• Medida a través de las
publicaciones, no representa más del tres por ciento del
total mundial; sin embargo, es mucho más vasta de lo que
indica esa información, afirmó Ana María Cetto,
de la FC de la UNAM
• Más de cinco mil revistas contenidas en Latindex
cumplen con un mínimo de parámetros internacionales
de calidad editorial; de éstas, tres mil 500 pertenecen a
América Latina y el Caribe, y de ellas, 480 son de México,
refirió
La participación de América
Latina y el Caribe en las principales bases de datos internacionales
ha aumentado en los últimos 10 años, pero aún
así, no representa más del tres por ciento del total
mundial, afirmó Ana María Cetto, profesora de la Facultad
de Ciencias (FC) de la UNAM.
Valdría preguntar si esta cifra refleja
lo que se origina en el área en los países de la región.
Hoy se conoce que no es así, porque la producción en
ciencia y tecnología, medida a través de las publicaciones,
es mucho más vasta de lo que indica esa información,
apuntó al dictar la conferencia Las revistas científicas
como medio de producción. Un asunto de política científica.
Si bien es cierto que un elemento considerado
como indicador son las publicaciones, sobre todo las recogidas en
las bases internacionales, no significa que sea el único; de
hecho, actualmente existe una tendencia a menospreciar otros, como
el registro de patentes, consideró.
Ante este problema surgió Latindex,
un sistema de información sobre revistas científicas,
que busca reunir información más completa, que no viene
recogida en esos contenidos, para darlas a conocer al mundo entero,
dijo.
“Esto es importante si consideramos
que no se pueden tomar decisiones en política científica
si no se sabe lo que se produce”, subrayó la también
investigadora del Instituto de Física de esta casa de estudios.
En el momento que se creó Latindex,
en 1997, se tenía conocimiento de cerca de dos mil 400 títulos
de revistas publicadas en América Latina, a través de
las bases de datos CLASE y PERIÓDICA, recordó.
“Hoy sabemos que más de cinco
mil contenidas en ese sistema cumplen con un mínimo de parámetros
internacionales de calidad editorial; de éstas, tres mil 500
pertenecen a América Latina y el Caribe, y de ellas, 480 son
de México”, refirió en el auditorio Carlos
Graef de la FC.
En el caso de los científicos mexicanos,
apuntó, el problema es que existe una tendencia a divulgar
en las revistas llamadas “de corriente principal”, reconocidas
en Estados Unidos y Europa, y recogidas por los índices internacionales.
“Consideran que si sus trabajos son
divulgados de este modo, tienen mayor visibilidad en el orbe; pero
debe tomarse con reservas, porque son distribuidos en instituciones
que pueden pagar los altos costos de suscripción”, precisó.
Entonces, se cuestionó, ¿realmente
estamos ante la disyuntiva de cerrar nuestras publicaciones y difundir
sólo en las llamadas “de corriente principal”,
o es mejor insistir en escribir en las locales o regionales, que por
sus recursos no pueden competir con otras?
Lo mejor es seguir una estrategia mixta;
es decir, por un lado, considerar el nicho de las que circulan en
México y saber qué roles desempeñan, pero a la
vez, es recomendable continuar el uso, como medios de divulgación,
de las internacionales, concluyó.
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