• Con métodos de análisis
espectral y de redes neuronales, Jorge Pérez y Peraza intenta
identificar oscilaciones precursoras en la radiación cósmica
galáctica de los llamados Incrementos a Nivel Terrestre
de Protones Relativistas de Origen Solar, de los que han ocurrido
70 eventos desde 1942, año en que la tecnología permitió
su detección
• Según su predicción, antes de junio de este
2012 podría generarse el evento 71, en alguna de las fulguraciones
solares enmarcadas en el actual ciclo 24 de actividad del astro
Con métodos de análisis espectral
y de redes neuronales, Jorge Pérez y Peraza, del Instituto
de Geofísica (IGf) de la UNAM, intenta identificar oscilaciones
precursoras en la radiación cósmica galáctica
de los llamados Incrementos a Nivel Terrestre de Protones Relativistas
de Origen Solar (eventos GLEs, por sus siglas en inglés), de
los que han ocurrido 70 eventos desde 1942, año en que la tecnología
permitió su detección.
Con la utilización de ecuaciones,
estadísticas de eventos solares del pasado y redes neuronales,
Pérez y Peraza e investigadores del IGf, así como del
Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), desarrollan un método
para predecir GLEs producidos en algunas fulguraciones solares muy
intensas, eventos muy energéticos generados en el astro que,
si eventualmente llegan a la Tierra, pueden causar daños a
instrumentos de navegación aérea y marítima,
satélites y equipos de telecomunicaciones.
Este método probará su eficacia
este mismo año, pues su predicción indica que, antes
de finales junio del 2012, podría ocurrir el evento 71, una
fulguración enmarcada en el actual ciclo 24 de la actividad
solar. El evento podría recorrerse al segundo semestre del
año, si se toma en cuenta el margen de dos-tres meses que arrojan
los programas computacionales.
“Las fulguraciones son eventos estocásticos
o aleatorios, por su naturaleza difícil de predecir, pero al
analizar con este método eventos pasados, hemos encontrado
precursores, diferentes oscilaciones que se presentan en la radiación
cósmica galáctica antes de uno solar”, explicó
el astrofísico.
Tras analizar dos ciclos de periodicidades,
encontró que la radiación cósmica galáctica
emite vibraciones diferentes antes de un evento solar. Para analizarlas,
utilizan métodos de análisis espectral (análisis
por componentes principales y análisis Wavelet), cuyos
resultados alimentan un programa de redes neuronales que permite estimar
la próxima ocurrencia de un nuevo evento solar de este tipo
en el curso del próximo semestre.
Fulguraciones solares
Asociadas con la actividad del Sol que se
intensifica en los máximos de los ciclos de 11 y 22 años
(este último asociado al cambio de polaridad magnética
del Sol), las fulguraciones solares son fenómenos que emiten
todo tipo de radiación electromagnética –desde
rayos gamma hasta radio ondas– y corpuscular; generan electrones
y núcleos de diversos elementos, con más del 95 por
ciento de protones.
“Aunque a veces se les designa como
ráfagas solares, son más parecidas a grandes llamaradas,
por lo que la denominación correcta es fulguraciones solares
(flares en inglés)”, precisó Pérez y Peraza,
al detallar que éstas son una manifestación del comportamiento
de los campos magnéticos subfotosféricos del Sol, cuya
principal manifestación son las llamadas manchas solares.
“Con frecuencia están acompañadas
de eyecciones gigantes de plasma (hidrógeno ionizado) llamadas
eyecciones de masa coronal (EMC), y nombradas en los medios como tormentas
solares”, señaló.
Si bien estos fenómenos se manifiestan
con regularidad durante los ciclos solares de 11 y 22 años,
su expresión aleatoria reta a la predicción, pues dependen
de la evolución de los campos magnéticos subfotosféricos.
El universitario indicó que este mes
ha tenido lugar la segunda fulguración más intensa del
ciclo 24, ocurrida el día siete, que tuvo una intensa emisión
de rayos X.
“Ese mismo día hubo otra fulguración
y ambas estuvieron acompañadas de Eyecciones de Masa Coronal.
La primera produjo una tormenta geomagnética y un evento de
protones de energía moderada, que no entraron a la Tierra por
su relativamente baja energía”, concluyó.
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