• Recién investida con
el doctorado honoris causa por la UNAM, la profesora emérita
de la Facultad de Filosofía y Letras adelantó algunos
pasajes del texto en la conferencia magistral “La tierra ajena:
los viajes por la India”
En la India se dan la mano la vida y la muerte,
lo sublime y lo grotesco, la seda y la basura, narró en uno de
sus textos Margo Glantz Shapiro (Ciudad de México, 1930).
Fascinada por ese país asiático
de contrastes –donde el aeropuerto de la capital se volvió
moderno, los motociclistas ya usan casco y hacen películas estilo
Hollywood en las calles a ritmo de rock-, la escritora y profesora emérita
de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM, le dedica
su nuevo libro, del que no dijo el nombre porque se confesó supersticiosa,
pero compartió algunos fragmentos con colegas, discípulos
y alumnos que colmaron el Aula Magna de la entidad para escuchar su
conferencia magistral La tierra ajena: los viajes por la India,
ofrecida tras ser investida como doctora honoris causa
por esta casa de estudios.
La narrativa de Glantz a veces parece una charla;
comparte impresiones ante el colorido de telas y paredes, con un detalle
que permite oler con ella el aroma mezclado de rosas y orines, que conoció
en un mercado popular. Otras veces, su texto preciso y sintético
asemeja una fotografía, donde el retrato de unos profundos ojos
negros contiene también el ancestral templo de mármol
cargado de joyas.
De ese tipo de impresiones está colmada su nueva obra, que reveló
cómo, de la curiosidad a la literatura, la profesora mexicana
de sangre ucraniana es observadora, inquieta y una incansable lectora
que da a conocer su dominio del lenguaje.
Mirada personal
Con tres viajes realizados hasta ahora a la
India, Glantz comentó que siempre quiere regresar. Ha leído
ya varios de los muchos libros que en inglés y español
se han dedicado a esa nación y su vasta cultura. “Lo que
escribo en este nuevo texto es una mirada personal”, añadió.
Va y viene por el mundo. No le bastan las visitas
guiadas ni las tiendas llenas de artesanías. Camina en las calles
sucias, regatea en los mercados y acude hasta a los panteones.
Aunque viajar es una forma de vida –soy
judía errante, dice entre risas—, siempre regresa a su
Universidad Nacional. “Llevo 64 años en esta Facultad de
Filosofía y Letras. Aquí estudié, enseñé,
hice mis primeros exámenes como alumna y como maestra. Aquí
cambié de temas de investigación y aún trabajo”,
dijo emocionada, para enseguida recibir como cobijo el aplauso colectivo
de una comunidad que la respeta y la quiere.
De todos los contrastes de la India, eligió
para compartir uno que la conmueve: “Las leyes son muy estrictas.
Por matar a un pavo real la pena es de tres años de cárcel.
Por una vaca, seis. Por asesinar a un hombre, la multa es de cinco mil
rupias; por una mujer, no cuesta nada”.
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