• Esa figura tiene una superficie
donde la atracción gravitacional es la misma, por eso se
usa como nivel de referencia para estudios de gravimetría,
geodesia, tectónica y clima, afirmó Jaime Urrutia
Fucugauchi, del Instituto de Geofísica de la UNAM
• La gravedad causa que el planeta se deforme y altere su
redondez, como lo muestran imágenes del satélite GOCE,
de la Agencia Espacial Europea
Aunque por siglos se ha descrito a la Tierra
como una esfera, el planeta que habitamos es más parecido a
un esferoide de forma similar a una papa que, por efecto de la gravedad,
tiene algunas zonas irregulares y otras achatadas.
Esta estructura se conoce como geoide, concepto
griego que significa forma o apariencia de la Tierra, que permite
a los especialistas calcular la gravedad de nuestro mundo y acercarse
a su dinámica real. En los estudios científicos actuales
sobre la estructura terrestre se mide la atracción, fuerza
primordial del Universo.
“Los nuevos satélites, como
GOCE (siglas en inglés de Explorador del Campo Gravitatorio
y la Circulación Oceánica), de la Agencia Espacial Europea,
no miden la forma de la superficie terrestre, sino el geoide, donde
la atracción gravitacional es la misma. Por eso se usa como
nivel de referencia para análisis de gravimetría, geodesia,
tectónica de placas y, más recientemente, de clima”,
explicó Jaime Urrutia Fucugauchi, del Instituto de Geofísica
(IGf) de la UNAM.
Nuestro planeta, como geoide, se observa
desde hace tiempo, y entre mejor se logra medir, es mayor la precisión
de datos que se obtienen para analizar fenómenos como el levantamiento
de la corteza, la dinámica de las placas tectónicas
que producen los sismos, la formación de volcanes y el movimiento
de los océanos, así como la distribución que
éstos hacen del calor que llega con los rayos solares.
“La forma de papa, algo muy curioso
que llama la atención y genera imágenes muy bonitas,
refleja la distribución de masas en el interior de nuestro
mundo, lo que hace que varíe la forma del geoide”, señaló
Urrutia.
El estudio de la distribución tiene
repercusiones sobre cómo funciona el movimiento de las placas
y cómo son el manto y el núcleo terrestres. “Estas
regiones recientemente se pueden observar en esas variaciones con
una gran precisión”, añadió.
Además, ver al planeta con forma de
papa permite obtener información de su interior, y de las capas
gaseosas y fluidas que son las que distribuyen la masa en un tiempo
más corto. “Revelan a la Tierra como un sistema más
dinámico que ahora se puede dimensionar con la precisión
adecuada”.
Medir la gravedad
El satélite GOCE delinea con exactitud
la gravedad del planeta y ofrece resolución sobre los rasgos
de su superficie e interior. “Desde la época de Newton
siempre ha sido de interés medirla, pues es una de las fuerzas
fundamentales del Universo; es lo que mantiene en movimiento a los
planetas alrededor del Sistema Solar en el centro de la galaxia”,
resumió Urrutia.
Sin embargo, en la parte práctica
es difícil medirla con alta precisión. “Se puede
calcular la atracción del Sol hacia los planetas, y eso permitió
tener resolución de los estudios sobre el Sistema Solar y descubrir
astros que no habían sido observados, pero en la Tierra, en
distancias más cortas, es complicado estimarla”, reconoció.
“Los equipos que miden la aceleración de la gravedad
con mayor precisión, que son los gravímetros, se emplean
para la exploración petrolera, minera, de geología y
de tectónica, análisis de fallas, movimiento de placas
y gran cantidad de datos que vienen de indagar las anomalías
de la misma”, detalló.
La forma en que se mide es con el uso de
una masa, suspendida por un resorte. Para calcular la aceleración
se libera y cae; el efecto en el resorte es proporcional a la aceleración.
“Son los gravímetros más usuales. Últimamente
están en el vacío, controlados por temperatura y presión,
porque la primera afecta la forma en que se alarga el resorte, así
que se controlan para evitar variaciones”, señaló.
Nuevos sistemas de medición
La necesidad de tener análisis globales
y más detallados de la Tierra, con la tecnología de
los satélites, motivó el desarrollo de nuevos sistemas.
Así, comenzaron las observaciones en estos artefactos que,
según las superficies, varían sus órbitas; por
ejemplo, si están sobre los Himalayas u otras montañas,
que ejercen gravedad sobre ellos. Esas modificaciones dependen de
la masa.
El GOCE, que generó las recientes
imágenes que a partir de este año han dado la vuelta
al mundo, es el tercero de una generación de equipos que, desde
el espacio, observan a nuestro mundo. Algunas de sus investigaciones
más actuales se centran en los movimientos de los océanos
y de la atmósfera. Además, se pueden apreciar varios
geoides y hacer comparaciones de la Tierra con otros cuerpos del sistema
solar como Marte y la Luna”, finalizó Urrutia.
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