Boletín UNAM-DGCS-742
Ciudad Universitaria.
14:30 hrs. 16 de diciembre de 2011


Ranulfo Romo Trujillo

           

INDAGA RANULFO ROMO, DEL IFC DE LA UNAM, ACTIVIDAD DIRECTA DE LAS NEURONAS

 

• Dedicado a entender los mecanismos básicos de la percepción y la subjetividad, el neurofisiólogo estudia cómo se representa en el cerebro la información sensorial y cómo se guarda memoria
• La recompensa es un motor fundamental asociado a la conducta y la toma de decisiones, dijo el Premio Nacional de Ciencias y Artes, e integrante de El Colegio Nacional

La identidad de cada individuo está formada por procesos cerebrales complejos, como la percepción y la memoria, fundamentales para entender el medio que nos rodea, almacenar el conocimiento de lo vivido y construir nuestra propia experiencia.

Varios grupos científicos en el mundo buscan entender cómo funcionan esos mecanismos básicos, pero la mayoría camina por veredas indirectas. “Me gusta estudiar las neuronas directamente”, afirmó Ranulfo Romo Trujillo, investigador del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM.

Fiel a esta sentencia, el experto en neurociencia cognitiva mide las respuestas neuronales de un grupo de monos rhesus en el momento en que los primates perciben y aprenden un nuevo conocimiento, con lo que obtiene resultados llanos y evidentes del encendido, apagado y entramado que se teje entre las neuronas.


“Estudiamos cosas muy básicas, cómo se representa la información sensorial y después cómo se guarda, en un proceso que conforma la memoria. Queremos saber qué hacen las células en el momento que vemos objetos del mundo externo, y en el que entendemos las palabras, porque todo es biología”, señaló.

Para el integrante de El Colegio Nacional y Premio Nacional de Ciencias y Artes 2000, el interés más profundo es entender los mecanismos básicos de la percepción y la subjetividad.

Neuronas in vivo

“Los métodos que se usan actualmente para este tipo de estudios son mediciones indirectas, basadas en el consumo de oxígeno, o en el cambio de volumen de la irrigación sanguínea. Se hacen extrapolaciones que señalan que, si se incrementa este último flujo o el oxígeno, aumenta la actividad de las neuronas, porque de eso se alimentan, pero puede ser una especulación. Nuestros métodos son directos, podemos estudiar su lenguaje si el cerebro hace algo, si se encienden y apagan las células y funcionan los códigos”, reveló.

El estudio in vivo ayuda a entender cómo se organizan para generar la actividad mental. “No hay que tenerle miedo a esta última, a la toma de decisiones”, aseguró.

Circuitos redundantes

Romo explicó que los circuitos se hacen sofisticados conforme el individuo se aleja de las sensaciones o el movimiento.

“Cuentan con la capacidad de acceso a gran cantidad de información. Tenemos muchos de ellos, son redundantes para que no se pierda la función, pues a veces uno trabaja y otro no, o a veces se requiere que operen todos al mismo tiempo, en un mecanismo robusto que hace posible desarrollar a la vez la función motora, la memoria y las emociones”, indicó.


Por su complejidad, varios procesos se realizan simultáneamente para asegurar que la actividad se realice de la mejor manera.

“No hay un solo circuito maestro. En los casos de personas con pérdida de memoria, ésta se deteriora si ya no hay muchos de aquéllos. Si el proceso es gradual, no nos percatamos porque se inhabilitan algunos, pero otros suplen a los primeros y continuamos con el recuerdo. Es en el momento que faltan todos, que se presenta el Alzheimer o la demencia senil”, destacó.

Lo mismo pasa con los sistemas motores, como los afectados por el Parkinson, que se presenta hasta que 80 por ciento de las células han fallecido y las personas tienen síntomas de incapacidad para moverse.

Realidad y subjetividad

El investigador del IFC explicó que los estímulos que recibimos del mundo exterior tienen atributos químicos, físicos o una combinación de ambos.

Hay zonas del cerebro que responden a la longitud de onda que tiene que ver con un color, otras a la magnitud del estímulo (si es intenso o suave) o a su movimiento. “Los circuitos cerebrales lo hacen a la visión, olfato, gusto y todos los sentidos. Al integrarlos, se crea un concepto interno, es decir, una percepción personal de la realidad”, expuso.

Se crea una base, que es la representación cruda del entorno, y luego cada quien tiene sus experiencias, que son el archivo de su vida: dónde nació, cómo creció, cómo se educó y cómo trató esta información que se actualiza de forma permanente.

“Ahí confluyen esos datos y se mezclan, con la creación de la realidad subjetiva. Es lo que más me interesa, entender qué es este proceso que nos hace muy humanos, esa realidad interna”, consideró.

La percepción es el producto de la información que recogen los órganos de los sentidos, sea visual, olfativa, gustativa, pero tiene que combinarse con la experiencia.

Sin esta última, una persona no puede percibir, solamente sentir algo; no puede interpretar las imágenes visuales y no entiende el lenguaje. Un niño recién nacido puede oír sonidos, pero no decodificar la información, y eso se logra solamente con la combinación de la experiencia.

Ese es el problema mayor, saber cómo el cerebro representa la información sensorial y después cómo se combina con la experiencia, que no es otra cosa que la memoria.

Luego intervienen otros procesos que tienen que ver con las emociones. “Tenemos que darles sentido, no sólo entender lo que se mira y se escucha, sino que intervienen los procesos de gratificación, por ejemplo; es mucho más interesante escuchar una charla amena, que gritos de una persona”, ejemplificó.

Recompensa, motor conductual

En sus estudios, Romo ha comprobado que la recompensa es un motor fundamental asociado a la conducta y toma de decisiones. “El sistema nervioso tiene métodos de gratificación. En algunos casos son muy elaborados. Si vemos un cuadro de Picasso y nos gusta, no sólo interpretamos la imagen, sino que sentimos lo favorable que significa verlo. La emoción puede llegar hasta el llanto, o a entender un símbolo con mucha precisión”, detalló.

En los mecanismos de la percepción intervienen la sensación, la memoria, los sistemas de gratificación, y luego generan la acción. “Porque no somos entes pasivos, generamos acciones voluntarias, por ejemplo, movernos ante el cuadro para verlo desde distintos ángulos”.

Romo reveló que aún se desconoce si ante una experiencia como la percepción del arte ocurren muchos pasos simultáneos. “Creo que son cadenas que se enlazan temporalmente, pero el cerebro considera que es un proceso continuo”.

La recompensa es un motor muy importante en nuestras vidas. “Todos los organismos la buscan a diferentes niveles. Primero, la del alimento, y luego, de los aspectos sociales y culturales: la del amor, el desarrollo intelectual, un premio profesional. Sin ese motor sería muy difícil tener motivaciones para avanzar en la vida”, finalizó.

 

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Fotos


Ranulfo Romo Trujillo, investigador del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM.