• Se caracteriza por una desaceleración
del ritmo de crecimiento de la población mexicana que vive
en el país vecino del norte, señaló Fernando
Lozano Ascencio, investigador del CRIM de la UNAM
• En la última década, el número de hogares
con migrantes de retorno aumentó de uno por ciento, a 2.2
A partir de la crisis de 2008, la migración
entre México y Estados Unidos ha tenido diversas transformaciones
en los ámbitos sociodemográfico, económico y
político, que podrían derivar en un nuevo escenario
de movilidad, explicó Fernando Lozano Ascencio, integrante
del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM)
de la UNAM.
Esto implica una serie de desafíos
en el terreno teórico, metodológico y político,
específicamente en el de las políticas públicas,
destacó, pues este momento se caracteriza por una desaceleración
del crecimiento de la población mexicana que reside en la Unión
Americana; entonces, en contra de los augurios de un aumento exponencial,
hoy es cercano a cero.
Aunado a ello, indicó, está
el hecho de que desde hace cinco años nuestro país ha
empezado a ser también un territorio de destino, y no sólo
de tránsito.
Ello ha derivado en un incremento del flujo
de retorno, que se ha hecho más evidente en la última
década; el número de hogares con migrantes de retorno
creció de uno por ciento, a 2.2, destacó el demógrafo.
Lo mismo pasa con las remesas, pues aunque
han aumentado, ya no lo hacen al mismo ritmo que en las décadas
de los 80 y 90. Según datos del último censo, en el
año 2000 el porcentaje de viviendas que recibieron esos recursos
provenientes de Estados Unidos, fue de 4.5, y en 2010, esa cifra disminuyó
a 3.6 por ciento, precisó.
A la par de esta situación, se puede
observar un incremento en las remesas nacionales, es decir, hogares
que cuentan con el apoyo económico de parientes que radican
en otra entidad de la República.
Estos envíos aún tienen un
papel muy importante para las familias, pero se les ha asignado una
función muy utilitarista, pues se ha adoptado la idea que deben
ser invertidos en negocios que contribuyan al desarrollo de México.
Sin embargo, son recursos como otros, y expresan
una relación íntima entre el migrante y su familia.
Entonces, por tratarse de ingresos propios, ningún gobierno
tiene el derecho de decidir en qué deben ser empleados, opinó.
Según la Encuesta de Gasto de los
Hogares, en las viviendas que en 2006 recibían remesas el aporte
equivalía a 32 por ciento de su ingreso, y en 2008, disminuyó
a 20 por ciento. “Lo interesante es que donde dejaron de recibir
remesas, los ingresos por trabajo aumentaron de 23.9, a 28 por ciento,
lo que significa que frente a la reducción del apoyo buscaron
la manera de obtener recursos en el mercado laboral local”.
A nivel nacional, apuntó, en los últimos
años los flujos disminuyeron en todos los estados, pues de
acuerdo con el Banco de México, el país dejó
de recibir, entre 2007 y 2010, 18.3 por ciento de lo que habitualmente
percibía por este concepto.
Causas y consecuencias
El sociólogo explicó que la
criminalización, la xenofobia, la proliferación de leyes
anti inmigrantes, el reforzamiento del control fronterizo (físico
y militar), y el aumento de las deportaciones desde Estados Unidos,
son las principales causas del cambio de escenario migratorio hacia
Estados Unidos.
También destacó que en su conjunto,
todos esos factores sociales y políticos han propiciado que
descienda el predominio hacia la Unión Americana como una estrategia
de supervivencia de muchas comunidades mexicanas, quienes a su vez,
buscan incorporarse cada vez más al mercado laboral local,
regional o nacional, acotó el autor de Encuentros disciplinarios
y debates metodológicos. La práctica de la investigación
sobre migraciones y movilidades.
Esto tiene repercusiones incluso a nivel
de políticas públicas, porque en los últimos
tres sexenios se veía a la migración como una tabla
de salvación de los problemas económicos y sociales
de México, por ende, buena parte de las estrategias de desarrollo
descansaban en torno a esos flujos, recalcó.
En este sentido, se puede hablar de una nueva
geografía de este fenómeno, aunque se debe aclarar que
el actual momento migratorio no implica una ruptura respecto de las
pautas anteriores, sino que se configura con elementos de continuidad
y cambios en el mercado laboral, además de la oferta y demanda
de servicios de educación y salud, concluyó.
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