• Se aplicaría una sola
dosis oral y sería funcional contra muchas enfermedades,
dijo Constantino López Macías, egresado de la UNAM
En busca de la vacuna ideal, que se aplique
en una sola dosis oral y sea funcional contra muchas enfermedades,
Constantino López Macías utiliza como plataforma el
virus del mosaico de la papaya.
La meta, dijo el coautor de la única
inoculación contra la salmonella, es tener aquellas que se
suministren una sola vez; que mimeticen en lo posible la infección
y estimulen la respuesta inmune para generar una memoria durante un
periodo prolongado.
También, se pretende que sean profilácticas
y, a la vez, terapéuticas; es decir, preventivas y que ayuden
al sistema a enfrentar la enfermedad, explicó el químico
egresado de la UNAM.
Sin embargo, pese a los avances “no
hemos logrado entender los mecanismos de inducción de la memoria,
y no hemos llegado al ideal”, reconoció.
Al impartir el seminario Nuevas Estrategias
en el Desarrollo de Vacunas, el también investigador del Seguro
Social indicó que el problema con las inoculaciones hechas
con microorganismos vivos atenuados, es que “a veces se revierte
la atenuación y pueden llegar a ser patógenos para ciertas
personas”.
Para evitar ese riesgo, explicó en el auditorio A de la Facultad
de Química, se han desarrollado con microorganismos muertos,
pero no son tan eficientes y pueden llegar a tener efectos secundarios,
como inflación, dolor y fiebre.
Tampoco son tan efectivas las derivadas de
moléculas del microorganismo, “blanco de la respuesta
inmune”. Se requieren altas dosis, porque falta todo lo demás,
que genera el efecto inflamatorio para inducir la memoria inmunológica.
Asimismo, como son muy pequeños, las
de péptidos “no generan muy buena respuesta. Hay que
aplicar altas cantidades y ponerle adyuvantes, pero tienen efectos
secundarios”.
Otra estrategia es reconstruirla “con
todas las partes que inducen el resultado, sin los componentes tóxicos.
También, se utiliza ADN que codifica para ciertas proteínas
y se inocula, de modo que la célula propia del organismo produce
la vacuna. El problema es que si bien son más seguras, tenemos
menos protección. Hay que ponerlas cada seis meses”,
explicó.
Actualmente, en vacunología se utilizan
herramientas de ingeniería genética y bioinformática
para predecir cuáles son las partes importantes de los microorganismos
que se deben pegar y poner juntos para elaborar una inoculación.
La investigación también se
centra en el desarrollo de mejores adyuvantes, así como en
la búsqueda de plataformas para el desarrollo de vacunas, como
la del virus de mosaico de la papaya, en la que trabaja López
Macías en la Unidad de Investigación Médica en
Inmunoquímica, del Hospital de Especialidades del Centro Médico
Siglo XXI.
Ese microorganismo (puntitos cafés
en las hojas de la planta) es una marca (un tipo de organización
molecular altamente repetitiva) que detecta muy bien el sistema inmune
para desarrollar resultados importantes de anticuerpos.
A este virus se le adhieren péptidos,
pues por sí solos no inducen ninguna respuesta, pero montados
en esta plataforma son un monstruo enorme (500 nanómetros contra
20).
Con esta tecnología, López
Macías y su grupo han desarrollado varias vacunas: salmonella,
hepatitis, tifoidea. En el caso de la primera, por ejemplo, si se
aplica sólo con el péptido, la sobrevivencia en ratones
es de 30 por ciento, pero con el virus de mosaico de la papaya, se
incrementa hasta 90 por ciento.
-o0o-