• Se han identificado 653 distribuidos
a lo largo y ancho del territorio nacional, de los cuales 453 se
han estudiado a detalle
En países como México, donde
hay extensas regiones áridas, el subsuelo suele ser la principal
o la única fuente permanente de agua. De ahí que sea
importante, pero también difícil, mantener la calidad
del líquido proveniente de los acuíferos y evitar su
contaminación.
La ubicación de las diversas poblaciones
y de los principales desarrollos industriales en México está
inversamente relacionada con la disponibilidad del recurso, dijo Rosario
Iturbe Argüelles, coordinadora de Ingeniería Ambiental,
del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM.
En las zonas centro, norte y noroeste, donde
el clima es árido y/o semiárido, se encuentran las ciudades
más grandes, así como las principales concentraciones
de actividad industrial y agrícola.
Sin embargo, de acuerdo con información
del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI),
la disponibilidad media de agua en las regiones administrativas de
esas zonas del país alcanza niveles críticos de escasez:
mil 821 metros cúbicos por habitante al año, en contraste
con lo que sucede en las zonas sur y sureste, de 10 mil 292 metros
cúbicos.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua)
ha identificado 653 acuíferos distribuidos a lo largo y ancho
del territorio nacional; de ellos, 453 se han estudiado a detalle.
“Las conclusiones a las que se ha llegado
es que 152 están sobreexplotados, 16 presentan intrusión
salina, 30 ya tienen una mayor concentración de sales a causa
de su sobreexplotación, nueve han sufrido la infiltración
de aguas negras, y otros ya dan muestras de padecer problemas con
hierro y manganeso, entre otros”, dijo la universitaria.
Por lo que se refiere a los aproximadamente
81 mil millones de metros cúbicos de agua subterránea
con que cuenta el país cada año, 61 mil 790 millones
son utilizados por el sector agrícola; 11 mil 400 millones,
por la red de tuberías de abastecimiento público; cuatro
mil 80 millones por las termoeléctricas, y tres mil 320 millones,
por la industria.
La subterránea contiene una gran variedad
de minerales cuyas características y concentraciones dependen
de la naturaleza del material geológico a través de
la que se mueve y, también, de la calidad del líquido
de recarga que llega a los acuíferos, que en el caso de los
no confinados (los más cercanos a la superficie) son más
vulnerables a contaminantes.
En la actualidad se dispone de, por lo menos,
10 métodos para calificar su vulnerabilidad. Los tres más
utilizados en México y América Latina son el DRASTIC,
el GOD y el AVI. No obstante, si se aplican los tres en un mismo sitio,
los resultados son muy diferentes.
“La discrepancia se debe a la gran
cantidad de parámetros que cada método considera, y
a la manera en que son aplicados en las condiciones reales de uno
determinado. Por eso insisto en que la Conagua debería clasificarlos
con un solo método”, señaló Iturbe Argüelles.
Las principales fuentes de contaminación
son las municipales (disposición de residuos en suelos y fugas
en el drenaje de líneas de aguas residuales), industriales
(derrames de químicos y combustibles, arrastre de residuos
en minas, tuberías y tanques de almacenamiento subterráneos).
Además, agrícolas (uso de fertilizantes
y pesticidas, derrame de químicos, arrastre de residuos de
granjas, almacenamientos superficiales y subterráneos, tanques
y pozos construidos inadecuadamente o abandonados) y residenciales
(uso de detergentes, pinturas, productos de limpieza, y sistemas sépticos
ineficientes).
“Así pues, es necesario contar
con mapas de vulnerabilidad (lo que implica un pleno conocimiento
hidrogeológico del sitio donde se localizan) e información
precisa de la calidad del agua natural y de infiltración. Para
evaluar el riesgo se debe establecer una definición de cada
contaminante, medir sus concentraciones presentes y representativas,
y calcular la dosis de ingestión que puede ser peligrosa para
la población que la consuma”, concluyó la investigadora.
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