• Pocos recuerdan que se trata de una marcha
que conmemora la entrada de Iturbide a la Ciudad de México el
27 de septiembre de 1821, señaló Enrique Plasencia, del
Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM
• Pese a que hay una fecha para honrar a las fuerzas armadas,
este día se ha vuelto el verdadero Día del Ejército,
añadión
El 27 de septiembre de 1821, el ejército trigarante, con Agustín
de Iturbide a la cabeza, entró a la Ciudad de México y
con esto la justa independentista llegó a su fin. “Este
episodio dio origen al desfile militar con el que se conmemoran las
fiestas patrias, un hecho que la mayoría de los mexicanos ha
olvidado o que francamente ignora”, comentó Enrique Plasencia.
Casi todo lo que en principio debería representar esta marcha
se ha trastocado; para empezar, está el hecho de que se realiza
el día 16 y no el 27 —como se esperaría—,
lo que le ha hecho perder mucho de su sentido primigenio, expuso el
integrante del Instituto de Investigaciones Históricas de la
UNAM.
“No obstante, esto es comprensible porque toda celebración
cambia con el tiempo; con los años adquiere nuevo significado
y pierde parte del sentido histórico con que nació. Actualmente,
quienes se reúnen en el Zócalo para ver el paso de las
brigadas castrenses no lo hacen para recordar la incursión de
las fuerzas insurgentes a la ciudad, sino para aplaudir al ejército
y ver a sus efectivos, tanquetas y aviones”.
¿Cómo un episodio tan importante como la culminación
de la Independencia queda en el olvido al conmemorar las fiestas patrias?,
se preguntó el académico.
“Primero hay que entender una cosa: la historia la escriben los
vencedores, y en uno de los tantos enfrentamientos que se han dado en
México, la de liberales contra conservadores, unos tomaron como
estandarte a Miguel Hidalgo y los otros a Iturbide, y al triunfo de
los primeros, nuestro imaginario nacional comenzó a tomar su
forma actual”, explicó.
Una de las primeras cosas que hicieron los liberales fue depreciar
los símbolos que enarbolaban sus adversarios, y empezaron por
el proclamado emperador de México; así, Hidalgo se volvió
“el padre de la patria” e Iturbide pasó de héroe
de la Independencia a ser un villano.
“Esto explica que la entrada triunfal del 27 de septiembre de
1821 perdiera lustre ante el grito de Dolores y, sobre todo, que en
México conmemoremos el inicio de la gesta libertaria y no su
culminación, como se hace en la mayoría de los países”.
Símbolos que se transforman
Enrique Plasencia fue claro al afirmar que “los símbolos
cambian con el tiempo”, y no sólo aquellos que identifican
a los vencidos, sino los asociados a los vencedores.
El mejor ejemplo de eso es Miguel Hidalgo y Costilla, cuya imagen gradualmente
se modificó para acoplarse a los valores defendidos por la clase
gobernante, expuso el historiador. Al enrolarse en la guerra, este sacerdote
era un hombre maduro de 57 años. El discurso se encargó
de avejentarlo hasta hacer de él un octogenario, como se le ve
en las estampas escolares.
Los símbolos se adaptan a las necesidades de una época,
como se ve con Hidalgo, y algo parecido pasó con el desfile militar,
expuso Plasencia.
“Éste quedó a merced de los vaivenes de la historia.
Es extraño que una marcha que debería conmemorar un hecho
acontecido el 27 de septiembre se celebre 11 días antes, pero
es igualmente inusual que festejemos el inicio de la Independencia la
noche del 15, aunque ésta, según consignan los libros,
comenzó un día después”.
A decir de las crónicas, Hidalgo se lanzó a la lucha
un 16 de septiembre, en punto de las cuatro de la mañana, pero
Porfirio Díaz, cuyo aniversario era el 15, quiso que este hecho
coincidiera con su cumpleaños, de ahí que la ceremonia
del Grito responda a un cronograma alterado.
“Al mover el calendario de forma tan caprichosa, súbitamente
se creó un vacío de festejos en la mañana del 16,
así que para llenar ese hueco se decretó que el desfile
tuviera lugar en esa fecha, costumbre que se ha perpetuado hasta nuestros
días”.
El día del ejército
En una época en la que el ejército se ha quedado sin
grandes batallas, los soldados suelen hablar del año en que participaron
en tal o cual desfile, “así de importante se ha vuelto
dicho evento en la vida de estos hombres”, aseguró Plasencia.
“Basta platicar con ellos para ver lo que les significa. Es su
oportunidad de salir a la calle y estar en contacto con la gente. Pese
a que existe un Día del Ejército, en realidad éste
debería ser el 16 de septiembre, fecha en la que los uniformados
hacen despliegue de su organización y fuerza frente a un público
que asiste al Zócalo sólo para verlos”.
Para el autor del libro Historia y organización de las fuerzas
armadas en México 1917-1937, la marcha representa algo muy
diferente a lo que fue en sus inicios.
El tránsito de los efectivos frente al balcón de Palacio
Nacional significa avalar y reconocer al presidente y los poderes establecidos;
pero, sobre todo, busca evidenciar el tamaño y poderío
de esta institución, añadió.
Ejemplo de unidad
Al revisar diversos pasajes de la historia nacional se puede observar
a ejércitos disgregados, a veces al servicio de gobiernos simultáneos,
como pasó con Maximiliano y Benito Juárez, o incluso fragmentados,
como el que había al triunfo de la Revolución, escindido
en zapatistas, carrancistas y villistas.
Hubo momentos en que esta percepción de las fuerzas armadas
como una institución con pugnas intestinas fue sumamente marcada,
y en el México moderno uno de los episodios más representativos
fue la rebelión escobarista de 1929, en la que un grupo de generales
se sublevó contra Plutarco Elías Calles tras culparlo
de la muerte de Álvaro Obregón.
“En ocasiones como ésta es necesario exhibir unidad y
para eso sirvió el desfile militar. Justo en aquel año,
y en 1930, se organizaron dos de los más grandes jamás
vistos, con la finalidad de demostrar que no había fracturas
al interior de esta institución, y no es casual que a partir
de esa década, esta marcha de las armas se convirtiera en una
costumbre anual, pues antes se realizaba de manera esporádica”.
En los años 30, las fuerzas armadas constaban de 50 mil hombres,
hoy hay cerca de 250 mil efectivos. “Han pasado 80 años,
pero el sentido del desfile se ha mantenido. Los vehículos se
han modernizado y también las brigadas que marchan, pero el desfile
por sí mismo ya es un símbolo, lo que asegurará
que continúe, pues es cierto que éstos se transforman,
pero la gente no puede vivir sin ellos”, concluyó.
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