• Es pertinente conmemorar el
Día Internacional para la Tolerancia, frente al avance de
la estrategia dominante, que genera exclusión, subordinación
y violación de los derechos humanos fundamentales, estableció
Rodrigo Gutiérrez Rivas, del Instituto de Investigaciones
Jurídicas
La conmemoración del Día Internacional
para la Tolerancia es de la mayor pertinencia en el contexto actual,
en el que la violencia contra los grupos en situación de exclusión
se ha tornado más sofisticada.
Aunque en México persisten –o
incluso han aumentado- formas de violencia directa (tortura, desapariciones,
asesinatos), es necesario destacar que éstas conviven con expresiones
de las de tipo estructural, que se han intensificado desde hace treinta
años, con la imposición del modelo de desarrollo económico
dominante, estableció Rodrigo Gutiérrez Rivas, del Instituto
de Investigaciones Jurídicas (IIJ), de la UNAM.
Pobreza, migración forzada, exclusión
o devastación ambiental, se traducen en la transgresión
masiva y sistemática de los derechos humanos, aún y
que ahora es más difícil identificar a sus responsables,
puntualizó.
El proyecto hegemónico de desarrollo,
que enfatiza la lógica de la reproducción del dinero
y de la acumulación sin fin de la riqueza, impone una ruta
de industrialización (explotación minera, urbanización
salvaje, agroindustria, entre otros) que arrasa otras formas de convivencia
humana y de relación de las comunidades con la naturaleza,
consideradas no rentables desde la lógica dominante.
Por esta y otras razones puede calificarse como un proyecto intolerante
que subordina otras concepciones del desarrollo y formas de imaginar
la vida en colectividad, explicó.
Conmemoración
El 12 de diciembre de 1996, la Asamblea General
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), exhortó
a sus integrantes a que el 16 de noviembre de cada año se conmemorara
el Día Internacional para la Tolerancia.
Como antecedente, en 1995 se celebró
el Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia,
proclamado por iniciativa de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO,
por sus siglas en inglés), que el 16 de noviembre de aquel
año aprobó la Declaración de Principios sobre
la Tolerancia.
Esta última debe entenderse como el
respeto, la aceptación y el aprecio de la riqueza de las distintas
culturas que conviven en nuestro planeta. Implica el reconocimiento
de la diferencia y la capacidad de comprender y valorar lo distinto,
en el marco de la protección y garantía de los derechos
humanos universales, de acuerdo con el documento.
Al respecto, Gutiérrez Rivas explicó
que el actual sistema está sustentado en una lógica
contraria, basada en la subordinación estructural y en la invisibilización
de otras formas de pensar y comprender el mundo, como las que plantean
grupos indígenas, comunidades campesinas, mujeres, minorías
políticas y raciales, entre otros grupos humanos.
En el contexto actual, en el que las empresas
transnacionales se han convertido en un actor principal, el desarrollo
es entendido principalmente como crecimiento económico a toda
costa.
En la consecución de sus objetivos,
y arropadas por el discurso de la modernización, las multinacionales
se apropian de los territorios, explotan y devastan los recursos naturales
y subordinan a las comunidades bajo su lógica de acumulación.
Ello se traduce en la extensión de formas de violencia estructural
como la explotación, el empobrecimiento, el desplazamiento
de poblaciones originarias, la contaminación masiva y el menoscabo
de la biodiversidad, ejemplificó.
La lógica en esta conmemoración
exige el intercambio de puntos de vista, y el reconocimiento de la
diversidad de ideas y proyectos de vida que existen en las comunidades.
En contraparte, el pensamiento único desprecia lo diferente
y avanza a partir de una aculturación planificada que destruye
economías locales.
El especialista en Derecho Social explicó
que Naciones Unidas actualmente enfoca sus esfuerzos en la ampliación
de las garantías para contribuir a que haya una vida digna
para todos los habitantes del planeta. Uno de los principios fundamentales
de esta tarea es el reconocimiento de las diferencias.
“El problema radica en que el modelo
está orientado a la acumulación y generación
de riqueza, con la consecuente destrucción de otras formas
de pensar al mundo”.
En el contexto de la crisis global, es necesario
profundizar en el conocimiento del sistema de organización
hegemónico y sus formas de violencia estructural, del que derivan
formas de subordinación y exclusión social y cultural.
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