Boletín UNAM-DGCS-744
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 17 de diciembre de 2011


Silvia Castillo Argüero

           

A TIEMPO DE PRESERVAR EL BOSQUE NUBLADO DE LA CUENCA DEL RÍO MAGDALENA

 

• Está relativamente conservado, pero se deben implementar acciones, dijo Silvia Castillo, de la FC de la UNAM
• Es necesario detener la fragmentación, la ganadería, la agricultura extensiva, la apertura al público, la tala inmoderada y los asentamientos irregulares
• Si se comienza a reforestar la zona con especies nativas, en 10 años se podría tener un sitio diferente y se mantendría la diversidad, añadió

Pese a la destrucción del ecosistema del bosque nublado de la cuenca del río Magdalena, la zona está relativamente conservada; aún se está a tiempo de tomar acciones para mantener la biodiversidad.

Desde hace más de cinco años, un grupo académico de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, encabezados por Silvia Castillo Argüero, trabaja en el sitio con el proyecto Determinación del grado de conservación del bosque templado de la cuenca del río Magdalena, D.F., con el fin de llevar a cabo investigación básica y revertir su deterioro.

Por los efectos derivados de prácticas antropogénicas en ese ecosistema, la universitaria consideró indispensable implementar acciones para detener la fragmentación, como reducir la ganadería y la agricultura extensiva, reglamentar la entrada al público, impedir la tala inmoderada, así como los asentamientos irregulares.

Otro efecto concierne a los tomadores de decisiones, como la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), que otorgó a los dueños de la tierra recursos para la realización de proyectos; sin embargo, algunos talaron árboles como encinos, que tardan entre 20 y 30 años para llegar a una altura media, y en su lugar, plantaron frutales. “No estamos en contra de la siembra, el problema es que acaban con las especies nativas, que determinan parte del amortiguamiento y absorción de la contaminación de la urbe”, apuntó

Si se toman de manera correcta estas acciones y se comienzan a reforestar las áreas afectadas con las nativas (no con exóticas y/o introducidas), “podremos tener un ecosistema con una diversidad y funcionamiento en condiciones más parecidas a un bosque templado conservado”, indicó.

Castillo Argüero señaló la necesidad de educar a los visitantes que cada año acuden a disfrutar del paisaje, a correr o realizar otras actividades, pero que no tienen el conocimiento necesario.

Oxígeno para la ciudad

La académica del Departamento de Ecología y Recursos Naturales de la FC, refrendó la trascendencia de preservar las regiones boscosas aledañas al Valle de México. “Son fundamentales porque representan la única fuente de abastecimiento de agua”.

Hace tiempo, ejemplificó, se instaló una planta de tratamiento, pero sin fundamento, “porque no es posible capturar el líquido si no se tiene un estudio sobre la capacidad del río en la época de secas. Si se hace sólo en la temporada de lluvias se tiene un potencial de flujo mayor y no se puede evaluar la cantidad que se debe sacar”. Asimismo, a pesar de ser un afluente importante para el Distrito Federal, gran cantidad se va al drenaje.

El trabajo de estos años, comentó Gabriela Santibáñez Andrade, estudiante de doctorado y participante en el proyecto, ha permitido saber qué hay en la cuenca y en qué condiciones de conservación se encuentra, a fin de determinar qué se puede hacer con esa información; “no sólo se trata de las plantas, sino de las interacciones con otros seres vivos; es decir, la funcionalidad del ecosistema”, pues es un bosque con alta heterogeneidad, lo que determina su diversidad.

Por su parte, Yuriana Martínez Orea, técnico académico de la FC y miembro del equipo, resaltó que uno de los logros es la obtención de datos precisos sobre algunas especies nativas, que tienen una producción importante de semillas y representan riqueza y diversidad a nivel genético.

Existen poblaciones de variedades típicas de este bosque templado que permanecen en el sitio, y deben tomarse en cuenta para implementar un plan de restauración y no tener que recurrir a otras.

“Lamentablemente, no es un área natural protegida; si lo fuera, se contaría con un fondo para implementar medidas de protección, y habría más acciones para proteger el bosque nublado y la cuenca”, concluyó.

-o0o-

 


Fotos


Silvia Castillo Argüero encabeza el grupo académico de la Facultad de Ciencias, que trabaja en el proyecto Determinación del grado de conservación del bosque templado de la cuenca del río Magdalena.



Gabriela Santibáñez Andrade y Yuriana Martínez Orea, de la FC de la UNAM.