• Un equipo multidisciplinario
de la FES Aragón y arqueólogos del INAH recrearon
esta mítica ciudad a través de técnicas como
la inmersión y el 3D, que permiten al público caminar,
literalmente, por el sitio y apreciar cómo era hace cientos
de años, durante su época de mayor auge
De su recorrido por México en 1803,
Alexander von Humboldt sólo lamentó una cosa, “no
haber visitado Xochicalco ni comprobar con mis ojos lo que se dice
del lugar”, según se lee en su libro Vistas de las
cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América
Haber pasado tan cerca (cabalgó la
ruta de Acapulco a Cuernavaca) y privarse de caminar por el sitio
arqueológico fue algo que el explorador alemán se reprocharía
de por vida, y todo fue, simplemente, porque ignoraba dónde
se localizaba el asentamiento.
“Hoy, muchos siguen sin conocerlo,
pero por razones muy distintas: las prisas de la vida diaria, compromisos
familiares o la imposibilidad de viajar. No obstante, para quien no
desee quedarse con el pendiente (o para quien tan sólo quiera
regresar a ese enclave en Morelos), desarrollamos una reconstrucción
virtual del lugar”, señaló el profesor Roberto
Pliego Martínez, coordinador técnico por la FES Aragón
del Proyecto de Reconstrucción de Zonas Arqueológicas
de México.
Mediante un convenio —actualmente en
etapa de protocolización— entre la UNAM y el Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH), y con base en investigaciones
de arqueólogos adscritos a la zona, un grupo de especialistas,
profesores y alumnos trabajan para recrear, a través de computadoras,
técnicas de tercera dimensión y cámaras fotográficas
y de video, cómo era este poblado en su época de esplendor.
El objetivo es que se aprecien estos escenarios
a través de modelos reconstructivos en realidad virtual, es
decir, mediante una serie de imágenes proyectadas en un monitor,
o con procesos de inmersión, que permiten explorar el pasado
a través de mundos digitales y, además, interactuar
con el entorno, como si efectivamente el sujeto estuviera ahí.
“Para concretar este proyecto siempre
hubo una noción clave: multidisciplina, concepto que en la
FES-A practicamos a diario y que, al aplicarse a trabajos específicos,
arroja resultados como éste. Fuese asunto de digitalizar fotografías,
interpretar mapas o crear material didáctico, contamos en todo
momento con un grupo de arqueólogos, arquitectos, diseñadores
industriales, antropólogos e incluso con alumnos y docentes
de Comunicación y Periodismo, y Pedagogía”, refirió.
Tras años de trabajo, ahora es posible
tomar unos lentes estereoscópicos y, literalmente, viajar cientos
de kilómetros y de años atrás y transportarse
al Xochicalco vivo, a ése donde los estilos artísticos
mayas, teotihuacanos, mixtecos y zapotecos conviven armónicamente
en las fachadas de cada edificio, y en el que los muros en relieve
relatan el mito de un dios llamado Quetzalcóatl.
“Esto es lo que llamamos inmersión
y equivale a que el individuo se adentre en otra realidad, en una
que hemos creado para él, para que camine, suba y baje por
donde le plazca, siempre de la manera más fidedigna, pues detrás
hay un sólido trabajo en equipo y mucha investigación”.
Desde el principio, al personal docente y
a los alumnos prestadores de servicio social de la FES Aragón
les entusiasmó estrechar lazos más allá de la
UNAM y hacer mancuerna con arqueólogos del INAH, “especialmente
con aquellos que no eran teóricos, sino de campo; con esos
que se ensucian las manos en las excavaciones y conocen el lugar desde
sus entrañas. Son ellos quienes aportaron los datos que nosotros,
acto seguido, interpretaríamos en la computadora, el equivalente
a un paso de estafeta, pues justo ahí fue donde nosotros retomamos
el reto”.
