Boletín UNAM-DGCS-625
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 22 de octubre de 2011

 


René Méndez Cruz

           

DETECTAN DISPLASIA ECTODÉRMICA HIPOHIDRÓTICA EN YUCATÁN

 

• Fue descubierta por una estudiante de la FES Iztacala de la UNAM
• La incidencia en el mundo es de un caso por cada 100 mil nacimientos vivos, pero en Akil, Yucatán, la prevalencia es de uno por cada 500 habitantes, dijo Adolfo René Méndez Cruz, de la misma entidad universitaria

La displasia ectodérmica hipohidrótica (DEH) es una afección muy poco común, en la que los pacientes no sudan, o lo hacen muy poco; su cabello es escaso, delgado y quebradizo, y los pocos dientes que tienen son débiles y en forma de cono.

“Es una enfermedad genética que padecen exclusivamente los hijos varones y que se transmite en uno de los cromosomas X de madres portadoras”, explicó Adolfo René Méndez Cruz, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM.

Los hombres tienen un cromosoma X y uno Y, y las mujeres dos X. Si una madre transmite el X mutado a un hijo varón, entonces el organismo del niño expresará de forma inadecuada una proteína, la ectodisplasina, que no permite el desarrollo correcto de las glándulas sudoríparas, del cabello y del vello corporal, incluidas cejas y pestañas, ni de los dientes, esta última es la manifestación más importante, porque altera la apariencia de la persona.


El problema de no sudar

El sudor es un compuesto de agua y sales minerales producido por las glándulas referidas, ubicadas en la dermis. Su función es regular la temperatura corporal, liberar calor, eliminar agua y sales. También, puede ser la respuesta fisiológica al miedo, ansiedad o estrés.

“Para las personas con DEH, su falta es un problema grave, porque no emiten calor por esta vía, y su piel está muy caliente”, indicó el investigador.

Akil

A poco más de 100 kilómetros de la ciudad de Mérida, Yucatán, se ubica Akil, un poblado que no llega a 10 mil habitantes. En 2006, Nayellín Reyes Chicuéllar, pasante de la carrera de Medicina en Iztacala, detectó a estos enfermos, porque con frecuencia asistían a que los atendieran por problemas respiratorios o fiebre.

Observó alteraciones en el cabello y deformaciones en las pocas piezas dentales. Al evaluar la historia familiar, se llegó al diagnóstico de la displasia ectodérmica hipohidrótica.

“Nayellín se comunicó con nosotros y nos trajo su informe, que nos interesó y nos fuimos a Akil a hacer estudios y tomar muestras”, dijo Méndez Cruz.

La incidencia de pacientes con DEH en el mundo es de un caso por cada 100 mil nacimientos vivos, pero en Akil se han detectado al menos 20 personas con la enfermedad, lo que indica un caso por cada 500 habitantes, muy alto.

Una región calurosa

En Akil la temperatura media es de unos 30 grados, y en la temporada veraniega se alcanzan 40. “Para mantener el nivel corporal adecuado, cada media hora tienen que echarse jicarazos de agua para refrescarse. También, en la época de frío sufren porque su piel está muy seca”.

En las noches calurosas, la mayor parte de la gente duerme en hamacas, pero los enfermos de DEH lo hacen en el piso, aunque después de media hora en cierta posición se calienta al contacto con el cuerpo, lo que los obliga a cambiarse de lugar. Además, no toleran los ventiladores porque los reseca aún más.

Un factor que agrava la condición es que los adultos son trabajadores agrícolas y tienen que laborar bajo los rayos del sol.

Por su parte, los recién nacidos presentan un defecto en las uñas: son delgadas y muy frágiles, se quiebran fácilmente; las de los pies frecuentemente tienen infecciones por hongos.

El cabello

Los niños son de pelo escaso, delgado, quebradizo y descolorido, y al inicio de la adultez tienden a la calvicie prematura. Tienen muy poca ceja y las pestañas muy mal desarrolladas. En el resto del cuerpo casi no hay vello.

En cuanto a los dientes, tienen pocas piezas y deformadas. Ante la ausencia de la mayor parte, sobre todo las frontales, sobresalen los dos colmillos, muy llamativos porque son cónicos y puntiagudos.

Fácilmente se forman caries por el rápido desgaste del esmalte. Alrededor de los 20 años prácticamente ya perdieron todas las piezas.

“Los dos adultos que vimos tienen prótesis totales, algo muy frecuente; además, los infantes no comen bien porque no pueden masticar”.

Los investigadores se entrevistaron con una familia; de sus integrantes, sólo dos adultos y un joven de 14 años participaron en el estudio. La mayor parte eran niños. Otros adultos dentro del mismo núcleo no quisieron intervenir porque, argumentaron, tuvieron malas experiencias en el centro de salud.

 

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Fotos


Adolfo René Méndez Cruz, de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM.