Boletín UNAM-DGCS-746
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 18 de diciembre de 2011


Pablo Pérez Akaki

           

REZAGADO MÉXICO EN PRODUCCIÓN Y CALIDAD DEL CAFÉ

 

• De ser el tercer productor mundial, hoy ocupa el séptimo sitio, señaló Pablo Pérez Akaki, de la FES Acatlán de la UNAM
• Su producción ha caído hasta 50 por ciento respecto a los años de mayor abundancia

A poco más de dos décadas de la liberalización de los mercados internacionales de café en el mundo (1989), México se ha rezagado en la producción y calidad de sus granos; de ser el tercer cafeticultor en el planeta, hoy ocupa el séptimo sitio, señaló Pablo Pérez Akaki, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM.

El catedrático advirtió que si bien hace 30 años era una de las principales mercancías de exportación y uno de los generadores de divisas más importantes en materia agrícola, la situación ha cambiado y ahora se ha convertido en una actividad de poco valor.

Ha tenido un desplome importante. Su rendimiento ha caído hasta 50 por ciento respecto a los años en que registró mayor abundancia, y en varias entidades, aunque tiene un componente social importante, su contribución en términos económicos, ha experimentado un descenso.

En 2010, Brasil fue el principal productor (con 48 millones 95 sacos), seguido por Vietnam (18 millones 500 mil), Colombia (nueve millones 200 mil), Indonesia (ocho millones 500 mil), Etiopía (siete millones 450 mil), India (cuatro millones 733 mil) y México (cuatro millones 400 mil).

Además, ha registrado un avance lento en la calidad. Mientras naciones de Centroamérica con menor número de cafeticultores (como Guatemala y Costa Rica) han puesto especial énfasis en mejorar y encontrar nichos específicos donde colocar su grano, nuestro país, que cuenta con alrededor de medio millón de productores, no ha seguido esta tendencia de los mercados mundiales.

Desorganización en el sector

El geógrafo y especialista en las problemáticas económicas y sociales del café, indicó que otro de los problemas de esta industria es la desorganización. Todos los involucrados tienen ideas que a veces se traducen en iniciativas, pero no hay interés por condensar esos proyectos y, generalmente, se imponen aquellos vinculados con grandes empresas transnacionales, que sólo buscan consolidar su cadena de suministro y mejorar su provisión del grano para mantener su negocio.

Hoy, de manera oficial 12 entidades de nuestro territorio lo cultivan: Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Guerrero, Hidalgo, San Luis Potosí, Colima, Jalisco, Nayarit, Querétaro y Tabasco; aunque extraoficialmente son 15, porque no se considera a Morelos, Estado de México y Michoacán. Hay más de 450 municipios relacionados y, aproximadamente, medio millón de productores.

Pérez Akaki, que ha divulgado artículos sobre el tema en revistas nacionales e internacionales como Problemas del desarrollo, Pueblos y Fronteras; en Perspectivas rurales, de la Escuela de Agronomía de Costa Rica, así como en Cuadernos Geográficos, de la Universidad de Granada, entre otras, mencionó que, en la actualidad, no hay estrategias que incluyan a los actores en su conjunto, que busquen un mejoramiento de esta industria. “Hay un fracaso estrepitoso en cualquier programa que intentan, y los principales afectados son los productores”.

El experto sostuvo que el café es un bien necesario, lo que garantiza la subsistencia de los productores. “Lo ideal sería que así como las grandes empresas y establecimientos que lo comercializan mejoran constantemente sus condiciones, lo hicieran en toda la cadena productiva, en particular, hacia los agricultores”.

Por otro lado, indicó que México también ha retrocedido la exportación de este producto hacia Estados Unidos, y su lugar ha sido ocupado por otras naciones de Centroamérica que han logrado satisfacer esa demanda, cada vez más exigente en materia de calidad, que México no ha podido generar.

Hoy día, sostuvo, los costos son favorables porque casi alcanzan los 300 dólares por quintal (equivalente a 46 kilogramos), una recuperación importante que ha permitido multiplicar el precio hasta siete u ocho veces, comparado con los reportados en la crisis de comienzos del siglo. Ésta ha sido de tal magnitud, y la inestabilidad tan prolongada y dañina, que los cafeticultores nacionales prácticamente se han alejado de la actividad.

Tras la liberalización, el café registró una caída importante, a niveles menores de 50 dólares el quintal, y para que fuera rentable su precio, debía ser de 90 dólares. Pero la peor situación se dio en 2001, año en que cayó a cerca de 40 dólares. “Ni siquiera se podían cubrir los costos de producción. Fue una situación de gran preocupación para México porque los más afectados eran los pequeños productores, muchos de ellos indígenas marginados”.

No obstante, recalcó, quienes hoy se dedican a su producción tienen cierto optimismo con los costos actuales. El problema es que muchos han optado por otras alternativas, “lo que ha propiciado cambios en la sociedad, porque muchas veces los campesinos salen de sus localidades o emigran del país, fenómeno más complejo y dañino por la fragmentación familiar”.

Ante las características especulativas que han sufrido estos mercados, mencionó, ha habido esfuerzos para diversificar las posibilidades de comercialización. Uno de ellos se dio en Brasil, que desde hace más de una década implementó una estrategia para aumentar el consumo interno a fin de acabar con la dependencia de los mercados internacionales.

En años recientes, México ha tratado de seguir el mismo patrón, sin embargo, sólo se ha logrado incrementar el consumo en 50 por ciento, al pasar de 800 gramos a un kilo 200 gramos anuales por persona; en contraste, los brasileños consumen más de cinco kilos. A pesar de los esfuerzos, falta mucho para ser autosuficientes, concluyó.

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Fotos


Pablo Pérez Akaki, académico de la FES Acatlán de la UNAM.




No hay un avance de fondo en el sector cafetalero, y quienes se dedican a esta actividad, al contar únicamente con sus propios medios, son vulnerables, porque no tienen recursos para buscar alternativas.