• Se trata de un fenómeno
en aumento, y no sólo en relación con el crimen organizado,
sino que atenta contra las mujeres, los adultos mayores y en las
escuelas, entre otros, explicó René Jiménez
Ornelas, del Instituto de Investigaciones Sociales
México requiere una política
social que afronte los problemas educativos, de empleo, seguridad
y salud, pues sin estos elementos, se propicia el crecimiento de la
violencia, advirtió René Jiménez Ornelas, del
Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
No hay acciones integrales que incluyan la
prevención, señaló, aunque se trata de un fenómeno
en aumento, y no sólo en relación con el crimen organizado,
sino que atenta contra las mujeres, los adultos mayores y en las escuelas,
entre otros.
El especialista aclaró que todos los
humanos tienen agresividad como elemento de sobrevivencia; en cambio,
la violencia no es biológica, sino aprendida. De ese modo,
hay niños que provienen de núcleos familiares tranquilos
y, sin embargo, por su contexto social se vuelven violentos.
De ahí, la necesidad de impulsar acciones
sociales encaminadas a eliminar los elementos que producen el fenómeno,
y que como política general, aún no existen. También,
es necesario un cambio de modelo económico, pues el actual
genera desigualdades sociales.
Con esa transformación, también
se prevendría que los jóvenes se incorporen al crimen
organizado, dándoles oportunidad de estudio y empleo. De igual
modo, se deben impulsar la atención de los adictos a las drogas,
porque también en el consumo se observa un incremento exponencial.
El universitario recordó que para
cualquier país la educación de la niñez es fundamental;
con ella se crean los eslabones que permitirán enfrentar con
conocimiento las diferentes problemáticas desde el punto de
vista social, demográfico, y en el caso de violencia, determinar
sus diferentes manifestaciones y resolverlas de manera integral.
Además, un infante testigo o víctima
de la violencia intrafamiliar, física o emocional, entre los
padres o hacia los adultos mayores, no sólo observa cómo
se rompe la paz, sino que puede trasladar esa conducta aprendida a
las relaciones en la comunidad, al contexto social, y convertirse
en un menor que agrede y es victimario.
“También, es un problema de
pérdida de valores. Así lo vivimos, en particular en
México. Incluso, en los programas educativos desparecieron
materias importantes como civismo, que dejó de tener prioridad”.
Dentro del hogar, los padres prefieren ver
el fútbol o una telenovela, y los hijos estar conectados a
Internet. “Eso debe cambiar. La generación de valores
debe comprender también la organización y la participación
comunitaria. Se trata de la comunicación como parte fundamental
de la condición de ciudadanía”.
-o0o-