• Las más expuestas son
17 entidades costeras del país, seis en el Golfo de México
y 11 en el Pacífico, informó Mario Gómez Ramírez,
del Posgrado de Biología de la Facultad de Ciencias de la
UNAM
Por las características geográficas,
los litorales de México están expuestos a los embates
de los ciclones tropicales. Aunque son fenómenos normalmente
asociados a desgracias como pérdidas de vidas humanas y daños
a infraestructuras, Mario Gómez Ramírez, de la Facultad
de Ciencias (FC) de la UNAM, dijo que también tienen que considerarse
los beneficios.
Al respecto, señaló que una
ventaja es el agua que llega a estados con climas secos-desérticos
del norte del país; “ahí representan un suministro
para las recargas de los mantos acuíferos”.
Formación de los fenómenos
Gómez Ramírez describió
cómo se forman los ciclones tropicales. La temporada comienza
el 15 de mayo en el Pacífico, y el primero de junio en el Atlántico
y ambas concluyen el 30 de noviembre.
Por la vertiente del Atlántico, prosiguió,
hay seis estados que tienen interacción con el Golfo de México,
mientras que la parte oriental de Quintana Roo, con las Antillas.
Del lado opuesto son 11 las entidades con el Océano Pacífico.
En esas zonas se manifiestan los fenómenos
marinos. Además, la orografía permite que algunos lleguen
a través de las llanuras costeras a las sierras Madre Oriental,
Occidental y del Sur, de Chiapas, así como al Sistema Volcánico
Transversal.
No obstante que estas cordilleras representan
un contrafuerte natural, por sus respectivas alturas, la fuerza eólica
logra rebasarlas.
Por las corrientes cálidas en la vertiente
oriental del Golfo y las condiciones en el Caribe, se le considera
región húmeda y formadora de ciclones tropicales, que
contrasta con el Pacífico, donde existe la bajada de agua fría
que transporta la corriente de California. Esta última, en
su trayecto, choca con la ascendente de la corriente norecuatorial
en la Bahía de Banderas.
Por lo que hace al Golfo de Tehuantepec,
en verano, es una especie de “alberca caliente”, es decir,
una zona ciclo genética que posibilita la formación
de los fenómenos referidos, explicó.
Trayectorias
Para su formación se necesita una
temperatura de por lo menos 27 grados centígrados. La presencia
o ausencia de El Niño o La Niña, no necesariamente tienen
que ver con el número o fuerza de éstos.
Gómez mencionó que la trayectoria
es indistinta y en ocasiones errática; de ahí que algunos
se formen en el estrecho de La Florida e impacten en México.
Otros ejemplos, agregó, son el típico
de la sonda de Campeche, que causa estragos en la vertiente del Golfo
de México, o los llamados “migrantes”, que configurados
en la parte septentrional del mismo espacio marino, terminan en estados
del norte del país, como Coahuila, Nuevo León o Tamaulipas,
y los nombrados como tipo “Cabo Verde” del Atlántico
Norte, que también llegan a impactar el territorio nacional.
En cambio, en la cuenca del Pacífico
sur mexicano, ascienden en latitud y logran impactar la península
de Baja California, sin dejar de lado los que atraviesan de un litoral
a otro.
Las previsiones muchas veces no funcionan.
En 2005, por ejemplo, no fueron suficientes los nombres de una lista
preestablecida para la temporada; entonces, recurrieron a letras del
alfabeto griego para designarlos.
“Los pronósticos previos a la
temporada, están en función de una climatología;
se apoyan en los archivos existentes de las condiciones de la atmósfera
prevalecientes”, expuso el investigador.
El experto aseguró que en México
no se tienen bases de datos sólidos para aludir a la incidencia
del calentamiento global debido a la falta de una red de distribución
de estaciones en la parte continental de observaciones en el medio
marino, de una cultura de la observación, y de apoyos económicos,
entre otras.
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