• Proyectado por especialistas
de la FES Zaragoza de la UNAM, y de la UAEH, permite inferir qué
áreas de ese órgano funcionan incorrectamente por
algún problema durante la gestación o desarrollo
• Con la ayuda de un teclado y un monitor de computadora personal,
cualquier individuo puede introducirse
Especialistas del Laboratorio de Psicología
y Neurociencias de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza
de la UNAM, en colaboración con ingenieros en robótica
de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), diseñaron
un laberinto virtual, único en su género, que permite
inferir qué zonas cerebrales funcionan inadecuadamente como
consecuencia de algún problema durante la gestación
o el desarrollo.
Así, con la ayuda de un teclado y
un monitor de computadora personal, cualquier individuo puede introducirse
en esa realidad virtual.
“Hay sujetos que, por su impulsividad, cruzan las paredes del
laberinto o, por su falta de coordinación motora, chocan, no
encuentran la salida y se quedan atrapados, pese a que el mismo les
indica la entrada y la salida”, explicó Alejandro Escotto,
coordinador de ese espacio, donde se ensayan estrategias neuropsicológicas
y psicológicas para diagnosticar, de manera más certera,
deficiencias en el desarrollo del sistema nervioso o lesiones cerebrales.
Para saber, por ejemplo, si funciona correctamente
el lóbulo frontal (que se relaciona con la planeación,
la anticipación, la formulación de estrategias y la
regulación consciente de la actividad), el laberinto contabiliza
el tiempo que permanece la persona dentro de sus vericuetos, registra
y cuantifica, en forma automatizada y en fracciones de milisegundos,
el tipo de errores que comete.
En algunos casos, se corrobora la alteración
mediante electroencefalogramas y el mapeo cerebral, que también
se aplica en este laboratorio.
Los especialistas también utilizan
otros instrumentos, como la Torre de Hanoi, y una gran batería
de pruebas para evaluar funciones ejecutivas asociadas al lóbulo
frontal, elaboradas por psicólogos de la UNAM.
Son materiales sencillos que proporcionan
información del modo en que la gente realiza sus actividades,
y que ayudan a detectar las áreas involucradas en algún
trastorno.
“Con esta información se determina
qué funciones están afectadas; después, se fijan
entrenamientos específicos para reorganizar las funciones y
para que use de otra manera ese órgano en actividades específicas”,
añadió Escotto.
No hay zona que trabaje exclusivamente en
una sola actividad cotidiana como hablar, escribir o dibujar, entre
otras; en realidad, varias de ellas se involucran de manera simultánea
en cada tarea, por lo que, si se daña una, el proceso queda
alterado.
“Estas pruebas permiten descubrir qué
zonas están intactas y así prescribir actividades rehabilitatorias
efectivas”, señaló.
En la actualidad, los especialistas del Laboratorio
de Psicología y Neurociencias trabajan en un proyecto basado
en el lenguaje interno (el habla con uno mismo) de niños y
adultos, cuyo desarrollo facilita la regulación consciente
de toda actividad.
En los adultos, este lenguaje es silencioso,
mientras que en los niños pequeños, es oral. “Hemos
analizado cómo funciona en infantes hiperactivos y concluimos
que tienen dificultades para lograr con él una regulación
consciente”. Entonces, podría funcionar como una estrategia
diferente en el tratamiento farmacológico de la hiperactividad,
propuso Escotto.
“Básicamente, las estrategias
neuropsicológicas que indagamos van orientadas a la autorregulación
consciente y voluntaria, en la que el lenguaje juega un papel clave”,
concluyó.
El Laboratorio de la FES Zaragoza se fundó
en 1996, y desde entonces, combina enseñanza, investigación
y atención clínica.
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