• Se presenta antes de que los
pequeños tengan la capacidad cognitiva para analizar la situación
y ser conscientes de lo que sucede, afirmó Ena Niño,
académica de la FP de la UNAM
En las sociedades urbanas, el erotismo sexual
precoz es cada vez más común. Se presenta antes de que
los pequeños tengan la capacidad cognitiva para analizar esta
situación y estar conscientes de lo que sucede, afirmó
Ena Niño, académica de la Facultad de Psicología
(FP) de la UNAM.
Se registra por el impacto de los medios
masivos de comunicación, básicamente la televisión,
donde algunos programas que se transmiten “están totalmente
sexualizados y erotizados en lo sexual, no en lo sensual”.
La experta explicó que el erotismo
es la vivencia de placer corporal sensual y no sólo experiencia
de placer sexual genital; está referido a todos los órganos
sensoriales. Es decir, obtenemos placer a través de la vista,
con la lectura o un paisaje, a partir de nuestra posibilidad de oler
y disfrutar aromas; por el gusto, a través de la comida; del
tacto, a partir del contacto físico, con las caricias. “Hablamos
de todo el potencial sensorial y, por lo tanto, sensual, que tiene
el cuerpo”.
Los humanos somos seres sensuales, y desde
nuestro nacimiento tenemos un erotismo potencial, que puede ser visual,
auditivo, gustativo, táctil u olfativo.
El sexual es uno más de los placeres eróticos que tiene
el cuerpo, donde se integran todos los sentidos, aunque pueden existir
experiencias muy placenteras y otras insatisfactorias o molestas.
“No todos los encuentros sexuales son eróticos”.
En el caso de los pequeños, tienen
acceso a programas de televisión muy sensuales, con un impacto
auditivo y visual importante. Sin embargo, también pueden ser
erótico-sexuales, así anticipan en muchos años
la información que reciben y que no tienen la capacidad de
comprender; por ejemplo, por qué hay gritos o gemidos, que
pueden confundir con expresiones de dolor.
Lo mismo ocurre en películas o videos,
con imágenes sexualmente explícitas, que muestran intercambios
corporales, estimulación táctil, acercamiento de los
cuerpos y besos.
Se suman a este panorama otros medios, como
Internet, donde las redes sociales facilitan la pornografía
infantil, la trata de niños o la prostitución. Los chicos
no se dan cuenta que son filmados, y si lo hacen, se saben en situación
de riesgo y aflora el miedo de saber que hacen algo indebido, lo que
obstaculiza la comunicación con los padres o familiares, y
se quedan callados.
Pareciera que este manejo erótico
sensual, pero sobre todo sexual, de la exhibición del cuerpo,
satisface muchas de las necesidades afectivas que en las relaciones
e interacciones directas, personales, no se logran cubrir, sostuvo.
Ante tal panorama, dijo, los padres de familia
deben estar atentos y muy pendientes de lo que ven y escriben sus
hijos, de lo que reciben o envían.
Lo benéfico, opinó, sería
que la tecnología sirviera como un punto de encuentro, de contacto
personal entre adultos y jóvenes; que los chicos enseñen
a sus mayores, por ejemplo, a usar el correo, a investigar un tema,
y que ellos, a su vez, les auxilien en sus tareas.
La mejor medida preventiva contra fenómenos
como la explotación sexual de los menores es la comunicación
con ellos, fomentar la convivencia, la escucha activa (dejar que el
otro hable y ponerle atención) y la resolución de conflictos
de manera amigable, no con rivalidad, concluyó.
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