• A partir de entonces, Estados Unidos entró
de lleno a una era de confrontación, costosa en lo económico
y lo político, afirmó José Luis Valdés
Ugalde, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte
• La muerte de Osama Bin-Laden no restauró, de manera
automática, el liderazgo y credibilidad del vecino del norte,
dijo María Cristina Rosas, de la Facultad de Ciencias Políticas
y Sociales de la UNAM
A partir de los atentados del 11 de septiembre
de 2001, el orden internacional está semiacabado por una posguerra
fría incompleta, decadencia de Estados Unidos en el plano global,
irrupción del grupo terrorista Al-Qaeda y pugnas entre el FBI
y la CIA, que evidencian la necesidad de Barack Obama y el Partido Demócrata
de recuperar la legitimidad de su país, coincidieron académicos
de la Universidad Nacional.
En la inauguración del Seminario Internacional
A diez años del 11 de septiembre: Retrovisión y Perspectivas,
en ocasión del décimo aniversario de este hecho, Silvia
Núñez García, directora del Centro de Investigaciones
sobre América del Norte (CISAN) aseveró que el panorama
global es incierto, por el modelo de seguridad implantado a partir del
suceso.
En este sentido, Fernando Castañeda
Sabido, director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
(FCPyS) de la UNAM, refirió que representa un cambio significativo
en la política exterior de Estados Unidos y sus estrategias,
por ejemplo, en el diseño del gasto militar.
A su vez, José Luis Valdés Ugalde,
del CISAN, afirmó que los actos terroristas rompieron los paradigmas
de las relaciones internacionales. La Unión Americana entró
de lleno a una era de confrontación, costosa en lo económico
y lo político, para todo el orbe.
Por su parte, María Cristina Rosas,
de la FCPyS, consideró que la muerte de Osama Bin-Laden no restauró,
de manera automática, el liderazgo y credibilidad del vecino
país del norte en el mundo. La crisis económica global
demuestra su incapacidad para conducir a la comunidad internacional
por senderos de prosperidad.
Los atentados del 11 de septiembre transmitieron
el mensaje de que la nación más poderosa del orbe no garantizaba
su seguridad. “Las acciones de Al-Qaeda inspiraron a otras organizaciones
a seguir sus pasos, por lo que subsiste el riesgo de ataques contra
objetivos estadounidenses”, apuntó.
A partir del suceso, la Unión Americana
demostró su incapacidad para dirigir el destino del mundo, como
correspondería al país victorioso de la Guerra Fría,
subrayó la también presidenta del Centro de Análisis
e Investigación sobre Paz, Seguridad y Desarrollo Olof Palme.
En la última década, recordó,
esta nación padeció problemas elevados al rango de amenazas
a su seguridad, como el huracán Katrina y la epidemia
de la influenza AH1N1, que demostraron la necesidad de modificar sus
estrategias de defensa, orientadas a la eliminación de la intimidación
terrorista.
El fin de Osama
Antes de la operación militar que liquidó
al líder terrorista más buscado del mundo, Osama Bin-Laden,
el ejército estadounidense atacó blancos de Al-Qaeda ubicados
en la zona fronteriza de Afganistán y Pakistán. Entre
2004 y 2008 se registraron 42; en 2009, fueron 53, y 118 más
en 2010; en los primeros cuatro meses de 2011, la localidad de Abottabad,
recibió 20 ofensivas con misiles.
Estos últimos hechos constituyeron una
victoria política para Barack Obama, a un mes de anunciar su
intención de buscar su reelección como presidente de Estados
Unidos, en 2012, pues su popularidad subió en los días
posteriores al anuncio de la muerte de Bin-Laden. Sin embargo, los ciudadanos
de ese país, preocupados por el desempleo y la crisis económica,
pueden olvidar este acontecimiento en las elecciones de 2012, opinó.
Ante la salida de tropas estadounidenses de
Afganistán, prevista para 2014, la amenaza declinaría
en la agenda de seguridad y política exterior de Estados Unidos,
explicó la especialista en Relaciones Internacionales.
El futuro de Obama
Valdés Ugalde recordó que en
su campaña presidencial, Obama propuso una estrategia de “poder
inteligente”, una política exterior que permite el uso
de disuasión diplomática y la contención militar.
Con esta nueva visión, dijo, se retiraron
las tropas de EU de Afganistán e Irak, se renovó la relación
con Rusia a través del tratado START, para la reducción
de armamento nuclear, y se establecieron vínculos diplomáticos
con China y Corea del Norte. “Se trataba de corregir el “antiamericanismo”,
generado por las decisiones de George Bush, ex presidente.
Estas acciones permitieron, detalló
el académico, la captura de Bin- Laden, con la cooperación
de los aliados de Washington y permitió, además, que Obama
recuperara el multilateralismo.
Ante la polarización interna, la reconstrucción
de la imagen de Estados Unidos es el mejor argumento de su mandatario
para demostrar la conveniencia de una política exterior de carácter
blando, independientemente de que el uso de las fuerzas armadas sea
inevitable.
“De reelegirse en 2012, optaría
por el ejercicio de una política más moderada, conciliadora
con temas que interesan a sectores conservadores, en coadyuvancia al
proceso de recuperación de espacios de legitimidad global y regional,
que Estados Unidos necesita”, concluyó Valdés Ugalde.
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