• El documento forma parte de
la colección de manuscritos mexicanos de la Biblioteca Nacional
de Francia, que ha autorizado por primera vez su reproducción
bajo esta edición
• El libro de 360 páginas se publica como resultado
de la colaboración entre la Universidad Nacional y Apoyo
al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México
Elaborado alrededor del año 1540 en
el reino de Acolhuacan, el Códice Vergara contiene información
detallada sobre las estructuras económicas y sociales del área
rural de cinco localidades del pueblo de Tepetlaoztoc, situado en
el Valle de México, al noreste de Texcoco.
Actualmente, el documento forma parte de
la colección de manuscritos mexicanos de la Biblioteca Nacional
de Francia, que ha autorizado por primera vez su reproducción
facsimilar. De ese modo, se publica El Códice Vergara.
Edición facsimilar con comentario: pintura indígena
de casas, campos y organización social de Tepetlaoztoc a mediados
del siglo XVI, como resultado de la colaboración entre
la UNAM y Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México
(ADABI).
Además de ser un documento histórico
invaluable, es una ventana que permite observar, directamente, cómo
era la vida en una recién creada Nueva España, pues
en sus hojas dejó testimonio de cuántos habitantes había
en esas localidades de la época.
Pintado entre 1543 y 1544, se trata de un
censo que consigna el número de personas y tierras pertenecientes
a cada casa, los parentescos entre los locales, e incluso cuánto
medía la superficie de cada parcela. Esto lo hace un objeto
de excepción, pues existen pocos testimonios del estilo de
aquella época, y muchos menos aún así de acuciosos.
Su edición en libro es una manera
de hacer llegar al público interesado la información
contenida en ese documento, considerado una fotografía de nuestro
pasado novohispano.
Documento de excepción
Era raro que en la naciente Nueva España
se hicieran registros de casas y tierras. Entre los pocos que existen
se encuentran los códices de Santa María Asunción
y el Vergara, que fueron creados casi al mismo tiempo para censar
una misma zona; en el primero intervinieron cuatro tlacuilos, y en
el último sólo uno, lo que le proporciona una uniformidad
estética inédita para este tipo de documentos, y permite
una lectura más uniforme de los glifos.
También es sorprendente que se tenga
varios censos para Tepetlaoztoc, y lo es aún más que
no haya uno solo para comunidades consideradas “más importantes”.
Ello se debe a los abusos de que eran objeto los indígenas
acolhuas por parte del encomendero español, Gonzalo de Salazar,
quien exigía tributos desmedidos y mano de obra esclavizante.
Las injusticias se acumularon a tal grado,
que las quejas de los locales llegaron a oídos del juez Pedro
Vázquez de Vergara, quien para zanjar diferencias pidió
un registro de la población y parcelas en la zona para, a partir
de ahí, determinar cuánto, sensatamente, podía
pagar la gente de la región. De esta decisión judicial
surgieron los códices Vergara y Asunción.
Se sabe que para 1607, el manuscrito aún
estaba en posesión de la comunidad indígena, pero para
1743, por razones desconocidas, figuraba como parte de la colección
de Lorenzo Boturini Benaduci, y para 1849, aparecía como propiedad
de Joseph Marius Alexis Aubin, quien lo llevó a Francia, donde
aún cambió de manos un par de veces, hasta terminar
en resguardo de la Biblioteca Nacional del país galo, donde
permanece.
El libro facsimilar, que es fiel hasta en
el tamaño del original, viene acompañado de comentarios
que no sólo ahondan, sino que traducen el lenguaje pictórico
a conceptos legos.
Las notas que acompañan la versión
tienen, entre otros objetivos, ampliar los conocimientos sobre la
vida y organización social del Tepetlaoztoc de entonces, y
contribuir al entendimiento, aprecio y conservación del patrimonio
cultural de la zona.
Los autores señalan en el prólogo
que este texto “abarca temas que no son extraños a la
vida contemporánea, pues donde quiera que haya sociedad civil
y gobierno, hay registros e impuestos, injusticias, quejas y reclamos.
Así, son documentos eminentemente comprensibles tanto para
el público en general, como para los estudiosos de la cultura
nahua”.
En la presentación del texto, el autor
Frederic Hicks, emérito de la Universidad de Louisville, recordó
que aceptó trabajar en el códice Vergara con Barbara
Williams –también emérita de la Universidad de
Wisconsin y coautora de la obra–, porque está interesado
en la organización social, familiar y política, así
como en los sistemas económicos de los antiguos mexicanos.
Luego de explicar el camino recorrido para
ver publicado el texto, dijo que éste no es de los códices
más “bonitos”, porque no tiene escenas exóticas
en colores, pero contiene datos muy importantes para los investigadores,
por lo que agradeció a la UNAM el apoyo prestado para su publicación.
En el auditorio del Instituto de Investigaciones
en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS), el director
de esta entidad, Demetrio Fabián García Nocetti, manifestó
que después de importantes trabajos de investigación
y dado su contenido, el Códice Vergara vincula, de diferentes
formas, la matemática a la antropología.
María del Carmen Jorge y Jorge, editora
e investigadora del IIMAS, resaltó el nivel de detalle que
tuvieron los acolhuas al escribir su información. Es sorprendente
la claridad y la precisión de los datos y las mediciones. “Del
documento aún hay muchas interrogantes matemáticas por
responder”.
Al comentar el documento, Teresa Rojas Rabiela,
del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología
Social (CIESAS), indicó que muestra la capacidad de control
que las antiguas autoridades políticas mesoamericanas ejercían
sobre sus poblaciones, a tal grado que conocían, de manera
exacta, el número de miembros y edades de quienes integraban
a las familias, sus recursos agrarios y parcelas, lo que servía
para exigir tributo y organizar el trabajo obligatorio.
El también integrante del CIESAS,
Manuel A. Hermann Lejarazu, opinó que, a diferencia de los
grandes textos en estuco de los mayas del Clásico y de las
bellas pinturas en pieles de venado de los códices mixtecos,
donde los grandes gobernantes hacen elenco de sus linajes y orígenes
divinos, el Vergara muestra a la gente normal, de carne y hueso, con
su parentela y las tierras en que laboraban.
La publicación fue patrocinada por
las coordinaciones de la Investigación Científica, y
de Humanidades, y los institutos de Investigaciones Bibliográficas,
Históricas, y Antropológicas, así como el de
Geografía.
Asistieron a la ceremonia la coordinadora
de Humanidades, Estela Morales Campos; Miguel Lara, en representación
del coordinador de la Investigación Científica, Carlos
Arámburo, y Estela María González, directora
General de ADABI.
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