Boletín UNAM-DGCS-025
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 13 de enero de 2012

 


Manuel Suárez Lastra

           

FORMULA UNIVERSITARIO ESCENARIOS PARA LA CIUDAD DE MÉXICO EN 2020

 

• En la actualidad, el crecimiento urbano es proporcionalmente mayor al incremento de la población, lo que genera problemas medioambientales y costos, advirtió Manuel Suárez Lastra, del Instituto de Geografía de la UNAM
• Si una persona usa el automóvil para su traslado contamina, en proporción, 10 veces más que aquella que utiliza un camión, y 20 ó 30 veces más que quien es usuario del Metrobús

“El área urbana de la Ciudad de México podría crecer alrededor de 199 mil hectáreas en el año 2020, lo que ocasionaría que la calidad del transporte y de la vivienda, así como de otros servicios, decayera tanto, que surgirían graves conflictos en la vida cotidiana de la población”, advirtió Manuel Suárez Lastra, investigador del Departamento de Geografía Económica del Instituto de Geografía (IG) de la UNAM.

Al formular diversos escenarios para la capital del país, aseguró que la urbe ha superado la vertiginosa tendencia de crecimiento de los años 60 y 70, y hoy ha alcanzado relativa estabilidad.

En la década 1990-2000, la población de la zona centro empezó a disminuir y se intensificaron las actividades económicas sobre las habitacionales.

“En esa área se conservaron casas grandes que no valía la pena mantener porque las familias se hicieron pequeñas; además, la población envejeció y las abandonó. Empezaron a crecer los suburbios del sur: Coyoacán, Tlalpan y la parte baja del Ajusco, con habitantes de alto ingreso que buscaban aire limpio y árboles”, explicó Suárez Lastra.

Otra parte del fenómeno consistió en que, por la expansión en sitios alejados del centro de la ciudad, que se pudo dar por los precios bajos del suelo, disminuyó el patrón de densidad.

Así, mientras en el centro se reportan hoy edificios de cinco pisos con 10 departamentos, en las orillas puede haber 10 casas que ocupan el doble del espacio de esos edificios.

Esto significa que cada persona ocupa más metros cuadrados de terreno, lo que implica más calles, más cables, energía eléctrica, tuberías para agua y fugas.

Sin embargo, el desplazamiento de habitantes representa la dificultad mayor. Si se reduce la población en el centro y se traslada a la periferia, la urbe se expande en densidades menores y la distancia que debe recorrer el transporte se vuelve más extensa.

De acuerdo con el investigador, el escenario ideal para la Ciudad de México sería que se expandiera menos rápido que la población y que creciera hacia arriba (edificios comerciales y habitacionales), y no a los lados (casas unifamiliares). No obstante, en la actualidad el crecimiento urbano es proporcionalmente mayor al incremento de la población, lo que genera problemas medioambientales y costos.

“Al crecer de esa manera, la metrópoli se vuelve más ineficiente, pues además de los otros servicios, necesita más transporte público”, dijo.

Uno de los impactos del crecimiento puede ejemplificarse en la operatividad y eficiencia de un transporte como el Metro, que funciona si en los alrededores hay densidades altas de población, pero no de la misma manera, si sólo hay casas. Para que la gente pueda emplearlo se requiere mucha actividad, sea económica o residencial en los entornos.

“El Metro circula por zonas más o menos densas, pero a medida que se aleja del centro se advierte que los usuarios tienen que trasladarse en otro medio para llegar a algunas de sus estaciones. Eso representa una ineficiencia. Las distancias se vuelven tan largas que la gente rechaza la idea de pasar horas en el transporte público y mejor se compra un automóvil”, añadió.

Desde el punto de vista del investigador universitario, el incremento en el número de automóviles en las décadas de los años 60 y 70 no importó, porque no había tantos y había mucho espacio.

“Luego, la solución al congestionamiento vial fue el Metro; más tarde, se cambió la estrategia y se hicieron los ejes viales. En este momento, se vive una nueva crisis de transporte que se soluciona a medias con el Metrobús”, indicó.

Pero el problema es que, junto con la expansión de la urbe, sigue en aumento la cantidad de vehículos, cuyo uso es la forma más ineficiente de transporte.

“Si una persona los usa para su traslado contamina, en proporción, 10 veces más que aquella que usa un camión, y 20 ó 30 veces más que quien utiliza el Metrobús. En suma, al crecer la metrópoli debe hacerlo la infraestructura de transporte”, apuntó Suárez Lastra.

De este modo, la solución a la crisis urbana radica en la planeación: “No se pude dejar que el mercado dicte la forma de crecimiento. Hay que preguntarse qué ciudad queremos, ¿una en la que por cada traslado al trabajo se pierdan dos horas de ida y dos de regreso, o una en la que cada viaje no sea tardado y la gente pueda tener más tiempo para estar con su familia? Hay que ganarle espacio al automóvil”, concluyó.

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De acuerdo con Manuel Suárez Lastra, el escenario ideal para la Ciudad de México sería que se expandiera menos rápido que la población y que creciera hacia arriba (edificios comerciales y habitacionales), y no a los lados (casas unifamiliares).