
Con respecto al grupo de andropausia inducida,
se emplearon ratas de ocho a 12 meses de edad, sedentarias y con sobrepeso.
“Después de recibirlo durante 28 días consecutivos,
cada vez se volvían más activas, algo que fue evaluado
con la tarea de campo abierto (cada siete días), su libido
aumentó, y el nivel de hormonas en sangre se incrementó
con respecto a los previos al consumo”, señaló.
Vergara Aragón relacionó ese
primer resultado con la población nacional en edad de padecer
los trastornos de la menopausia o andropausia. “El censo del
INEGI de 2010 reportó que somos aproximadamente ocho millones
de mujeres, y siete y medio millones de hombres de 45 a 59 años.
En el país, la esperanza de vida es de 79 años, así
que aún hay una larga vida por recorrer una vez que se han
iniciado los cambios hormonales.
“Por ello, es relevante preguntarnos
sobre las implicaciones y calidad de vida más allá de
este periodo, porque los millones de residentes en el territorio que
tienen alteraciones hormonales por estos procesos, que además
son normales, no reciben atención médica” destacó.
Reemplazo hormonal
Aunque dos de cada 10 mujeres en México
transcurren esa etapa como asintomáticas, el resto requiere
de tratamiento. Es recomendable enfatizar la importancia de un enfoque
global, en lo que podría ser la crisis femenina en la madurez
de la vida.
Entre los síntomas del climaterio
destacan los bochornos (sofocos de calor o trastorno vasomotor), y
aunque no se conoce exactamente su causa, existen algunas teorías
que los relacionan con la serotonina cerebral. En esto se basan los
medicamentos antidepresivos, que podrían presentar otros efectos
secundarios al ser empleados por periodos prolongados, indicó.
También aparecen trastornos en el
estado de ánimo como irritabilidad, llanto fácil, tristeza,
depresión, aumento de peso, resequedad de mucosas, dolor al
contacto sexual, disminución del apetito sexual, alteraciones
en la memoria, hipertensión, osteoporosis, e incremento en
la incidencia de infartos, entre otros.
En los varones, la pérdida hormonal
ocurre gradualmente y llega a ser imperceptible por años. Las
consecuencias de la depleción hormonal son, entre otras, cambios
en el estado de ánimo, trastornos del sueño, disminución
en la masa y tono muscular, probable modificación en la distribución
de la grasa, calvicie, aumento en la predisposición al cáncer
de próstata, osteoporosis, infartos, o deterioro en la calidad
de las erecciones.
“Por cuatro décadas el cuerpo
se acostumbra a ciertos niveles hormonales, que se reducen abrupta
o paulatinamente de los 45 a los 55 años de edad, lo que provoca
un síndrome de privación, como el que ocurre al dejar
el tabaco o las drogas”, ejemplificó.
La idea de la universitaria es crear un producto
que funcione como reemplazo hormonal, sin los efectos secundarios
que producen los tratamientos comerciales. “Sin embargo, debemos
recalcar que la indicación siempre debe ser individual y controlada.
Nuestros estudios refieren que este producto es una alternativa que
no reporta efectos adversos, es de bajo costo, hecho en México
para los mexicanos, con una alta eficacia”, precisó.
Componentes
Con sus alumnos Norma Zarraga Galindo (hoy
egresada de Medicina), Leonardo Eduardo Domínguez Marrufo,
Patricia Ibarra Guerrero, René Eduardo Oviedo García,
Víctor Manuel Silva Calvo, Gilberto Solorza Buenrostro, Monserrat
Pizarro Rodas, todos de la carrera de Medicina; Brenda Osorio Hernández,
de la ENP, y Liliana García Mondragón, de Psicología,
se continuó con el análisis del compuesto.
En esa labor también participaron
colaboradores de la UNAM y de otras instituciones, como Emma Rodríguez
Maldonado, investigadora del Instituto Nacional de Cardiología
(quien realizó los perfiles hormonales), así como Irma
Elena López Martínez, Beatriz Hernández Téllez
e Ivon Sánchez Cervantes, histólogas de la FM.
“Nuestra mezcla apícola contiene
vitamina A, C, E, complejo B, minerales, ácidos grasos insaturados,
aminoácidos esenciales, hormonas, antioxidantes y fitoestrógenos.
Aunque todos los constituyentes son importantes, las cantidades apropiadas
son bajas, y los efectos benéficos podrían ser resultado
de una acción sinérgica de todos sus componentes”,
explicó.
Para analizar cada ingrediente y su cantidad
en el producto final, participaron Jorge García Macedo y Gina
Prado Prone, del Instituto de Física (IF) de esta casa de estudios,
y Guadalupe Valverde Aguilar, actualmente en el CICATA-Legaria, del
IPN.
En el Laboratorio de Fotónica de Geles,
que dirige García Macedo, se midieron las propiedades del compuesto
para caracterizarlo, pues tradicionalmente se conocen algunas de sus
propiedades, porque hay personas que consumen regularmente ingredientes
parecidos, pero sin control de calidad.
En busca de la proporción más
eficiente, emplearon técnicas ópticas. “Con espectroscopia
infrarroja medimos la mezcla y sus componentes, para observar qué
espectros nos daba cada uno y el resultante. Así, analizamos
varias composiciones y lotes”, explicó García
Macedo.
También, refirió la importancia
de homologar el producto final, pues sin calidad hay cambios de un
lote a otro, lo que altera la respuesta de los consumidores. “Para
dar credibilidad es indispensable un buen control, y eso requiere
de técnicas para analizar. Esa fue mi intervención”,
relató.
Con la espectroscopia, que distingue las
vibraciones de los enlaces de las moléculas presentes en un
compuesto, generó espectros característicos para identificar
si la cantidad y sus componentes eran iguales o tenían variaciones.
Este análisis también define
las variables del proceso, es decir, si en los ingredientes hay diferencias,
que dependen del momento en que se preparan o del origen de cada uno.
Con ello, se puede tener confiabilidad. Entonces, el siguiente paso
es realizar pruebas en humanos.
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