Boletín UNAM-DGCS-655
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 5 de noviembre de 2011

 


Mario Gómez Ramírez

           

LOS LITORALES MEXICANOS, VULNERABLES A LOS CICLONES TROPICALES

 

• Las más expuestas son 17 entidades costeras del país, seis en el Golfo de México y 11 en el Pacífico, informó Mario Gómez Ramírez, del Posgrado de Biología de la Facultad de Ciencias de la UNAM

Por las características geográficas, los litorales de México están expuestos a los embates de los ciclones tropicales. Aunque son fenómenos normalmente asociados a desgracias como pérdidas de vidas humanas y daños a infraestructuras, Mario Gómez Ramírez, de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, dijo que también tienen que considerarse los beneficios.

Al respecto, señaló que una ventaja es el agua que llega a estados con climas secos-desérticos del norte del país; “ahí representan un suministro para las recargas de los mantos acuíferos”.

Formación de los fenómenos

Gómez Ramírez describió cómo se forman los ciclones tropicales. La temporada comienza el 15 de mayo en el Pacífico, y el primero de junio en el Atlántico y ambas concluyen el 30 de noviembre.

Por la vertiente del Atlántico, prosiguió, hay seis estados que tienen interacción con el Golfo de México, mientras que la parte oriental de Quintana Roo, con las Antillas. Del lado opuesto son 11 las entidades con el Océano Pacífico.

En esas zonas se manifiestan los fenómenos marinos. Además, la orografía permite que algunos lleguen a través de las llanuras costeras a las sierras Madre Oriental, Occidental y del Sur, de Chiapas, así como al Sistema Volcánico Transversal.

No obstante que estas cordilleras representan un contrafuerte natural, por sus respectivas alturas, la fuerza eólica logra rebasarlas.

Por las corrientes cálidas en la vertiente oriental del Golfo y las condiciones en el Caribe, se le considera región húmeda y formadora de ciclones tropicales, que contrasta con el Pacífico, donde existe la bajada de agua fría que transporta la corriente de California. Esta última, en su trayecto, choca con la ascendente de la corriente norecuatorial en la Bahía de Banderas.

Por lo que hace al Golfo de Tehuantepec, en verano, es una especie de “alberca caliente”, es decir, una zona ciclo genética que posibilita la formación de los fenómenos referidos, explicó.

Trayectorias

Para su formación se necesita una temperatura de por lo menos 27 grados centígrados. La presencia o ausencia de El Niño o La Niña, no necesariamente tienen que ver con el número o fuerza de éstos.

Gómez mencionó que la trayectoria es indistinta y en ocasiones errática; de ahí que algunos se formen en el estrecho de La Florida e impacten en México.

Otros ejemplos, agregó, son el típico de la sonda de Campeche, que causa estragos en la vertiente del Golfo de México, o los llamados “migrantes”, que configurados en la parte septentrional del mismo espacio marino, terminan en estados del norte del país, como Coahuila, Nuevo León o Tamaulipas, y los nombrados como tipo “Cabo Verde” del Atlántico Norte, que también llegan a impactar el territorio nacional.

En cambio, en la cuenca del Pacífico sur mexicano, ascienden en latitud y logran impactar la península de Baja California, sin dejar de lado los que atraviesan de un litoral a otro.

Las previsiones muchas veces no funcionan. En 2005, por ejemplo, no fueron suficientes los nombres de una lista preestablecida para la temporada; entonces, recurrieron a letras del alfabeto griego para designarlos.

“Los pronósticos previos a la temporada, están en función de una climatología; se apoyan en los archivos existentes de las condiciones de la atmósfera prevalecientes”, expuso el investigador.

El experto aseguró que en México no se tienen bases de datos sólidos para aludir a la incidencia del calentamiento global debido a la falta de una red de distribución de estaciones en la parte continental de observaciones en el medio marino, de una cultura de la observación, y de apoyos económicos, entre otras.

 

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Fotos


Mario Gómez Ramírez, de la Facultad de Ciencias de la UNAM.