• Dedicado a entender los mecanismos
básicos de la percepción y la subjetividad, el neurofisiólogo
estudia cómo se representa en el cerebro la información
sensorial y cómo se guarda memoria
• La recompensa es un motor fundamental asociado a la conducta
y la toma de decisiones, dijo el Premio Nacional de Ciencias y Artes,
e integrante de El Colegio Nacional
La identidad de cada individuo está
formada por procesos cerebrales complejos, como la percepción
y la memoria, fundamentales para entender el medio que nos rodea,
almacenar el conocimiento de lo vivido y construir nuestra propia
experiencia.
Varios grupos científicos en el mundo
buscan entender cómo funcionan esos mecanismos básicos,
pero la mayoría camina por veredas indirectas. “Me gusta
estudiar las neuronas directamente”, afirmó Ranulfo Romo
Trujillo, investigador del Instituto de Fisiología Celular
(IFC) de la UNAM.
Fiel a esta sentencia, el experto en neurociencia
cognitiva mide las respuestas neuronales de un grupo de monos rhesus
en el momento en que los primates perciben y aprenden un nuevo conocimiento,
con lo que obtiene resultados llanos y evidentes del encendido, apagado
y entramado que se teje entre las neuronas.
“Estudiamos cosas muy básicas, cómo se representa
la información sensorial y después cómo se guarda,
en un proceso que conforma la memoria. Queremos saber qué hacen
las células en el momento que vemos objetos del mundo externo,
y en el que entendemos las palabras, porque todo es biología”,
señaló.
Para el integrante de El Colegio Nacional
y Premio Nacional de Ciencias y Artes 2000, el interés más
profundo es entender los mecanismos básicos de la percepción
y la subjetividad.
Neuronas in vivo
“Los métodos que se usan actualmente
para este tipo de estudios son mediciones indirectas, basadas en el
consumo de oxígeno, o en el cambio de volumen de la irrigación
sanguínea. Se hacen extrapolaciones que señalan que,
si se incrementa este último flujo o el oxígeno, aumenta
la actividad de las neuronas, porque de eso se alimentan, pero puede
ser una especulación. Nuestros métodos son directos,
podemos estudiar su lenguaje si el cerebro hace algo, si se encienden
y apagan las células y funcionan los códigos”,
reveló.
El estudio in vivo ayuda a entender
cómo se organizan para generar la actividad mental. “No
hay que tenerle miedo a esta última, a la toma de decisiones”,
aseguró.
Circuitos redundantes
Romo explicó que los circuitos se
hacen sofisticados conforme el individuo se aleja de las sensaciones
o el movimiento.
“Cuentan con la capacidad de acceso
a gran cantidad de información. Tenemos muchos de ellos, son
redundantes para que no se pierda la función, pues a veces
uno trabaja y otro no, o a veces se requiere que operen todos al mismo
tiempo, en un mecanismo robusto que hace posible desarrollar a la
vez la función motora, la memoria y las emociones”, indicó.
Por su complejidad, varios procesos se realizan simultáneamente
para asegurar que la actividad se realice de la mejor manera.
“No hay un solo circuito maestro. En
los casos de personas con pérdida de memoria, ésta se
deteriora si ya no hay muchos de aquéllos. Si el proceso es
gradual, no nos percatamos porque se inhabilitan algunos, pero otros
suplen a los primeros y continuamos con el recuerdo. Es en el momento
que faltan todos, que se presenta el Alzheimer o la demencia senil”,
destacó.
Lo mismo pasa con los sistemas motores, como
los afectados por el Parkinson, que se presenta hasta que 80 por ciento
de las células han fallecido y las personas tienen síntomas
de incapacidad para moverse.
Realidad y subjetividad
El investigador del IFC explicó que
los estímulos que recibimos del mundo exterior tienen atributos
químicos, físicos o una combinación de ambos.
Hay zonas del cerebro que responden a la
longitud de onda que tiene que ver con un color, otras a la magnitud
del estímulo (si es intenso o suave) o a su movimiento. “Los
circuitos cerebrales lo hacen a la visión, olfato, gusto y
todos los sentidos. Al integrarlos, se crea un concepto interno, es
decir, una percepción personal de la realidad”, expuso.
Se crea una base, que es la representación
cruda del entorno, y luego cada quien tiene sus experiencias, que
son el archivo de su vida: dónde nació, cómo
creció, cómo se educó y cómo trató
esta información que se actualiza de forma permanente.
“Ahí confluyen esos datos y
se mezclan, con la creación de la realidad subjetiva. Es lo
que más me interesa, entender qué es este proceso que
nos hace muy humanos, esa realidad interna”, consideró.
La percepción es el producto de la
información que recogen los órganos de los sentidos,
sea visual, olfativa, gustativa, pero tiene que combinarse con la
experiencia.
Sin esta última, una persona no puede
percibir, solamente sentir algo; no puede interpretar las imágenes
visuales y no entiende el lenguaje. Un niño recién nacido
puede oír sonidos, pero no decodificar la información,
y eso se logra solamente con la combinación de la experiencia.
Ese es el problema mayor, saber cómo
el cerebro representa la información sensorial y después
cómo se combina con la experiencia, que no es otra cosa que
la memoria.
Luego intervienen otros procesos que tienen
que ver con las emociones. “Tenemos que darles sentido, no sólo
entender lo que se mira y se escucha, sino que intervienen los procesos
de gratificación, por ejemplo; es mucho más interesante
escuchar una charla amena, que gritos de una persona”, ejemplificó.
Recompensa, motor conductual
En sus estudios, Romo ha comprobado que la
recompensa es un motor fundamental asociado a la conducta y toma de
decisiones. “El sistema nervioso tiene métodos de gratificación.
En algunos casos son muy elaborados. Si vemos un cuadro de Picasso
y nos gusta, no sólo interpretamos la imagen, sino que sentimos
lo favorable que significa verlo. La emoción puede llegar hasta
el llanto, o a entender un símbolo con mucha precisión”,
detalló.
En los mecanismos de la percepción
intervienen la sensación, la memoria, los sistemas de gratificación,
y luego generan la acción. “Porque no somos entes pasivos,
generamos acciones voluntarias, por ejemplo, movernos ante el cuadro
para verlo desde distintos ángulos”.
Romo reveló que aún se desconoce
si ante una experiencia como la percepción del arte ocurren
muchos pasos simultáneos. “Creo que son cadenas que se
enlazan temporalmente, pero el cerebro considera que es un proceso
continuo”.
La recompensa es un motor muy importante
en nuestras vidas. “Todos los organismos la buscan a diferentes
niveles. Primero, la del alimento, y luego, de los aspectos sociales
y culturales: la del amor, el desarrollo intelectual, un premio profesional.
Sin ese motor sería muy difícil tener motivaciones para
avanzar en la vida”, finalizó.
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