• Aumentar la productividad,
en especial la de los pobres, es fundamental para desarrollar sociedades
más equitativas, dijo el politólogo de la Universidad
de Nueva York
• Al participar en el Tercer Congreso Nacional de Ciencias
Sociales que se realiza en la UNAM, urgió a repensar sobre
el conjunto de las políticas públicas y no centrarse
únicamente en la redistribución
Limitar el poder del dinero sobre la política
es clave para reducir la desigualdad, consideró el politólogo
polaco Adam Przeworski (Varsovia, 1940), investigador de la Universidad
de Nueva York, desde 1995.
Al ofrecer la conferencia magistral ¿Redistribución
o promoción de la igualdad?, con la que participó
en el Tercer Congreso Nacional de Ciencias Sociales que se realiza
en la UNAM, Przeworski destacó que el poder del dinero en las
democracias no se reduce a la corrupción, sino que la rebasa.
“Es inherente al capitalismo, pero puede ser limitado, por ello
hay que estudiarlo a fondo de nuevo desde la teoría política”,
propuso.
En el anfiteatro Simón Bolívar
del Antiguo Colegio de San Ildefonso, el filósofo y doctor
en ciencia política consideró que, para abatir la desigualdad
creciente es importante desarrollar formas de organización
en las que los grupos civiles organizados permitan conjuntar recursos
dirigidos a los sectores más pobres.
Pero la mayoría de los sistemas políticos
se centran en la redistribución, que en muchos países,
como los de Europa del Este y América Latina, han aumentado
más las inequidades entre los diversos sectores de la sociedad,
acotó.
Redistribución, coto de gobiernos
Przeworski explicó que, independientemente
del modelo de gobierno, la redistribución ha sido un coto de
éstos, que modifican los ingresos ciudadanos (llamados brutos,
de mercado, ganados, o “antes de gobierno”) para convertirlos
en transferencias e impuestos, con los que se financia el consumo
individual y público.
La desigualdad, añadió, frecuentemente
se atiende a partir de la redistribución, que en países
como Suecia es equitativa porque hay un control mínimo y máximo
de salarios, y en naciones como Namibia solamente ha servido para
acrecentar las diferencias entre un creciente grupo de pobres y otro
reducido de ricos.
“El desequilibrio en los ingresos hace
que algunos no acumulen capital, pero toda la economía política
se centra en la redistribución económica”, subrayó.
El Estado está presente en toda la
redistribución con políticas públicas que, simultáneamente,
reducen y aumentan la desigualdad en diversos sectores y crean sistemas
irregulares, abundó.
El comunismo impuso una distribución
igual para todos, pero resultó ineficiente, mientras que modelos
como los títulos de propiedad en forma de acciones generaron
una reconcentración rápida, como ocurrió con
la privatización de la antigua Checoslovaquia.
Especialista en introducir estadísticas
a partir de ingresos, e innovador al incluir la noción de incertidumbre
en las democracias, consideró que la socialdemocracia en Europa
logró una redistribución más equitativa de ingreso
y consumo, como ocurrió en Bulgaria en 1976, y en su natal
Polonia, en 1982. “Pero esto cambió en el momento en
que dejaron de ser socialdemócratas”, señaló.
Tres caminos de redistribución
Ante una desigualdad que crece más
rápido que los esfuerzos por disminuir diferencias entre los
sectores sociales de la mayoría de los países, propuso
redistribuir a partir de tres caminos: la inversión en capacidades
productivas como la educación; el desarrollo de políticas
públicas estrechamente dirigidas a aumentar la capacidad productiva
de los pobres, y la creación de infraestructura y capacidad
administrativa para diagnosticar problemas y orientar políticas.
En el evento, el moderador Willibald Sonnleitner,
investigador de El Colegio de México, consideró que
las propuestas de Przeworski ponen “el dedo en la llaga”
respecto a los problemas más urgentes de América Latina.
Trayectoria
Adam Przeworski se graduó como filósofo
en la Universidad de Varsovia en 1961 y estudió un doctorado
en ciencia política en Estados Unidos. Su carrera como teórico
y analista de las sociedades democráticas lo ha posicionado
como uno de los más emblemáticos teóricos de
la democracia y la economía política.
Su labor docente ha sido galardonada con
la distinción Martin A Ryerson en la Universidad de
Chicago. Recientemente obtuvo el premio Johann Skytte en
Ciencia Política, que otorga la Fundación Skytte de
la Universidad de Uppsala. Actualmente tiene la cátedra Family
Wilf en el Departamento de Política de la Universidad
de Nueva York.
Por años desarrolló investigación como visitante
en varios países, que incluyen India, Gran Bretaña,
Francia y Chile. Desde 1991, es miembro de la Academia Americana de
Artes y Ciencias, y en el año 2001, compartió el Premio
Woodrow Wilson por el libro Democracia y Desarrollo.
Por varios años fue miembro del Grupo de Septiembre de Marxistas
Analíticos, que abandonó en la década de los
90.
-o0o-