Boletín UNAM-DGCS-002
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 1 de enero de 2012


Walter Ritter Ortíz
           

ESTUDIAN EL FENÓMENO DEL NIÑO Y PRODUCCIÓN ATUNERA

 

• Revela el estudio que la oscilación hace decrecer hasta en un 14 por ciento la producción de atún, pero ese fenómeno oceanográfico también renueva esa especie y la mantiene por arriba de sus proporciones
• Se observó que su advenimiento hace que las poblaciones, incluso pelágicas, aumenten en el orden de 40 por ciento, dijo Walter Ritter Ortiz, jefe de del Departamento de Bioclimatología de esa entidad

Un estudio realizado en el Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, reveló que la dinámica de las poblaciones de atún está vinculada por el fenómeno de ENOS, es decir, los eventos oceánicos conocidos como El Niño y La Niña (calentamiento y enfriamiento atípico de las aguas tropicales).

En la investigación Efectos climáticos en la abundancia pelágica atunera, se encontró que el efecto de El Niño hace decrecer hasta en un 14 por ciento la población atunera; sin embargo, se constató que tras ese trastorno oceanográfico se produce un rejuvenecimiento de la misma, de tal forma que se forman rizos de recuperación, explicó Walter Ritter Ortiz, jefe del Departamento de Bioclimatología del CCA.

El universitario, junto con Sergio Guzmán Ruiz, realiza modelos matemáticos sobre los recursos naturales, sean pesqueros, o vinculados a los bosques o pastizales, entre otros.

Ritter Ortiz recordó que el Océano Pacífico oriental es la zona más productiva del mundo en atún aleta amarilla, que beneficia a más de 20 países. Se trata, dijo, de un recurso valuado en miles de millones de dólares, y es también el sitio donde se forman climáticamente todos los fenómenos atmosféricos del hemisferio norte.

Si el evento es muy grande, como el de 1982 (momento en que el caudal de la especie llevaba más de 14 años por debajo de su nivel de equilibrio), los cardúmenes rejuvenecen y se mantienen por arriba de sus proporciones. Entonces se observó que el advenimiento de El Niño hizo que las poblaciones, incluso pelágicas, aumentaran en 40 por ciento.

En simulaciones se han reproducido varios fenómenos de ENOS y se ha pronosticado su presencia con el empleo de índices de biomasas atuneras, en lugar de los niveles de calor o frío, comentó el maestro en climatología. Estos bancos de peces son “muy sensibles a las temperaturas, lo que permite utilizar su abundancia como un indicador de la existencia de este fenómeno, reiteró.

De esta forma, puntualizó el especialista en simulación y manejo de recursos naturales, no sólo la temperatura, sino la presencia atunera, puede usarse para pronosticar la presencia de El Niño. “Los hemos estudiado, pero con una visión de una matemática y una física nueva denominada Análisis de Sistemas Dinámicos Complejos.

A este procedimiento también se le conoce como Teoría del Caos con Sistemas Dinámicos, con el que se han llegado a determinar los rejuvenecimientos poblacionales y, además, es otra forma de predecir futuros eventos.

“Hemos propuesto una nueva visión en la modelación matemática de estos recursos, a través de Sistemas Dinámicos Complejos, que hacen una mejor representación del fenómeno natural que las fórmulas tradicionales”.

Ello, añadió Ritter, presenta ventajas, como un mayor conocimiento de la física; “nos percatamos que los métodos clásicos son necesarios, pero no suficientes, y necesitamos una nueva visión transdisciplinaria e interdisciplinaria que permita hacer una mejor administración”.
Si se siguen estas metodologías y se complementan con las ya existentes, los beneficios serán muy importantes –pueden incrementarse, algunas veces, hasta en un 40 por ciento, lo que representa cientos de millones de dólares–, porque actualmente se abre una temporada de captura y otra de veda, y según el volumen obtenido, que es una cantidad constante, se cierra el área a la pesca.

Con este modelo, la variabilidad del recurso determina qué tanto se explota; también, representa mayor seguridad en que no será afectado y llevado a la extinción, concluyó.

 

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Fotos

Walter Ritter Ortiz, jefe de la sección Bioclimatología del CCA.