Una ciudad en elevado
Xochicalco fue edificado en un cerro de 130
metros de altura, probablemente para complicar a sus enemigos cualquier
intención de ataque. “Aunque nuestra pretensión
es muy diferente, esta localización también nos ha dificultado
un poco las cosas, porque hablamos de una superficie cerrada y en
desniveles que nos hace replantear las estrategias de reconstrucción.
Afortunadamente contamos con mapas topográficos y lecturas
precisas para hacer nuestras interpretaciones tridimensionales, que
tarde o temprano van a dar a un ordenador”.
El equipo de trabajo de la FES Aragón
ha visitado en numerosas ocasiones la zona para entender mejor sus
características, porque “no es lo mismo ver las cosas
desde tu escritorio, en el monitor de tu computadora, que en vivo”,
expuso el arquitecto y doctor en Pedagogía, quien confesó
que a últimas fechas ha recorrido diferentes espacios para
constatar si las recreaciones virtuales están en el lugar preciso
o si emulan las texturas de las construcciones.
“A veces te llevas sorpresas, como
descubrir de último minuto que te habías equivocado
en alguna interpretación, o te das de bruces con detalles que
no imaginabas. A mí me tocó ver cosas tan peculiares
como la manera en que los espacios habitables se comunicaban: tenían
unas estructuras que permitían caminar de azotea a azotea,
y para descender había escaleras construidas ex profeso”.
El asombro que provocan las ruinas de Xochicalco
es de viejo cuño, tanto que hace más de 200 años
Alexander von Humboldt escribía: “Cuantos viajeros han
examinado esta obra de los pueblos indígenas de América,
han admirado el pulimento y elegante corte de las piedras de que está
construida, que tienen todas formas de paralelepípedos, y se
han maravillado del cuidado con que han sido unidas sin necesidad
de cemento en las junturas, y de la ejecución de los relieves
que la adornan”.
Precisamente es éste uno de los aspectos
que requieren más cuidado: las texturas, pues dan el terminado
fino a la reconstrucción. “Trabajamos a partir de imágenes
y datos que introducimos a un ordenador, pero también disponemos
de un arqueólogo que nos señala cómo eran esas
superficies durante el esplendor xochicalca, y además nos dice
qué colores ostentaban sus paredes e incluso si contaban con
alguna representación pictográfica. Es así como,
tono a tono, esta ciudad regresó progresivamente a la vida”.
Experiencia en evolución
La colaboración entre la FES Aragón
y el INAH se remonta a 2007, año en que comenzaron a trabajar
en un proyecto similar, pero enfocado a la zona arqueológica
de Teotihuacan, recordó el pedagogo Jesús Escamilla
Salazar, coordinador general de este trabajo.
“El resultado de aquella experiencia
nos brindó las herramientas que tenemos hoy. Al principio pensamos
en diseñar productos exclusivamente para especialistas, o que
sirvieran como material de apoyo para clases a nivel superior, pero
al desarrollar estos recursos constatamos que resultaban sumamente
atractivos para el público en general”.
En 2009 concluyó la primera etapa
y el resultado se tradujo en más de 600 archivos computacionales,
material pedagógico, diversos recorridos virtuales y un programa
de inmersión que actualmente se exhibe en el Observatorio Virtual
Ixtli, de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías
de Información y Computación de la UNAM.
“Fue un trabajo inédito de alcances
inesperados, y quizá el más notable sea que los recorridos
virtuales elaborados por nuestro equipo fueron integrados a la exposición
Teotihuacan, ciudad de los dioses, que no sólo se presentó
en México, sino en lugares tan lejanos como Berlín,
Roma, París y Madrid, donde recibimos respuestas entusiastas.
Lo virtual logró lo imposible: que uno de nuestros centros
arqueológicos más representativos cobrara vida y no
sólo eso, sino que lo hiciera del otro lado del mundo”.
“Ignoramos si una vez concluido el
proyecto Xochicalco el vínculo con el INAH continúe,
pero lo logrado es precedente y punto de partida para emprender esfuerzos
similares. Hemos corroborado que mediante estas técnicas podemos
recrear el pasado y, lo más importante, que es posible abrir
nuevas perspectivas hacia futuro”.
-o0o-