• Araceli Arellano Peralta, del
posgrado en el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de
la UNAM, integró una carta geográfica que señala
zonas clave a cuidar para evitar la extinción de 18 mamíferos
mexicanos
Desde tiempos prehistóricos, el Golfo
de California ha sido una de las zonas de mayor biodiversidad marina
del mundo, y los mamíferos que nadaban en sus aguas eran tantos,
que los primeros humanos en asentarse en esas costas prefirieron lanzarse
al océano y cazarlos en vez de recolectar los pocos frutos que
crecían en aquellas tierras tan áridas e inhóspitas.
“Fue ahí, justo en el momento
en que el hombre pisó ese territorio, cuando los mamíferos
acuáticos comenzaron a padecer las primeras alteraciones en su
población y forma de vida por causas antropogénicas”,
expuso Verónica Araceli Arellano Peralta, quien hizo su maestría
en Ciencias del Mar y Limnología y, actualmente, estudia el doctorado
en el mismo rubro.
Esta depredación milenaria —de
la que se sabe por los vestigios óseos de delfines consumidos
por los primeros bajacalifornianos— apenas tenía repercusiones;
sin embargo, con el desarrollo de la tecnología, los impactos
se multiplicaron de forma alarmante, tanto en número como en
magnitud, y en México esta escalada se dio con una velocidad
sorprendente, en particular desde el Porfiriato hasta la fecha, expuso.
“Contaminación, pesquería, cacería industrial
y ruido son un peligro para estos animales y una amenaza hacia uno de
los máximos tesoros de México, su diversidad biológica”,
advirtió.
¿Y para qué un mapa?
Una carta marina sirve al capitán de
un barco para ver en qué lugares es posible atracar, en qué
otras pescar, en cuáles avituallarse e incluso qué áreas
evitar, “y al hacer un mapa del Golfo de California, como parte
de mi proyecto de posgrado, buscaba algo similar”.
Tras años de estudio, Arellano Peralta
conformó un registro detallado de aquellas zonas en las que 18
mamíferos marinos se alimentan, reproducen, crían y son
más susceptibles a la caza, pesca o a contraer algún mal
por exposición a la contaminación.
“La carta náutica de aquel capitán
se parece en algo a la nuestra, ya que este mapa sirve de brújula
para saber qué dirección tomar en lo que a preservación
ambiental se refiere. No obstante, es un trabajo inconcluso, pues faltan
cosas a precisar, pero tener este referente geográfico de una
zona crucial para la reproducción de las ballenas o la alimentación
de delfines, resulta invaluable. Lo es tanto, que la Comisión
Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) se
ha interesado en ella”.
Para Arellano no hay duda, un mapa ayuda a
determinar, de un solo golpe de vista, el camino más rápido
al puerto deseado, “y en este caso, lo que se requiere es celeridad
en las acciones, pues tenemos especies en nuestras costas cuya extinción
es inminente, como la vaquita marina. Es increíble que en México
alberguemos al mamífero de mar más pequeño del
mundo, estemos a punto de perderlo y no hagamos nada para evitarlo”.
El posgrado como una toma de conciencia
Al salir de la FES Iztacala, Araceli Arellano
comenzó a realizar estudios de impacto ambiental para diversas
compañías, “pero eso me resultaba frustrante, porque
se trata de documentos hechos ‘a modo’ para los contratistas,
es decir, quien paga el estudio quiere reportes complacientes hacia
su proyecto”.
Al trabajar para una gasera que deseaba construir
instalaciones justo en el Golfo de California, Arellano tomó
conciencia de que si entregaba un informe favorable a la empresa que
pagó por sus servicios, avalaría una catástrofe
ecológica, “así que renuncié y decidí
hacer una maestría en el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología”.
“Así lo viví, tomar conciencia
de este error profesional me llevó a retomar mi educación,
porque fue justamente la educación recibida en la UNAM la que
me hizo formarme este tipo de conciencia”, expuso la limnóloga.
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