• El CAESA evaluó favorablemente
la calidad, pertinencia y suficiencia de los programas educativos
• Es la única institución del país en
su género que tiene acreditadas todas las carreras que ofrece
El Consejo para la Acreditación de
la Enseñanza Superior de las Artes (CAESA) acreditó
por cinco años las seis licenciaturas que se imparten en la
Escuela Nacional de Música (ENM) de la UNAM.
Mediante este proceso, dicho organismo evaluó
la calidad, pertinencia y suficiencia de los programas educativos
de las carreras que ofrece esta entidad universitaria, para contribuir
a consolidar la excelencia en las actividades de docencia, investigación
y extensión de la cultura, destacó Francisco José
Viesca Treviño, director de la ENM.
Fueron: Composición, Interpretación
(con 20 especialidades), Piano, Canto, Educación Musical y
Etnomusicología, apuntó.
“Recurrimos al Consejo para el proceso,
porque es un organismo con prestigio nacional que realiza un trabajo
serio, con una metodología consistente”, indicó.
Duró aproximadamente un semestre y
nos hizo observaciones muy pertinentes y fundamentadas. Primero, la
instancia nos proporcionó un listado para que recopiláramos
toda la información que tuviéramos relacionada con los
recursos humanos, contenidos, la organización, infraestructura,
recursos materiales, así como la proyección de nuestra
oferta educativa, y todo ello soportado con documentos y testimonios,
mencionó.
El trabajo de búsqueda y organización
nos condujo de una forma inevitable a que hiciéramos una autoevaluación,
la cual consistió en realizar una reflexión seria de
la posibilidad de cumplir cabal y de manera realista con la misión
y proyección a futuro de nuestros programas educativos, explicó.
Posteriormente, abundó, profesores
evaluadores de CAESA visitaron la escuela y se entrevistaron con integrantes
de la comunidad, desde profesores y alumnos, hasta personal administrativo,
además de hacer una revisión exhaustiva de las instalaciones
y documentos que comprobaban todo lo reportado en las carpetas que
les proporcionamos.
Asimismo, este proceso abarcó una
valoración de los egresados de la Escuela y el contacto con
sus empleadores, tanto en instituciones públicas como privadas,
apuntó.
Estamos en el proceso de constatar qué
fortalezas y debilidades tenemos, que ejecutamos bien ciertos procesos,
pero también, cómo podemos mejorar.
Esto es bueno porque no se trata sólo
de cumplir con la oferta, sino de aprovechar los recursos al máximo
y operar las carreras con la más alta calidad, subrayó.
Al hacer este ejercicio, comentó,
percibimos mejor la realidad que vive la Escuela y que necesitamos
estar en una revisión permanente con acuerdos con la comunidad
para poder hacer nuestro trabajo lo mejor que se pueda.
Aunque todavía no hemos recibido todos
los comentarios por parte de CAESA, hasta ahora las observaciones
tienen que ver con cuestiones como mejorar la operatividad, la eficiencia
terminal y generar mejores condiciones para que los alumnos puedan
dedicar mayor tiempo a su formación, refirió.
Sí quedan pendientes y áreas
de oportunidad para mejorar, pero cinco años son un tiempo
muy favorable para presentar mejoras y resultados importantes en la
próxima evaluación, recalcó.
Pero más allá de la acreditación,
entre los miembros de la comunidad hay un orgullo, un merecido sentimiento
de haber hecho un buen autoanálisis; eso es lo más valioso
porque es el resultado del trabajo colectivo, reconoció.
Sin duda, éste es un logro universitario
muy importante y si ya estábamos motivados para llegar a ser
una escuela de primer nivel, ahora estamos doblemente comprometidos,
no sólo en mantener, sino en desarrollar nuestro potencial
hasta donde sea posible, concluyó.
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