• De ser el tercer productor
mundial, hoy ocupa el séptimo sitio, señaló
Pablo Pérez Akaki, de la FES Acatlán de la UNAM
• Su producción ha caído hasta 50 por ciento
respecto a los años de mayor abundancia
A poco más de dos décadas de
la liberalización de los mercados internacionales de café
en el mundo (1989), México se ha rezagado en la producción
y calidad de sus granos; de ser el tercer cafeticultor en el planeta,
hoy ocupa el séptimo sitio, señaló Pablo Pérez
Akaki, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán
de la UNAM.
El catedrático advirtió que
si bien hace 30 años era una de las principales mercancías
de exportación y uno de los generadores de divisas más
importantes en materia agrícola, la situación ha cambiado
y ahora se ha convertido en una actividad de poco valor.
Ha tenido un desplome importante. Su rendimiento
ha caído hasta 50 por ciento respecto a los años en
que registró mayor abundancia, y en varias entidades, aunque
tiene un componente social importante, su contribución en términos
económicos, ha experimentado un descenso.
En 2010, Brasil fue el principal productor
(con 48 millones 95 sacos), seguido por Vietnam (18 millones 500 mil),
Colombia (nueve millones 200 mil), Indonesia (ocho millones 500 mil),
Etiopía (siete millones 450 mil), India (cuatro millones 733
mil) y México (cuatro millones 400 mil).
Además, ha registrado un avance lento
en la calidad. Mientras naciones de Centroamérica con menor
número de cafeticultores (como Guatemala y Costa Rica) han
puesto especial énfasis en mejorar y encontrar nichos específicos
donde colocar su grano, nuestro país, que cuenta con alrededor
de medio millón de productores, no ha seguido esta tendencia
de los mercados mundiales.
Desorganización en el sector
El geógrafo y especialista en las
problemáticas económicas y sociales del café,
indicó que otro de los problemas de esta industria es la desorganización.
Todos los involucrados tienen ideas que a veces se traducen en iniciativas,
pero no hay interés por condensar esos proyectos y, generalmente,
se imponen aquellos vinculados con grandes empresas transnacionales,
que sólo buscan consolidar su cadena de suministro y mejorar
su provisión del grano para mantener su negocio.
Hoy, de manera oficial 12 entidades de nuestro
territorio lo cultivan: Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Guerrero,
Hidalgo, San Luis Potosí, Colima, Jalisco, Nayarit, Querétaro
y Tabasco; aunque extraoficialmente son 15, porque no se considera
a Morelos, Estado de México y Michoacán. Hay más
de 450 municipios relacionados y, aproximadamente, medio millón
de productores.
Pérez Akaki, que ha divulgado artículos
sobre el tema en revistas nacionales e internacionales como Problemas
del desarrollo, Pueblos y Fronteras; en Perspectivas rurales, de
la Escuela de Agronomía de Costa Rica, así como en Cuadernos
Geográficos, de la Universidad de Granada, entre otras,
mencionó que, en la actualidad, no hay estrategias que incluyan
a los actores en su conjunto, que busquen un mejoramiento de esta
industria. “Hay un fracaso estrepitoso en cualquier programa
que intentan, y los principales afectados son los productores”.
El experto sostuvo que el café es
un bien necesario, lo que garantiza la subsistencia de los productores.
“Lo ideal sería que así como las grandes empresas
y establecimientos que lo comercializan mejoran constantemente sus
condiciones, lo hicieran en toda la cadena productiva, en particular,
hacia los agricultores”.
Por otro lado, indicó que México
también ha retrocedido la exportación de este producto
hacia Estados Unidos, y su lugar ha sido ocupado por otras naciones
de Centroamérica que han logrado satisfacer esa demanda, cada
vez más exigente en materia de calidad, que México no
ha podido generar.
Hoy día, sostuvo, los costos son favorables
porque casi alcanzan los 300 dólares por quintal (equivalente
a 46 kilogramos), una recuperación importante que ha permitido
multiplicar el precio hasta siete u ocho veces, comparado con los
reportados en la crisis de comienzos del siglo. Ésta ha sido
de tal magnitud, y la inestabilidad tan prolongada y dañina,
que los cafeticultores nacionales prácticamente se han alejado
de la actividad.
Tras la liberalización, el café
registró una caída importante, a niveles menores de
50 dólares el quintal, y para que fuera rentable su precio,
debía ser de 90 dólares. Pero la peor situación
se dio en 2001, año en que cayó a cerca de 40 dólares.
“Ni siquiera se podían cubrir los costos de producción.
Fue una situación de gran preocupación para México
porque los más afectados eran los pequeños productores,
muchos de ellos indígenas marginados”.
No obstante, recalcó, quienes hoy
se dedican a su producción tienen cierto optimismo con los
costos actuales. El problema es que muchos han optado por otras alternativas,
“lo que ha propiciado cambios en la sociedad, porque muchas
veces los campesinos salen de sus localidades o emigran del país,
fenómeno más complejo y dañino por la fragmentación
familiar”.
Ante las características especulativas
que han sufrido estos mercados, mencionó, ha habido esfuerzos
para diversificar las posibilidades de comercialización. Uno
de ellos se dio en Brasil, que desde hace más de una década
implementó una estrategia para aumentar el consumo interno
a fin de acabar con la dependencia de los mercados internacionales.
En años recientes, México ha
tratado de seguir el mismo patrón, sin embargo, sólo
se ha logrado incrementar el consumo en 50 por ciento, al pasar de
800 gramos a un kilo 200 gramos anuales por persona; en contraste,
los brasileños consumen más de cinco kilos. A pesar
de los esfuerzos, falta mucho para ser autosuficientes, concluyó.
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