• Es de alta precisión, bajo
costo, dimensiones pequeñas y de fácil uso, fabricado
con mano de obra 100 por ciento mexicana
• Se trata de una creación de Nicolás Pacheco
Guerrero, de la División de Estudios de Posgrado e Investigación
de la Facultad de Odontología
• En proceso de patente, ya se aplica de manera exitosa en clínica
Un instrumento que permite perfeccionar el
diseño de prótesis dentales, de alta precisión,
bajo costo, dimensiones pequeñas y de fácil uso, fabricado
con mano de obra 100 por ciento mexicana, fue innovado por Nicolás
Pacheco Guerrero, académico del Laboratorio de Fisiología
de la División de Estudios de Posgrado e Investigación
de la Facultad de Odontología (FO) de la UNAM.
Esta herramienta, denominada tangenciómetro,
no sólo es útil en el área de implantes y cirugía,
sino de ortodoncia, donde sirve para aplicar la denominada técnica
lingual, donde los brackets van por dentro y, con frecuencia,
se presenta el problema de colocarlos con exactitud.
El desarrollo, en proceso de patente y listo
para ser transferido a una empresa transnacional (porque los instrumentos
convencionales son de importación), ya se aplica exitosamente
en clínica, en la FO, explicó el científico.
El universitario mencionó que del total de protesistas, “un
máximo del cinco por ciento usa este instrumento, también
llamado analizador, paralelómetro o tripodizador comercial. Es
decir, la mayoría hace los trabajos a ‘ojo’, sin
mediciones, por lo que los implantes no se ajustan a los pacientes,
quienes se quejan porque sus puentes y demás prótesis
no les quedan o les lastiman”.
El coautor del libro Prótesis bucal
removible, argumentó que la razón de que los profesionales
y técnicos no cuenten con un instrumento de este tipo es que
en el país no se fabrican ni existe tecnología en el área;
todo proviene de empresas extranjeras y a precios muy altos.
No obstante, los implantes son cotidianos en
cualquier clínica. Se necesitan instrumentos para saber dónde
y cómo poner uno. La meta es contar con una herramienta que ayude
a colocarlos correctamente; queremos mejorar los tratamientos, pues
se han dado casos donde se colocan a media encía, indicó
Pacheco Guerrero.
El integrante del Laboratorio de Fisiología,
quien ya ha dado a conocer este desarrollo en publicaciones de la propia
Facultad y en foros de posgrado, recordó que el paralelómetro
–creado en la década de los 20– cumple varios objetivos:
determinar el paralelismo entre las piezas dentales, porque algunos
pueden estar inclinados. “Si un diente está chueco y no
se calculó, la prótesis no entra, o si entra ya no sale,
o lastima al paciente”.
Si no hay paralelismo, se coloca un material
o se rebaja la pieza hasta lograr que queden análogas, de forma
que el puente entre y salga fácilmente, con base en las medidas
que arroja ese instrumento de alta precisión.
Asimismo, funciona para medir el grado de retención
que tiene cada diente en su superficie, es decir, dónde será
posible colocar el gancho para detener la prótesis. Además,
para establecer un medio de comunicación entre el dentista y
el técnico; este último sigue ciertas señales que
el especialista dibuja sobre un modelo de yeso, una especie de mapa
con signos y señas, para fabricar la prótesis o implante.
De ese modo, el tangenciómetro mide
a la perfección la superficie del diente, convexa y cóncava,
y determina las retenciones útiles para construir una prótesis
bucal que será colocada sobre estructuras duras (dientes) y blandas
(encía).
El dispositivo se utiliza sobre otro aparato,
llamado articulador dental; ése es el segundo de los elementos
para el tratamiento y diagnóstico. Sobre él se hace la
planeación y diseño, e incluso el cálculo económico
de la prótesis.
Pacheco Guerrero construyó un analizador
más económico, de proporciones más pequeñas,
ligeras y versátiles, para sustituir ese articulador, donde se
colocan los modelos y se analizan los dientes, arcos, zonas desdentadas
y retenciones, de forma real, como si fuera la boca del paciente, con
cierta inclinación (y no completamente horizontal como ocurre
en las plataformas de los aparatos convencionales).
Además, el analizador, a diferencia
de otros, tiene una movilidad de 360 grados: se mueve hacia cualquier
parte y altura, así como en toda la distancia del arco.
El tangenciómetro, respecto a los existentes
en el mercado, es hasta 95 por ciento más exacto. “Su uso
queda limitado a que quien haga la transferencia de los modelos al articulador,
la realice correctamente”, precisó.
En cuanto a los materiales del instrumento,
explicó que deben cumplir requisitos indispensables: ser sólidos,
indeformables y químicamente esterilizables; que puedan limpiarse
con una solución desinfectante, sin que haya corrosión
u oxidación, como es el caso del aluminio.
Se trata de un mecanismo cuyas partes tienen
repuestos; “cualquiera de sus tornillos se puede conseguir con
facilidad. Es ergonómico, de peso ligero, graduable, desarmable,
ajustable y se guarda en la misma caja del articulador”.
En cuanto al costo, podría disminuir
de 12 mil y hasta 25 mil pesos –precio al que se ofrece en el
mercado–, a alrededor de dos mil 500. La finalidad, expuso el
académico, fue crear un instrumento accesible y motivar su uso.
La innovación ahora se pretende colocar
a una fresadora – con la colaboración de los expertos en
el torno, Othón Benítez, padre e hijo-. Finalmente, agradeció
el apoyo de Arturo Fernández Pedrero, director de la FO, y a
Fernando Ángeles Medina, jefe del Laboratorio de Fisiología
“quien me impulsó a difundir estos trabajos”.
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