• De ellos, 10 por ciento padece
terrores nocturnos, indicó Reyes Haro Valencia, director de
la clínica de la especialidad, de la FM de la UNAM
• Normalmente, las alteraciones ocurren por primera vez en pequeños
de entre tres y seis años
En México, 25 por ciento de la población
infantil padece algún trastorno del sueño, y de ellos,
10 por ciento presenta terrores nocturnos que, en la clasificación
internacional, se ubican en el apartado de las parasomnias, indicó
Reyes Haro Valencia.
El director de la Clínica de Trastornos
del Sueño de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, señaló
que estas últimas se asocian a una de las cuatro etapas del sueño,
es decir, situaciones que normalmente el individuo hace si está
despierto y que expresa al dormir. Las más comunes son las perturbaciones
de activación: despertares confusos, terrores nocturnos y sonambulismo.
El terror nocturno normalmente ocurre, por
primera vez, en niños de entre tres y seis años, y se
presenta en la etapa tres, en el sueño profundo, momento en que
se produce la hormona de crecimiento.
Sucede si se activa el estado de alerta, y al igual que en el sonámbulo,
los pequeños se incorporan, pero con una conducta de defensa,
huida o temor. Se levantan súbitamente y parece que algo o alguien
les hace daño, y que ellos lo miran, pero en realidad están
en un estado de inconsciencia, precisó.
En la tercera fase, abundó, el humano
no tiene la capacidad para percatarse de lo que acontece, como sí
sucede en la cuarta, en la que ocurren los sueños; entonces,
mucha gente, incluso algunos médicos, tienden a confundirlos
con pesadillas.
Estas últimas serán recordadas
por el infante porque es un sueño de contenido ansioso, pero
el terror nocturno no lo podrá evocar; además, en aquéllas,
se pierde el tono muscular, mientras en el segundo, no, aclaró.
En esta parasomnia los pequeños lloran,
gritan, tienen mirada inexpresiva, conductas defensivas y eso altera
a quien lo presencia, de manera que no sólo se perturba el descanso
de quien lo padece, sino también de sus familiares, a quienes
les crea temor, incertidumbre y dudas en torno a cómo manejar
el asunto, indicó el académico universitario.
¿Qué hacer con los terrores nocturnos?
De hecho, prosiguió, si se presenta
esta afectación no es raro que la familia piense que el infante
está espantado, poseído o que le pasa algo raro, y antes
de llegar a consulta acuden con personas que, por desconocimiento, lo
atribuyen a causas sobrenaturales, o pretenden solucionarlo con remedios
caseros.
Sin embargo, aseveró, los terrores nocturnos
son sencillos de entender y controlar. Por ejemplo, es un mito creer
que si lo despiertan quedará afectado mentalmente o puede morir,
lo único que sucederá es que estará confundido
y no sabrá qué ocurre.
Si se presenta un evento de este tipo, se les debe llamar por su nombre,
regresarlos con tranquilidad a la cama y no despertarlos, no porque
les pueda suceder algo, sino porque no entenderían qué
acontece, y al sentir la actitud de quien trata de reanimarlos, pueden
presentar conductas más defensivas, advirtió.
Además, no se debe forzar para que digan
si tuvieron una pesadilla, porque si ocurre, la referirán naturalmente;
si se les presiona, sólo se creará un estado de ansiedad,
advirtió.
Normalmente, no requieren un tratamiento farmacológico,
a menos que ocurra en repetidas ocasiones a lo largo de una semana,
varias veces en una noche, o si las conductas defensivas o de huida
sean tan exageradas que puedan causar daño. El objetivo es la
relajación y disminuir la duración de la fase en que suceden,
recalcó.
¿Cómo evitarlos?
Entre los factores que contribuyen a que se
presente este trastorno, están el desvelo o la ingesta de café,
refresco de cola o chocolate en la noche, porque contienen estimulantes
que activan el sistema nervioso central y aumentan la presencia del
terror nocturno, comentó Haro Valencia.
Tampoco se debe exponerlos a programas con
contenidos violentos, como películas de terror o noticiarios,
ni a discusiones entre los miembros de la familia.
De igual manera, es recomendable evitar los
videojuegos agresivos y sangrientos, porque la intensidad de la estimulación
visual, auditiva y la energía que se gasta favorecen la parasomnia.
Asimismo, un día de mucha actividad
física o donde acontecen situaciones inusuales, o una cena pesada,
favorecen su aparición. Se ha visto en consulta que en muchos
casos el factor de herencia está presente, destacó.
El especialista comentó que el terror
nocturno puede ocurrir en cualquier infante, en pocas ocasiones, o incluso
en una sola y no volver a suceder.
Tratamiento
Los casos que se presentan en el consultorio
normalmente no requieren ningún tipo de estudio, y se trata de
manera conductual, con medidas de higiene del sueño. Por lo general,
no se requiere más de una visita, y es para explicar a los padres
qué ocurre, ayudarlos a identificar las causas y orientarlos
para saber cómo reducir esta parasomnia, comentó el universitario.
Reyes Haro indicó que los niños
que no son atendidos se verán afectados en su crecimiento y desarrollo
neurológico e intelectual. Son pequeños retraídos
y tienen problemas conductuales o de aprendizaje, y se debe a que todas
las funciones fisiológicas que cumple el sueño, se alteran.
Finalmente, comentó que la Clínica
de Trastornos del Sueño de la UNAM es la única es su tipo
con un equipo multidisciplinario, entre pediatras, neuropediatras y
otorrino-pediatras.
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