• Se trata de una de las enfermedades
más comunes del aparato digestivo y daña principalmente
a personas de entre 35 y 50 años de edad, indicó Juan
Miguel Abdo Francis, de la FM de la UNAM
Se estima que en México 18 por ciento
de la población padece síndrome de intestino irritable,
y que por cada tres mujeres con colitis nerviosa, un hombre la presenta,
afirmó Juan Miguel Abdo Francis, profesor de la Facultad de
Medicina (FM) de la UNAM.
El también llamado colón irritable,
además del reflujo, constituyen las dos enfermedades más
importantes del aparato digestivo. Un punto importante de la primera,
es que afecta principalmente a la población de entre 35 y 50
años de edad, económicamente activa; por ende, es causa
de ausentismo laboral y el impacto económico es alto, subrayó.
Estudios han determinado que en países
en desarrollo, el gasto que se destina a tratamientos es tan importante
como el que se dedica a la insuficiencia cardiaca congestiva, indicó
el gastroenterólogo.
Asimismo, abundó, en Estados Unidos
se dan más de dos y medio millones de prescripciones al año
por esta enfermedad y se gastan millones de dólares en recetas
surtidas.
Síndrome de intestino irritable
El también director General Adjunto
de la Dirección Médica del Hospital General, explicó
que el síndrome de intestino irritable es una alteración
esencialmente funcional, es decir, no es un daño orgánico
como tal, sino la afectación en el movimiento y sensibilidad
del tubo digestivo.
“No es un padecimiento único,
es un síndrome, y como tal, se compone de un conjunto de signos
y síntomas que se manifiestan de manera similar, pero que pueden
tener muchas causas. Entonces, si se pretende buscar un daño
como tal, no se encontraría, porque no hay úlcera ni
cáncer, sólo una mala función”, explicó.
Se ha asociado al estrés, estados
de angustia o depresivos; con infecciones gastrointestinales previas,
y con la ingesta de alimentos a los que se es intolerante, como la
leche, algunos cereales y exceso de fibra.
El tubo digestivo es como un cerebro intestinal
complejo, que tiene conexiones directas con mediadores bioquímicos
presinápticos y postsinápticos, lo que hace que variados
factores modifiquen la respuesta intestinal, explicó.
Así, los nervios previos a un examen,
un problema o una pena, café en demasía, fumar en exceso,
comer alimentos muy condimentados, o tener un día de poco descanso,
pueden desencadenarlo, alertó.
Los síntomas que se presentan se dividen
en tres grupos: los que tienden a estreñirse, quienes padecen
diarrea, y los que alternan ambos, refirió.
Además, sienten dolor o malestar en
la región del abdomen bajo por tres meses en el último
semestre, y otra señal característica es la mejora del
paciente si evacua. Lamentablemente, destacó, es muy frecuente
y se estima que una tercera parte de la consulta al especialista es
por esta causa.
Aunque no es mortal, sí afecta de
manera importante la calidad de vida, porque se presentan muchas molestias,
a las que no se les da importancia; de hecho, prosiguió, de
cada 100 personas que sufren por esta causa, un máximo de 20
van al médico, y el resto, recurre a remedios caseros o a la
automedicación.
En sus inicios, puede encubrir síntomas
de cáncer, enfermedad inflamatoria, problemas de intolerancia,
e incluso, se confunde con afecciones ginecológicas.
La persona va a consulta en el momento que
tiene dolor muy fuerte que le causa incomodidad física, psicológica
y social. “La diarrea, la inflamación y los gases afectan
la calidad de vida, por lo tanto, estos síntomas no son normales
y deben atenderse”, recomendó.
No obstante, advirtió, si se presentan
signos por la noche, si hay sangrado, si se pierde peso o apetito,
se percibe una masa en el abdomen, si cambia el patrón normal
de evacuación, si los malestares inician después de
los 50 años, o si se tienen antecedentes familiares de cáncer
de colón o enfermedad inflamatoria, se debe acudir al médico.
Tratamiento
El universitario señaló que
no existe tratamiento único o específico; debe ser individualizado,
porque la diarrea y el estreñimiento se abordan de manera diferente,
aunque inicialmente el procedimiento es similar; lo primero es establecer
una adecuada relación terapéutica con el paciente, pues
la orientación es básica para lograr la recuperación.
“El enfermo debe reconocer y entender
que se trata de un padecimiento funcional, y puede trabajarlo con
terapias de distracción como la caminata o ejercicio; además,
necesita aprender cómo manejar su dieta y estrés”.
Asimismo, debe haber continuidad del manejo
y establecer límites, porque no se cura, sólo se controlan
los síntomas. “Habitualmente se recomienda tomar agua,
fibra, probióticos que favorecen la flora intestinal y mejoran
la digestión, además de medicamentos que regulan el
movimiento intestinal o quitan el espasmo”.
Hasta el momento, añadió, no
se ha logrado documentar ningún factor dietético, ambiental
o cultural como determinante, porque igual se presenta en ciudades
grandes y pequeñas. “Es inherente al ser humano, pero
lo primero que deberíamos hacer es aprender a vivir y a cuidarnos”,
concluyó.
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