• Según el INEGI, esas
diferencias salariales promedio se profundizan por sectores y llegan
hasta 52 por ciento en el sector comercio, dijo Ana Buquet Corleto,
del Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM
• En el Día Internacional de la Mujer, la académica
opinó que acabar con la división sexual del trabajo
y modificar la concepción cultural de lo femenino y lo masculino
son dos retos para alcanzar la equidad
En México las mujeres ganan, en promedio,
entre cuatro y 12 por ciento menos sueldo que los varones, según
datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI) correspondientes a 2011.
“Esta cifra se profundiza por sectores.
Por ejemplo, en las ocupaciones relacionadas con el comercio, de acuerdo
al Índice de Discriminación Salarial, las mujeres deberían
incrementar su salario en 52.2 por ciento para emparejarse con los
hombres que trabajan en ese sector”, afirmó la investigadora
Ana Buquet Corleto, del Programa Universitario de Estudios de Género
(PUEG) de la UNAM.
Respecto a los puestos de funcionarios y
directivos, tanto del sector público como privado, para que
hubiera igualdad entre los sexos las mujeres deberían tener
un aumento del 24.9 por ciento, añadió la Secretaria
de Equidad de Género del PUEG.
La diferencia salarial es una clara muestra
del desequilibrio que, con todo y los avances logrados por varias
generaciones de mujeres en las últimas décadas, prevalece
en muchos espacios de la vida diaria y reproduce un modelo cultural
de desigualdad.
Buquet explicó que aunque ellas laboran
en muy diversos sectores productivos, la mayoría aún
está lejos de ocupar puestos de mando y ejercen, mayoritariamente,
roles de apoyo y asistencia a los varones.
“Esto nos muestra que hay un reto muy
grande todavía a nivel nacional, aunque no es una situación
exclusiva de México, ocurre en todo el mundo”, añadió.
El Día Internacional de la Mujer,
que se celebra este 8 de marzo, es importante para enfatizar lo que
falta por hacer a favor de la equidad.
El caso de la UNAM
Buquet coordina en el PUEG el proyecto Equidad
de Género en la UNAM, esfuerzo que parte de establecer la situación
entre hombres y mujeres universitarios, y considera al estudiantado,
al personal académico y al administrativo para combatir la
desigualdad.
La institución es ejemplo y referencia
para investigaciones en la materia, “pero esto no significa
que la inequidad pase sólo en la Universidad o que sea su responsabilidad.
Esa condición es un fenómeno de carácter mundial
y la UNAM toma diversas acciones, una de ellas es este proyecto”,
aclaró.
A nivel disciplinario, ellas tienen mayor
presencia en las carreras menos valoradas social y económicamente.
Se agrupan más en las áreas de humanidades, y menos
en las de investigación científica, lo que también
afecta su salario.
Respecto a la matrícula estudiantil,
la distribución es muy diferenciada. “En carreras como
Enfermería, Trabajo Social, y Pedagogía hay concentraciones
altísimas, mientras que los hombres se ubican mayoritariamente
en las ingenierías, física y matemáticas”,
acotó.
Si egresan y se incorporan al mercado laboral,
resulta que los ingresos en enfermería son mucho más
bajos que en ingeniería, así que éste es otro
factor que repercute en lo salarial.
Trabajo doméstico no reconocido
Las mujeres se agrupan aún como secretarias,
trabajadoras domésticas, cuidadoras, enfermeras. “Son
oficios y profesiones que la sociedad no valora, porque siempre se
han asociado con el espacio doméstico, un lugar donde hay que
hacer mucho trabajo, pero no se paga”.
Buquet destacó que en el espacio doméstico
se satisfacen necesidades básicas, como alimentación,
higiene, cuidado de la salud, descanso y crianza. “Es otro tema
que interviene en la desigualdad laboral, y que implica a ellas trabajar
adicionalmente varias horas en casa”.
Elegir profesiones y oficios relacionados
con este género es lo apropiado con las identidades que culturalmente
hemos heredado, pero replican la inequidad.
“Las mujeres y los hombres reproducimos
el sistema de relaciones de género, según como nos conformamos
en tanto sujetos. A las niñas se les educa de una forma particular
para que se reconozcan y se sepan niñas y mujeres, y con los
niños pasa lo mismo, con sus referentes masculinos”,
señaló.
Por eso hay juegos diferentes, que los relacionan
con esa identidad y que más adelante repercuten en la orientación
vocacional de los y las jóvenes.
“El mensaje del sistema de relaciones
de género en que vivimos es que ellos y ellas son diferentes
en prácticamente todos los ámbitos de la vida humana.
Entonces, tenemos funciones sociales, formas de pensar y capacidades
intelectuales desiguales. Desde mi punto de vista, es una idea completamente
equivocada”, destacó.
Somos distintos sexualmente, pero a nivel
de capacidades, en el sentido humano, tenemos la misma posibilidad
de desarrollarnos, de trabajar en cualquier lugar y desplegar habilidades
para incorporarnos en distintos ámbitos, reiteró.
Desde luego, en el modelo actual las mujeres
que destacan adquieren ciertas características identificadas
con lo masculino, como la fortaleza y la capacidad de liderazgo.
Modificar la concepción cultural
Para que ambos géneros se integren
en igualdad, se requiere un cambio en la concepción cultural,
en los significados y las mentalidades, modificar roles arraigados
por generaciones, precisó.
La investigadora consideró que actualmente
se enfrentan dos grandes retos: acabar con la división sexual
del trabajo y cambiar la concepción de lo femenino y lo masculino.
En la medida que se modifique, podremos avanzar más rápidamente
hacia esa meta, finalizó.
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