• La agricultura es el principal
consumidor del recurso en el mundo, y alrededor del 80 por ciento
que se utiliza en el país se va a la producción
de alimentos
El agua está relacionada con la suficiencia
alimentaria, pues evidentemente si no la hay, no se genera producción
en el agro. El problema en México es muy grave, y buena parte
reside en que los habitantes -no sólo para el recurso, sino
para muchas cosas- nos acostumbramos a los “bomberazos”,
dijo Ramiro Rodríguez, del Instituto de Geofísica (IGf)
de la UNAM.
No hay proyectos nacionales a largo plazo
que consideren posibles escenarios extremos para enfrentar sequías,
o el exceso del líquido por las intensas lluvias en algunas
regiones del país.
Agricultura, principal consumidor
Se conoce que la agricultura es el principal
consumidor en el mundo, y que alrededor del 80 por ciento que se utiliza
en México se va a la producción de alimentos.
Para el académico, si eso es parte
del problema, entonces se debe buscar la manera de resolverlo, quizá
con la tecnificación, la mejora de los sistemas de riego, o
con el estudio de la posibilidad de cambiar o introducir cultivos
rentables.
Por ejemplo, muchos países que siembran
caña de azúcar dedican una parte importante de su producción
al etanol como biocombustible. En México, se podría
empezar a cosechar más caña en regiones que se dedican
a otros productos.
Ahora bien, a los agricultores no se les
ha dado la atención necesaria para que experimenten otros sistemas
–por goteo o aspersión controlada–, de cultivo
-como la hidroponía-, o para que hagan cambios de uso del líquido.
“Algunos utilizan el recurso de los pozos, en lugar de obtener
aguas residuales tratadas para riego”.
Cualquier solución se verá
reflejada en los precios de los productos, “pero esto debe entrarnos
en la cabeza porque en la nación la población entera,
sin saberlo, sobrevive con subsidios en los alimentos”, indicó.
“No pagamos los costos reales, pero es el productor agrícola
el que al final paga los platos rotos, porque buena parte del subsidio
va a los consumidores”.
Además, una cantidad considerable
de los alimentos se desperdicia, con un costo no precisamente para
el que lo hace, sino para el productor y la nación, pues a
fin de cuentas, lo que se dilapida es agua.
Hemos vivido una falacia de que somos grandes
productores de alimentos. En algún momento de nuestra historia
sí hemos sido autosuficientes en algunos granos, pero objetivamente,
no tenemos las condiciones adecuadas para serlo, consideró.
Agua subterránea
En México no existen recursos hídricos
superficiales suficientes, por lo tanto, dependemos prácticamente
del 70 por ciento del agua subterránea. “Esto significa
que deberíamos tener ubicados, medidos y estudiados, los acuíferos
de nuestro territorio y preservar su calidad, porque son nuestras
reservas, de ahí es dónde saciamos nuestra sed”,
apuntó.
Además, no se tiene una institución
abocada sólo al agua subterránea, dedicada a organizar
esfuerzos y trabajos, porque no todas las áreas de investigación
en esa materia están cubiertas.
Si se habla de la subterránea, no
se refiere a la que llovió ayer, aclaró. En algunas
urbes del centro del país, la que llueve y se infiltra puede
tardar docenas o cientos de años para terminar en un acuífero.
En algunas áreas del centro-norte,
los pozos tienen entre 500 y 700 metros de profundidad, pero en Monterrey
algunos de abastecimiento tienen kilómetros de profundidad;
entonces, el recurso extraído es más costoso, y a mayor
profundidad puede estar contaminado con arsénico de manera
natural, con flúor, boro o litio. El que tiene el primer elemento
constituye un grave problema, pero como no tiene un efecto inmediato,
no se le da la relevancia debida.
Sistema doble de drenaje
En algunos países hay un sistema doble
de drenaje. Uno para el agua residual y otro para la de lluvia, a
fin de evitar que esta última se mezcle, y sea más fácil
almacenarla, tratarla, manejarla, y disponer de ella para otros usos.
En la ciudad capital, el líquido pluvial
no se aprovecha, porque se une con el residual. En esos días
salen hacia el exterior de la cuenca entre 35 y 40 metros cúbicos
por segundo de agua de lluvia mezclada.
En los territorios con sistema doble de drenaje,
el que captura el líquido residual se dirige a una planta de
tratamiento, y el que capta el de lluvia va a otra planta, a un sistema
lagunar artificial o a una presa, lo que permite que su tratamiento
sea mucho más barato, sencillo, y que se puede usar en la misma
ciudad o en la agricultura, concluyó.
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