• En este periodo, bienes de
la canasta básica registran alzas nominales muy elevadas,
lo que contrasta con los niveles “relativamente bajo control”
de la inflación en el país, informaron académicos
del IIEc de la UNAM
En los últimos seis años, la
pérdida en el poder adquisitivo de los salarios en México
rebasa el 25 por ciento, lo que contrasta con el nivel de la inflación
anual en el país registrado en el mismo periodo, de 4.4 por
ciento, en promedio, informaron académicos del Instituto de
Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
Los niveles del indicador “relativamente
bajo control” no reflejan el efecto que, en la mayoría
de los hogares mexicanos, tiene el incremento de un conjunto de bienes
de la canasta básica, que registraron alzas muy elevadas entre
2006 y 2011, refieren Alejandro López Bolaños y Genoveva
Roldán Dávila, integrantes del Grupo de Análisis
de la Coyuntura de Economía Mexicana (GACEM) de la citada instancia.
Por ejemplo, el precio del kilogramo de tortilla
se elevó 70.5 por ciento; el de huevo blanco, 68 por ciento;
arroz, 47.8 por ciento; frijol bayo, 127.3 por ciento, y el litro
de aceite vegetal, 83 por ciento, informan en el documento La
inflación en México al cierre de 2011, incluido
en la entrega más reciente del boletín mensual Momento
Económico, publicado por el GACEM.
Si se destinara un salario mínimo
nominal de 2011 –equivalente a alrededor de 60 pesos diarios-
al consumo de un producto, sólo se podrían adquirir
cinco kilogramos de tortilla, o en su caso menos de tres kilogramos
de huevo, o poco más de tres kilogramos de arroz; apenas alrededor
de tres kilogramos de frijol bayo o más de dos litros de aceite,
estimaron.
“En contraste, con el monto que erogaban
los trabajadores del país en 2006 -47.05 pesos- era posible
comprar siete kilogramos de tortilla; 3.2 kilogramos de huevo; cuatro
kilogramos de arroz; 5.3 kilogramos de frijol, o 3.7 litros de aceite”,
destacan.
La comparación entre el crecimiento
real de los precios de la canasta básica y el de los salarios
mínimos reales, refleja la fuerte pérdida del poder
adquisitivo de los mexicanos. Además, el tipo de bienes que
la integran incluye productos que no son del consumo de la gran mayoría
de la sociedad mexicana, concluyen.
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