• Inicia este año alerta
por la nueva temporada en el Atlántico, y durará hasta
el 2018
• Se originan, preferentemente, en el sureste de Estados Unidos,
en el noreste de México, en el Caribe, así como en
América central
Científicos del Instituto de Geofísica
(IGf) y del Centro de Ciencias y Desarrollo Tecnológico (CCADET)
de la UNAM, han desarrollado un sistema de pronóstico de súper
huracanes del Atlántico (categoría 5 en la escala de
Saffir-Simpson) único en el mundo, y que ya ha dado resultados
favorables.
Esos fenómenos, que registran velocidades
por arriba de los 250 kilómetros por hora, contrario a lo que
se pensaba, no se desarrollan de forma aleatoria, sino que tienen
zonas geográficas bien definidas. Además, tienen una
periodicidad.
En maya, huracán significa “el
de una sola pierna”, era dios del rayo, viento, tormenta y fuego.
Los huracanes no eran conocidos por los europeos hasta que Cristóbal
Colón se encontró con ellos en sus viajes hacia el nuevo
mundo. En Australia son conocidos como “Willy-Willy”;
“Tifón”, en el Pacífico, y en Filipinas,
como “Baguio”.
Al respecto, Víctor Manuel Velasco
Herrera, del Departamento de Ciencias Espaciales del IGf, explicó
que después del súper huracán Katrina
(2005), los modelos indicaban una tendencia al aumento del número
de fenómenos categoría 5 en el Atlántico, pero
eso no ha ocurrido. De hecho, después de Félix
(2007) no se ha registrado uno.
“Al hacer el análisis, encontramos
su periodicidad; entonces, pensamos que ciertas zonas geográficas
podrían ser preferenciales. Al estudiar la batimetría
y geografía del Atlántico con el uso de imágenes
tridimensionales, científicos del IGf y CCADET encontramos
la cuna de los súper huracanes”, dijo.
Son áreas de aguas profundas, donde
hay grandes albercas termales, que se localizan, preferentemente,
en el noreste de México, en el Caribe, América central,
así como en el sureste de Estados Unidos.
De ese modo, se creó este pronóstico
único, que no sólo toma en cuenta las variables atmosféricas,
como la mayoría de los modelos, sino las oceánicas y
la situación geográfica. “Estas condiciones explican
por qué después de Félix no ha habido
un solo súper huracán: no se conjuntaron las tres condiciones”.
Con base en sus estudios, el experto ha expuesto
que la temporada en el Atlántico podría comenzar en
2013; sin embargo, podría haber una posibilidad de que lo haga
en 2012, pues al analizar los datos se han encontrado ciertas anomalías,
por lo que desde este año se da la alerta para la nueva temporada.
“Nuestro método, si bien ha cumplido tres años,
tiene un margen de error de uno. Debemos estar preparados para evitar
pérdidas económicas y humanas”, abundó.
El periodo se extendería posiblemente
hasta 2018, tiempo en el que podrían registrarse de cuatro
a seis grandes, uno por año, aproximadamente, para después
disminuir la actividad e iniciar un nuevo ciclo en la década
de los 20.
Hacer vaticinios es complejo, pero al encontrar
la periodicidad y ubicación de esos fenómenos, la naturaleza
muestra si nuestro método es efectivo o no, señaló.
Si se tiene un mapa nacional de riesgo hidrometeorológico,
ahora se puede establecer qué tipo de construcciones se requiere
por zonas, determinar dónde hay mayor vulnerabilidad y usar
la información para estudiar los desastres agrícolas,
sea por exceso o escasez de agua, por sequías o inundaciones.
“Debemos actualizar los pronósticos, útiles para
la toma de decisiones relativas al campo”.
Los huracanes son una fuente de abastecimiento
de agua, pero si llegan, la mayor parte se envía a los drenajes.
“Somos vulnerables ante ese tipo de fenómenos, pero en
gran medida los problemas actuales se deben a una mala planificación
o al abandono del campo”.
“La próxima administración
enfrentará, entre otras cosas, los fenómenos que ocurren
en la naturaleza y sus consecuencias: los súper huracanes,
inundaciones, sequías, nevadas, hambrunas, pandemias, entre
otros posibles megadesastres. Si el país no reacciona y no
se cuenta con un plan de contingencia, se tendrán problemas
muy severos”, advirtió.
Los desastres agrícolas son recurrentes;
el problema es cómo adaptamos y se toman medidas. “Nos
hemos olvidado de las soluciones que le dieron a los mismos problemas
nuestros antepasados. Por ejemplo, donde hay exceso de agua podría
activarse la agricultura en chinampas, y así, al mismo tiempo,
atender la escasez de alimentos que se presenta en el norte por la
falta de lluvias”.
Se requieren obras de ingeniería que
permitan transportar el exceso del recurso a las comunidades donde
escasea, como los acueductos. Además, impulsar la ciencia y
educación para desarrollar la economía nacional, finalizó
Velasco Herrera.
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