• Académicos de la Facultad
de Medicina utilizan células dendríticas presentadoras
de antígenos para inducir respuestas contra células
tumorales
Integrantes del Departamento de Biología
Celular y Tisular de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, recurren
a la inmunoterapia antitumoral para combatir el melanoma, uno de los
cánceres más agresivos. “Consiste en emplear al
mismo sistema inmunológico para atacar las células tumorales
que se generan día a día en nuestro organismo”,
explicó Andrés Castell Rodríguez, jefe del área
referida.
Aparte de que se multiplican de manera desordenada,
las células tumorales producen factores que modulan al sistema
inmunológico para que no las reconozca como extrañas;
de este modo, se crea un fenómeno de tolerancia que les permite
reproducirse sin problema.
La idea de los universitarios es modificar
el sistema inmunológico o aprovechar algunas de sus herramientas
para atacarlas. Hay diferentes maneras de abordar la inmunoterapia
antitumoral; por ejemplo, se pueden utilizar linfocitos T o hacer
células-híbrido con tumorales, y esperar a que el sistema
las reconozca como extrañas.
“Utilizamos las células dendríticas
presentadoras de antígenos (un antígeno es una molécula
que da lugar a una respuesta inmunológica) para inducir respuestas
contra elementos tumorales. El modelo con que trabajamos es el melanoma,
un tumor muy agresivo con pocas posibilidades de ser erradicado por
medio de quimioterapia o radioterapia”, dijo Castell Rodríguez.
Las dendríticas de la epidermis fueron
descritas en 1868 por el patólogo y biólogo alemán
Paul Langerhans (de ahí que sean conocidas como células
de Langerhans). En 1973, el inmunólogo canadiense de origen
judío, Ralph M. Steinman, las describió en el bazo y
las caracterizó, por lo que obtuvo el Premio Nobel de Medicina
2011, días después de haber fallecido.
Ahora se conoce que no sólo se encuentran
en esos órganos, sino también en el timo, los ganglios
linfáticos, la vagina, el esófago, la córnea,
así como entre los alvéolos pulmonares y células
musculares del corazón. “Realmente, integran en todo
el organismo un sistema que funciona como uno de inmunovigilancia”,
señaló.
Si un individuo se pone en contacto con una
sustancia o molécula extraña a su organismo, las células
dendríticas pueden reconocerla como ajena y combatirla, o bien,
reconocerla como propia, debido a que no se da ningún rechazo
inmunológico.
Por otro lado, en el medio interno, si unas
células expresan de pronto un fenotipo tumoral y empiezan a
crecer, las dendríticas son capaces de registrarlas como extrañas
y combatirlas. También, esas mismas tumorales pueden modificar
el sistema inmunológico, y propician que se origine un tumor.
“Tomamos células de médula
ósea, las transformamos en dendríticas mediante la
adición de algunos factores de crecimiento, y luego las activamos
in vitro con antígenos tumorales específicos
de melanoma. Así nos aseguramos que la respuesta será
únicamente contra la parte afectada y no contra otra zona”,
indicó.
Los académicos universitarios han
llevado a cabo pruebas con ratones de laboratorio a los que previamente
les ponen células de melanoma. A las cuatro semanas mueren,
pero si se les aplica una sola inyección de dendríticas
modificadas y activadas, su sobrevida alcanza las 16 semanas; además,
han comprobado que el tamaño del tumor disminuye de manera
considerable y se monta una buena respuesta inmunológica en
su periferia, así como en los ganglios linfáticos y
el bazo.
En la actualidad, Castell Rodríguez
y sus colaboradores analizan los esquemas de aplicación de
este tratamiento.
“A los ratones con melanoma les aplicamos
entre dos y tres inyecciones de células dendríticas
modificadas y activadas a la semana, durante un mes. Hemos visto que
su sobrevida se incrementa y el tumor llega a desaparecer”.
Los casos de melanoma se han incrementado
en México de 300 a 600 por ciento en los últimos 20
años, debido a la exposición de las personas a la luz
ultravioleta del Sol (en esto juega un papel fundamental el adelgazamiento
de la capa de ozono).
Aparece con más frecuencia en las
palmas de las manos, en las plantas de los pies y por debajo de las
uñas, a una edad productiva: entre los 40 y 50 años.
En el momento que invade la dermis (tan sólo
tres milímetros por debajo de la epidermis), la sobrevida disminuye
50 por ciento en un año, y si llega a los ganglios linfáticos,
la sobrevida se reduce 98 por ciento en ese mismo lapso (es decir,
98 de 100 pacientes morirán en ese plazo).
Asimismo, hace metástasis tempranas
en cerebro, pulmones y otros órganos, y a distancia también
son altamente resistentes a la quimio y radioterapia.
El melanoma es 100 por ciento curable si
se detecta a tiempo en la epidermis. Una recomendación para
prevenirlo es cuidarse los lunares: ver si cambian de color, tamaño
y/o forma (por ejemplo, si el borde deja de ser redondo).
Este tratamiento es una alternativa más. Pensamos que debe
aplicarse en combinación con otros, como cirugía e inmunoterapia
antitumoral, subrayó.
Los académicos universitarios ya presentaron
un protocolo de aplicación en el Comité de Ética
y de Investigación de la Facultad de Medicina, para ser aprobado.
“Esperamos tener todo listo en seis
meses para hacer las primeras pruebas clínicas con pacientes
del Hospital General Dr. Manuel Gea González, y del
Hospital General de México”, concluyó.
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